En una semana de máxima tensión, que puso al borde del quiebre a la coalición Cambiemos, quedó claro que la nueva interna desatada entre la UCR y el PRO es una pelea por la supervivencia del centenario partido radical, por un lado, y la del propio Gobierno de Mauricio Macri, por otro, ante la caída en las encuestas como consecuencia de la crisis económica y las sucesivas derrotas electorales en las provincias.
Cuando el gobernador de Mendoza y presidente de la UCR, Alfredo Cornejo, puso en duda la candidatura a la reelección de Macri, además de pedir al Presidente que se someta a una competencia en las primarias de agosto con otros precandidatos e incluso, ampliar la coalición a dirigentes del PJ no kirchnerista, hizo pública la verdadera discusión que deberá definir la Convención Nacional de la UCR el próximo 27 de mayo: la política de alianzas y la forma de dirimir la, o las fórmulas presidenciales que apoyará la UCR como partido integrante de la coalición del Gobierno, de cara a las primarias de agosto y las elecciones presidenciales de octubre.
Cornejo, como muchos de sus correligionarios, teme que la crisis económica que hace caer a Macri en las encuestas y hace subir a Cristina Kirchner (este sábado anunció en Twitter que será candidata a vice y Alberto Fernández a presidente en las PASO), termine diluyendo el poder territorial que todavía conserva la UCR.
Aprovechó el momento de mayor debilidad política de Macri ante reclamos empresarios, para presionar en las negociaciones con la Casa Rosada no solo por el compañero de fórmula, sino también por el programa de un eventual nuevo Gobierno en el que el radicalismo aspira a tener más poder de decisión.
Fuego amigo
Macri resistió el “fuego amigo” -sin contar las críticas de Elisa Carrió tras la derrota electoral de sus candidatos en Córdoba que merece un capítulo aparte- y decidió sostener su candidatura, en un juego de equilibrios y de contraataques internos, pero con la vista puesta en terminar su primer mandato sin sobresaltos. Y, si fuera posible, fortalecer su candidatura a la reelección.
Primero, a través del ministro del Interior y principal negociador del pacto de gobernabilidad, Rogelio Frigerio, evitó confrontar directamente con Cornejo dejando “la puerta abierta” a la posibilidad de someterse a las PASO y de ampliar la alianza a “sectores del peronismo que quieran acercarse a Cambiemos”, sin “descartar nada”.
Cerca de Macri sostienen esa estrategia ante la necesidad de evitar una abrupta ruptura con el radicalismo que, de suceder, pondría en juego la mismísima continuidad institucional del actual Gobierno, debido a que quedaría sin una de las patas políticas más importantes de Cambiemos, la alianza que lo llevó al poder en 2015.
Pero Macri y su círculo más cercano encabezado por Marcos Peña, Jaime Durán Barba y Rogelio Frigerio, resisten también los embates de los radicales y empresarios para que el Presidente haga un“renunciamiento histórico” y deje a la gobernadora María Eugenia Vidal como la candidata presidencial.
La resistencia de Macri se basa en la hipótesis de que bajarse a esta altura del calendario electoral, o someterse a una competencia interna con otros precandidatos “debilitaría más al Presidente” y al Gobierno se le tornaría inmanejable la crisis a tres meses de las elecciones.
Que no se rompa
Evitar un quiebre en la Convención radical es por estas horas uno de los principales objetivos del Gobierno. “No es la idea que Macri compita en una interna, pero no descartamos nada porque el objetivo es consolidar a Cambiemos”, aclararon desde el Gobierno.
La estrategia de Frigerio al admitir públicamente que Macri podría no ser el candidato, es en realidad, darle aire a Cornejo para que pueda “negociar en la Convención radical la continuidad dentro de Cambiemos” ante el fuerte malestar reinante entre radicales con el Gobierno, por la política económica.
"Cornejo necesita llegar a la Convención radical lo más alejado posible de Macri, mostrándose crítico pero defendiendo la continuidad de la coalición”, interpretaron cerca de Frigerio.
Pero será un equilibrio difícil de conseguir para Cornejo, porque -salvo excepciones como los gobernadores Gustavo Valdés (Corrientes) y Gerardo Morales (Jujuy) que están totalmente alineados a la Casa Rosada-, el resto de los dirigentes e intendentes de la UCR están más preocupados por no perder su piso electoral en las provincias, donde algunas encuestas vaticinan que Macri no llega al 20 por ciento de intención de voto.
Cerca de Peña agregan otro condimento en la pelea con Cornejo. Atribuyen el enojo del gobernador de Mendoza a que desde la Casa Rosada se impulsa como su sucesor en las elecciones a gobernador a un dirigente del PRO, Omar De Marchi.
Al no poder reelegir por un límite constitucional, Cornejo intenta imponer a su propio delfín, el intendente de la capital, Rodolfo Suarez.
“No hay nada cerrado. Hay tiempo todavía, se busca la mejor estrategia que potencie Cambiemos y lo fortalezca de cara a las PASO”, responden en Casa Rosada cuando se los consulta sobre si las presiones de Cornejo responden a reclamos del radicalismo para imponer a un candidato a Vicepresidente radical o a cambiar la fórmula completa.
“Todo está abierto…”, repiten cerca de Macri. Mientras tanto, el Presidente se apoya en la imagen de Vidal y Rodríguez Larreta inaugurando obras y se muestra con vecinos, emprendedores, pymes, mujeres y distintos sectores a través de videos difundidos en las redes sociales, donde habla de las “bases para el futuro”, pide paciencia porque la crisis económica es más dura que la esperada y cuestiona la corrupción kirchnerista, en busca de sostener su candidatura.
Fuente: A24 (Stella Garnica)