La real realidad
La Fiesta de la Vendimia real, la de las grandes multitudes en las calles para ver los desfiles y que durante tres noches llena el anfiteatro Romero Day para ver un show de música, baile y color, genera trabajo, llena hoteles y restoranes. Deja plata. Mueve todo los hilos del turismo receptivo. Justifica la leyenda.
Toda la gente que llega desde nuestro país y del mundo vuelven a sus tierras y son difusores de la excelencia de nuestros vinos, de nuestros paisajes, de nuestra forma de ser. El gasto del Estado tiene un por qué. Hay cómo explicarle al soberano, es decir al contribuyente, por qué se invierte su plata en la Vendimia.
En cambio, eso de una Vendimia virtual parece ser una manera poco feliz de malgastar fondos públicos, en medio de una pandemia con rebotes y segundas olas que tiene al mundo contra las cuerdas. Y todo eso en medio de una recesión económica. Hay una presunción que no es disparatada: estas virtualidades están motivadas porque hay 1.000 personas (o más) que están abonadas a Vendimia.
Por su nombre
Mejor dicho: que tienen tomada la Vendimia. Son esos 1.000 o más que al final de cada espectáculo se resisten a retirarse del escenario haciendo gala de una grosera falta de profesionalismo. Son los que algunas veces aguaron la Fiesta porque no les habían regalado entradas para los parientes de los bailarines. Son los que solían tener en vilo a los organizadores pidiendo mejoras hasta minutos antes de salir a escena.
Ante antecedentes como éstos es que el Gobierno se siente como agarrado de esa zona del cuerpo que va en la entrepierna. Y entonces decide contratarlos como si nos sobrara la plata.
Es por eso que la Vendimia virtual, que se podría hacer sobradamente con 150 o 200 artistas, va a significar para los ciudadanos que pagan impuestos la contratación de 1.000 "trabajadores de la cultura" como si las condiciones fueran las de una época normal, sin recesión económica ni peste.
Mil sueldos entre bailarines, actores, figurantes, coreógrafos, músicos, directores (esta vez no sólo de puesta en escena sino directores audiovisuales), vestuaristas, técnicos, choferes para traslados de los artistas a las distintas locaciones de filmación, más el catering para todas y todos.
De qué se ríe
Ésta Vendimia de mentirita se verá por streaming, es decir que será un programa audiovisual que estará en la televisión y en otras plataformas de internet. Se filmará por partes o por cuadros en varios sitios de la provincia con elencos y directores distintos en cada ocasión, y resguardando -según ha dicho el Gobierno- todos los protocolos de seguridad contra el coronavirus.
Una cosa es desplegar cientos de bailarines en el inmenso escenario del Romero Day y en los cerros aledaños, y otra hacernos creer que "la magia de la televisión", como la llamaba Pipo Mancera en los ´60 y ´70, no puede simular lo mismo con 200 artistas o menos.
La pregunta -de cajón- es qué ingresos va generar esta Vendimia virtual para poder pagarle a esos mil artistas (o más) que contratará el gobierno provincial. Lo desconocemos, pero sospechamos la respuesta.
Ojalá que, además de estas virtualidades, ese "repensar la Vendimia" termine generando otras ideas conceptuales para renovarla como espectáculo masivo en los próximos años. Y para que nos animemos a dejar atrás esa antigüedad de elegir reinas vendimiales.