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Benjamín Rivas, la víctima del crimen en Guaymallén.
La teoría de la Fiscalía sobre el crimen
Los distintos testigos que han declarado en la causa por el crimen, sobre todo dos de identidad reservada, han dejado en claro que existían diferencia entre la banda de los Pichones y los Patitos, tal como les decían a la familia Rivas. Algunos apuntan a que era por el manejo de la droga en ese barrio de Los Corralitos mientras que otros sostienen que hubo una pelea a golpes de puño anterior porque un hermano del niño asesinado les había prestado una tijera para podar ajo que nunca fue devuelta.
De una forma u otra, dos vehículos se detuvieron en la medianoche del 22 de diciembre de 2024 frente al domicilio ubicado en el callejón Mortaro y efectuaron una serie de disparos. El niño, que estaba en la vereda tratando de conectarse a una red WiFi para jugar con su celular, terminó baleado en el tórax y murió a los pocos minutos convirtiéndose en la víctima del crimen.
El presunto autor de los disparos, Nahuel Pérez Cisterna, declaró en la causa e intentó desligarse del crimen. Aseguró que al momento del hecho estaba tomando drogas con unos amigos en su casa y que en ese momento llegó Cristian Pomar quien les dijo que venía de "agarrar a tiros a los Patitos. Ahora me voy a comprar más balas".
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El lugar donde ocurrió el crimen en Guaymallén.
El propio Cristian Pomar se autoincriminó en el expediente por el crimen ya que admitió haber sido la persona que efectuó los disparos porque "los Patitos me debían 1.000 pesos por droga". En tanto que los hermanos Figueroa también brindaron su versión y plantearon coartadas, ubicándose en otro lugar al momento del hecho de sangre.
Para la Fiscalía, todas son maniobras evasivas en busca de entorpecer la investigación ya que el resto de los testigos en la causa han señalado que en uno de los vehículos se encontraban Nahuel Pérez -quien efectuó los disparos- junto a Cristian Pomar, Leonardo Porra y otro sujeto sin identificar; mientras que en otro rodado de color negro se dirigían Melisa Muñoz y los hermanos Figueroa.
Incluso la investigación sostiene que mientras la víctima del crimen, el niño Benjamín Rivas, agonizaba en un centro de salud cercano, Melisa Muñoz -que en ese momento debía estar en prisión domiciliaria por una causa de narcotráfico- le llamó por Facebook a su madre y la amenazó con quitarle la vida.