Terminé de ver el Debate de los candidatos a gobernador por El Siete  (con un trabajado packaging, no usual en la TV local) y me dije a mi mismo que si tuviera que elegir a base de lo que acababan de decir y mostrar estos postulantes, me iba a tener que declarar incompetente.

¿Sabe qué?  Ninguno de ellos me dejó pensando. No vertieron ideas que me inquietaran o me abrieran un cambio de parecer. Ni siquiera me generaron una discrepancia que me embroncara.

Fueron lineales, demasiados previsibles, incluso cuando se permitieron algunos bienvenidos picoteos entre ellos.

Bendita ceremonia

Ojo: eso no quiere decir que no tenga decidido mi voto, ni que vaya a votar en blanco, ni que tenga pensado hacerme el otario y no ir a votar este domingo.

Después de haber vivido bajo dictadura con sátrapas como Onganía y  Videla, ir a votar es para mí una íntima celebración de la que no pienso privarme.

Tampoco estoy sugiriendo que Noelia Barbeito, Anabel Fernández Sagasti, Rodolfo Suarez, y José Luis Ramón sean unos impresentables.

Son aburridones, no enamoran. No nos hacen decir, por ejemplo, "la puta qué original lo que está diciendo". O: "no dice nada nuevo, pero qué bien lo dice".

Los dos con menos chances

Si hasta la osadía y caradurez de Ramón ha empezado a sonar impostada. El líder de Protectora "trabaja" de Ramón y ya se le notan las costuras.

Noelia Barbeito, a la que uno anhelaría ver como figura de una izquierda renovada, innovadora, sigue con su libreto de eslóganes apolillados contra los empresarios sin alma y reclamando que todo sea gratis. Para colmo en el Debate apareció más de una vez como dubitativa.

La Anabel

La cristinista Anabel tiene el problema de haberse salteado etapas. De la nada-nada, Cristina la convirtió en diputada nacional al ponerla en el primer lugar de una lista digitada. Y luego hizo lo mismo para que fuera senadora nacional.

Claro, ahora Anabel  se encuentra con que, sin haber cumplido ningún cargo ejecutivo, quiere ser gobernadora, que es un cargo para la acción continua y no para el biri biri.

Una cosa es el show de la campaña en el que Anabel asegura que le dará remedios gratis a medio mundo, que "prenderá" la economía que algún hijoputa apagó, y que nos llenará la heladera, y otra muy distinta gobernar en serio respetando normas y controles.

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El Rodolfo

Con Suarez, la linealidad es más compleja. Ha tenido que esconder a Macri para que la cascoteada figura presidencial no lo vaya a afectar en su carrera a la gobernación, un rol que él esperaba que le tocara en el 2023 y no ahora. Y se nota que sufre con eso. Es como si lo estuvieran apurando.

A Suarez le falta "coacheo". Está aun muy envarado, debe soltarse, ser más perpicaz  y no dejar tan al descubierto que algo lo saca de su eje.

Cuenta, sí, con algunas de las particularidades del mendocino típico, y corre con el caballo del comisario. Cornejo le deja una provincia ordenada, con menos empleados públicos y sin denuncias de corrupción.

Tiene a su favor la buena performance como intendente de la ciudad de Mendoza. Esa comuna posee sin embargo un punto "en contra". Se ha convertido en un mecanismo de relojería que funciona bien por inercia y eso hace que los jefes comunales actúen algunas veces como si estuvieran en piloto automático, lo cual no le provee al político la necesaria elasticidad para actuar ante las contingencias.