Una vez en sus casas, ya en la madrugada del domingo, los chicos asustados hablaron con sus padres sobre lo ocurrido con los jóvenes que son vecinos del mismo country maipucino.
"Mi hijo quiso ir a la Policía desde el momento uno pero yo lo desalenté. Ahora sé que me equivoqué y por eso lo voy a acompañar a declarar", expresó el padre de uno de los chicos que casi cayó en las manos de los rugbiers en la desaforada noche.
Otro padre indicó: "Mi hijo no puede levantar ni una pesa de 5 kilos y los agresores miden y pesan el doble", debido a la locura que manejaban los rugbiers luego de la fiesta, y con el temor que son todos vecinos.
En este sentido, otros padres aseguraron que no pueden creer lo que están viviendo y que no sienten seguridad para sus hijos a pesar de vivir en un barrio privado.
En esas charlas con sus padres, fue donde comenzaron a circular otros nombres además de los que aportó a la justicia el padre del chico golpeado, quien quedó internado en la Clínica de Cuyo con ocho fracturas en el costado izquierdo de su cabeza.
Pero al trascender un nombre en especial, el cual está muy ligado al club y al country Liceo, sus padres aseguraron que él no había participado de estos hechos. Incluso dijeron que sus primas también estaban en ese cumpleaños, y serían testigos que saben que él no se metió en la pelea ni se subió al auto.
Otro punto llamativo de esa noche salvaje, fue que, a pesar de la golpiza, las corridas, los insultos y el intento de secuestro, nadie llamó al 911, ya que no hay ninguna comunicación que advirtiera lo que ocurría. Además, tampoco hay cámaras de seguridad en la zona.
Se espera que, durante este martes, estos testigos y otros más se presenten a declarar ante la fiscal de Homicidios Claudia Ríos, quien deberá desentrañar lo que pasó y definir una carátula a la causa.