Análisis y opinión

A la ministra de Seguridad le aburre la tranquilidad Suiza

La ministra Frederic ha ratificado que en la Argentina predomina la idea de que la política es algo visceral y pasional y no una tarea cerebral y rigurosa

El objetivo de todo gobierno debería ser el de concretar una gestión aburrida. Si eso llega a ocurrir, seguramente será porque esa administración ha estado abocada a hacer las cosas como se debe.

En la Argentina, donde predomina el concepto de que la política es algo visceral y pasional y no una tarea cerebral y rigurosa, se han consolidado ideas como la que lanzó la ministra de Seguridad de la Nación, Sabina Frederic, de que "Suiza es un país más tranquilo que el nuestro, pero más aburrido". Lo que traducido sería: preferimos estar inseguros pero ser gente chévere.

La funcionaria jugó al humor (habilidad que se le desconocía y en la que todo indica que no va a descollar) al referirse al caso del jubilado del conurbano que mató a un ladrón en una entradera a su domicilio, pero en la que a su vez resultó ultimado por los delincuentes. ¿Hay que emigrar del país para no ser víctima de la inseguridad?, le habían preguntado. Y ella salió con lo de Suiza. Como la gente

Hacer buena política implica manejar un mecanismo de relojería cuyo objetivo es el de solucionar problemas que hagan más llevadera la vida a los ciudadanos que pagan impuestos para que ese engranaje funcione. Y, claro, proyectar hacia el futuro una idea concreta de país que se transforme en una política de Estado.

En una buena gestión política debe primar la idea de una nación próspera, con trabajos genuinos, con economía saneada, con accesos justos a la educación, la salud y la seguridad; y con cumplimiento de las garantías para las libertades civiles, en particular a la libre expresión.

Cuando decimos que la buena política debe ser aburrida no estamos diciendo que el político tenga que ser un autómata o un mediocre. Estamos afirmando que el político debe ser estudioso, criterioso, dúctil, inteligente, alguien que no se permita caer día tras día al barro de los sentimientos más básicos.

Colonización sentimental

Si en la función pública los problemas se quedan estancados en lo sentimental o se ideologizan en extremo, seguramente no hallarán una solución. Si la docente de La Matanza Laura Radetich logró que el presidente de la Nación se pusiera de su lado luego de haber dado una exhibición guarra de fanatismo kirchnerista delante de sus alumnos, eso es muestra rotunda de lo que significa dejar que los sentimientos colonicen la política.

Es que la democracia consiste, ni más ni menos, en ponerle racionalidad a los problemas.

El escritor español Javier Cercas dice que lo pasional o las aventuras le encantan en la vida diaria, en las películas, en los libros, pero no en la política. "En la vida política prefiero el tedio, un aburrimiento escandinavo o, a lo sumo, suizo. Cuando la vida política se llena de pasión, échate a temblar".

El alardeo

Un gobierno que vive alardeando de sí mismo es de temer. Dime de lo que presumes y te diré de lo que careces. Tratar de construir y machacar un relato, o una narrativa como le dicen ahora, siempre termina teniendo patas cortas.

El principal relato para un argentino será aquel donde baje la inflación, la economía sea previsible, haya creación de empleo genuino, es decir, trabajo privado; donde no haya devoción por mantener el pobrismo clientelar ni los privilegios de casta en los gobernantes.

También donde se respete la tarea de la prensa independiente, o donde la Nación pague sus deudas (porque una nación es una continuidad, no el país de Macri o de Cristina); un relato en el que establezcamos con el resto del mundo relaciones modernas, sensatas, equilibradas, no ideologizadas, en las que el beneficio sea para la Argentina y no para el partido de turno o para agradar a satrapías como las de Cuba, Venezuela, Irán o Rusia, ninguna de las cuales tiene que ver con el progresismo de los nuevos tiempos.

Esas ideas elementales que suele defender el peronismo, como por ejemplo que dicho partido es el que le ha dado felicidad a los argentinos, son las que han hecho meterse en un berenjenal conceptual a la ministra Frederic.

La trampa

La funcionaria ha caído en esa trampa tan transitada por la Casa Rosada de creer que para defender a la Argentina se debe cuestionar a otro país. Lo vivimos casi a diario durante la cuarentena cuando Fernández intentaba demostrar que estábamos mejor que Chile o Uruguay y luego la realidad lo desmentía.

Suiza no tiene inseguridad (ni crisis económica o política) pero es una nación de "aburridos". Con elegancia e ironía, la Embajada de Suiza en la Argentina le ha contestado a Frederic. Lo ha hecho a través de un video institucional de ese país donde el tenista Roger Federer, una gloria deportiva de los suizos, conversa con el actor Robert De Niro y desarma los clichés sobre Suiza.

"Feliz el pueblo cuya historia se lee con aburrimiento", escribió uno de los padres de la Ilustración, Montesquieu, que algo sabía de esto.