“Extraña desaparición de una jovencita”. De esa forma titularon los diarios la desaparición de Norma Penjerek, de 16 años. Era 1962 y casi 60 años después su caso dejó más preguntas que respuestas.

El 29 de mayo de 1962 fue la última vez que se supo de ella. Había ido a una clase particular de inglés en la localidad de Floresta, en Buenos Aires y no había regresado a su domicilio.

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En ese momento, la adolescente, que era hija única, estaba cursando los últimos años del secundario. Su padre era empleado municipal y su madre enfermera. Enrique Penjerek y Clara Breitman eran sus nombres.

La tarde de su desaparición, la joven transitó 20 cuadras hasta la casa de su profesora. Salió de allí a las 19.45. A las 21, la madre comenzó a llamar a las amigas de la chica. Ya estaba preocupada y ese sentimiento crecía cuando una a una le repetían que no sabían nada de ella. A la medianoche, junto a su marido, pusieron la denuncia por desaparición. Norma vestía pollera gris tableada, medias blancas y un blazer azul.

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Con el paso de las horas se descartó que la chica hubiera sufrido un accidente. No estaba en los hospitales pero tampoco en las morgues.

Pasaron los días y nada se sabía de ella. Se recibían numerosas pistas y todas eran falsas. Encima la familia era víctima de extorsiones tras una solicitada pidiendo datos por Norma.

A los 50 días apareció un cuerpo enterrado. Según escribió el periodista Ricardo Canaletti en el libro Crímenes sorprendentes de la historia argentina I, el cuerpo fue hallado en el campo La Laguna, del Instituto Fitotécnico Santa Catalina, que dependía de la Universidad Nacional de La Plata.

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Ese mismo sitio es, ahora, la reserva natural Santa Catalina, donde el 4 de agosto pasado apareció asesinada Anahí Benítez, que, como Norma, tenía 16 años.

Las dudas sobre el cuerpo

"Apenas diez centímetros de tierra cubrían el cadáver. Conservaba jirones de una enagua celeste, un suéter beige y dos pañuelos, uno de gasa alrededor del cuello y otro utilizado como mordaza", detalló Canaletti en su artículo sobre Penjerek. La investigación tras el hallazgo del cuerpo, en aquel invierno de 1962, quedó a cargo del juez en lo penal de La Plata Alberto Garganta.

La autopsia al cuerpo reveló que la víctima había sido estrangulada con un alambre. Sin embargo, habían ciertos detalles que alarmaron a los investigadores y a la familia.

El cadáver correspondía a una mujer de entre 25 y 30 años con una altura de 1,65 metros y 60 kilos. La data de muerte fue situada diez días antes del hallazgo; es decir, el 6 de julio. Pero Norma medía diez centímetros menos y tenía 16 años. No coincidía el rango de edad.

Se hicieron otras series de análisis y, según la Justicia, ya no había dudas de que se tratara de Norma. Esto se estableció por la huella dactilar y por un peritaje odontológico.

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Una segunda autopsia determinó que la herida mortal había sido producida con una sevillana y que el cuerpo no era el de una mujer de entre 25 y 30 años, sino el de una adolescente.

La propia familia reconocería la ropa de la chica. Incluso una prima dijo que el cuerpo llevaba un pañuelo igual al que ella le había regalado a Norma. Era ella a pesar de alguna duda.

Hubo un dato que la segunda autopsia no modificó: la data de muerte seguía siendo el 6 de julio, con un margen de error de 48 horas. Entonces ¿dónde estuvo la chica en ese largo mes que transcurrió hasta que se halló su cadáver?

Un año después

Había pasado un año de la desaparición cuando una mujer se presentó ante el juez y culpó del homicidio a un comerciante y concejal de Florencio Varela, Pedro Vecchio. Hubo otros cuatro acusados.

Según el escritor Álvaro Abós, la investigación pasó por las manos de ocho jueces hasta que, el 5 de abril de 1965, la Cámara del Crimen de la Capital Federal decretó el sobreseimiento de Vecchio y de los otros acusados.

Vecchio nunca quiso hablar del caso que lo puso tras las rejas. Salió de prisión y durante muchos años estuvo al frente de su zapatería. Murió en 2012, a los 92 años.

En 2012, a 50 años de la desaparición, el periodista de Clarín Héctor Gambini le hizo un reportaje a un primo de la víctima. Cacho Penjerek, como se lo presentó, dijo: "Todavía hoy creo que aquel cadáver no era el de Norma. Estoy seguro de que no era ella".

Hubo otras teorías. Una nunca confirmada sostenía que el padre de Norma habría sido uno de los informantes que aportaron datos para que Israel ubicara en la Argentina al nazi Adolf Eichmann. El genocida había sido secuestrado por el Mossad en 1960. A la Justicia llegó este rumor, pero nunca se le siguió la pista.

Hubo otra hipótesis que hablaba de que una chica de 17 años se encontraba en Israel tras haber tenido problemas en Argentina, pero no se comprobó. Fue el mismo primo de la víctima el que la mencionó.

Enrique y Clara, los padres de Norma, murieron sin poder descubrir la verdad sobre la misteriosa desaparición y muerte de su hija.

Fuente: Medios

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