Javier López Ochoa, hijo adoptivo de Antonio López (78) y Beatriz Ochoa (68), asesinados en su casa de Vistalba a puñaladas, fue condenado a prisión perpetua en noviembre de 2012. Pero debido a que la Suprema Corte de Justicia no resolvió en 3 años la apelación de su defensora, el autor intelectual del doble crimen, quien contrató a sicarios, sigue en libertad.
Con la instrucción concluida comenzó el debate que se realizó en la Tercera Cámara del Crimen, integrada por Agustín Chacón, Belén Salido y Gabriela Urciuolo.
En un fallo unánime, el 23 de noviembre de 2012 y tal como lo pidió la fiscal Paula Quiroga, le aplicaron la pena de prisión perpetua.
Pero hay historias que, aún amparadas en la ley, suelen dejar a la sociedad y a los familiares de las víctimas con un sabor amargo.
En este caso en particular, López Ochoa, en vez de pasar directamente al penal a cumplir su condena, fue dejado en libertad por decisión del tribunal. O sea, en la misma condición en que llegó a juicio, porque se habían vencido los plazos procesales de la prisión preventiva.
Concretamente estuvo tres años sin que lo juzgaran, tardanza de la Justicia que benefició al imputado.
Ahora se ve nuevamente favorecido por la Corte que le permite continuar libre a 8 años del doble homicidio y a 3 de la condena a perpetua.
Su abogada, Alejandra Ruiz, elevó un recurso de Casación a la Suprema Corte de Justicia para revertir la condena, pero el máximo tribunal, pese al tiempo transcurrido, todavía no ha resuelto esa presentación.
Este es un punto crucial, porque no sólo perjudica al condenado sino que afecta a la familia damnificada ante semejante pérdida. Durante el último año el hombre cumplió a la perfección con todos los requisitos fijados por la Justicia, por lo que hasta que la sentencia quede firme estará fuera de los muros de la prisión.
El terrible hecho
Sin dudas uno de los sucesos más espeluznantes de la historia delictiva de Mendoza es el que les costó la vida a Antonio López y su esposa, Beatriz Ochoa. Ambos fueron asesinados de numerosas puñaladas por dos sicarios contratados por su hijo adoptivo, Javier López (42), el 28 de febrero de 2008. Fue en su vivienda de Vistalba, Luján de Cuyo. Toda Mendoza se estremeció ante un doble crimen cometido con tanta alevosía y ensañamiento, ya que ambos cónyuges, además de ser maltratados con singular saña, recibieron 28 puñaladas el hombre y 14 su esposa.
Llegar al autor material del hecho no fue difícil y la misma noche del asesinato, el fiscal de Delitos Complejos Luis Correa Llano ordenó el arresto de Javier López, hijo adoptivo de la pareja -vivía con ellos desde que tenía 6 años- porque había puntos que no cerraban en su relato.
Lo sindicó como ideólogo del asesinato y luego lo imputó por el delito de homicidio agravado por el vínculo. Pero no sólo sobre él cayó la imputación sino también sobre otros dos sujetos que serían los que él contrató para cometer los asesinatos.
-50 mil habría cobrado el día anterior al doble crimen Antonio López por la venta de una camioneta Toyota Hilux. Hizo la operación junto con su hijo, Javier. Los investigadores creen que el robo de ese dinero motivó el doble asesinato en Luján.
Un matrimonio muy conocido en el barrio
El matrimonio López Ochoa era muy conocido en la zona de Vistalba, donde residía, y la calle donde estaba su casa lleva el nombre de la víctima, Antonio López Vázquez, quien fuera uno de los fundadores de esa lujosa zona de Luján.
Esa calle, a la altura del 3825, donde fue ultimada la pareja, es semiprivada y para acceder a ella en vehículo es necesario que desde el interior del barrio abran el portón eléctrico.
Por eso le resultó extraño al fiscal Correa Llano que con tanta facilidad entraran quienes finalmente los mataron sin piedad alguna.
El matrimonio vivía allí rodeado de sus familiares. En la esquina reside la hermana del hombre, a quien le costaba hilvanar palabra cuando Diario UNO la entrevistó al día siguiente del doble crimen.
Sólo atinó a decir que "le daban demasiado los gustos -por el hijo adoptivo- y nunca trabajó ni estudió. Incluso hace poco le habían comprado un Gol y la relación con ellos últimamente no era la mejor".
Concretamente la historia del hijo adoptivo nunca cayó bien en el seno de la familia López, porque siempre les ocasionaba problemas.
Otra familiar de la pareja dijo que Javier le contó que esa noche tocó timbre en su casa y cuando le abrieron la puerta había encontrado el portón abierto y a los ancianos muertos, tendidos sobre la cama en medio de un gran charco de sangre. ¿Quién le abrió la puerta si estaban muertos? Este fue el punto de partida que usaron los investigadores para sospechar enseguida de él.
El caso tuvo además otros dos imputados, uno menor de edad
El expediente que instruyó Correa Llano tuvo otros dos imputados. Uno de ellos, un menor de edad, fue condenado a tres años de prisión en suspenso, en un juicio abreviado, que es cuando el imputado confesó ser autor del delito, y entre el fiscal y la defensa acordaron una pena, siempre y cuando sea aceptada por el tribunal.
Sin embargo, el representante del Ministerio Público Oscar Giacomassi apeló el fallo y aseguró que la pena dictada no es la que indica la ley.
Por su parte, un tercer cómplice, identificado como Luis Piñeira, se fugó tras recuperar la libertad por los mismos motivos que López Ochoa.