Jimena Rivas, la psicóloga que trata a Nicolás Gil Pereg en el Hospital El Sauce contó detalles escalofriantes de las sesiones que ha mantenido con el israelí de 41 años que está acusado de matar a su madre y a su tía.
Jimena Rivas, la psicóloga que trata a Nicolás Gil Pereg en el Hospital El Sauce contó detalles escalofriantes de las sesiones que ha mantenido con el israelí de 41 años que está acusado de matar a su madre y a su tía.
En la quinta jornada del juicio que se desarrolla frente a un jurado popular, la licenciada expuso detalles de la vida del llamado hombre gato que pudo reconstruir a lo largo de un año, en las sesiones que mantiene cinco veces a la semana. Según las conclusiones de Rivas: "Tiene fallas estructurales que pueden alterar el juicio de la realidad. Decía que quería crear una especie superior. Me dijo que tuvo relaciones con su madre en 5 oportunidades, pero no quedaba embarazada y que también ha mantenido relaciones sexuales con algunos de los más de 100 gatos que supo tener", explicó su psicóloga.
Durante los días que dure el juicio Gil Pereg estará alojado en una celda del Polo Judicial, pero antes de esta instancia ha estado internado en el Hospital El Sauce desde hace casi un año y medio, porque entró en junio del 2020.
La psicóloga contó que al no poder contar con entrevistas con sus familiares, ni poder hablar con ninguna institución en Israel, debió valerse de otras técnicas para conocer su vida.
"Desde los 8 años hasta ahora su desarrollo no fue normal, no jugaba, no compartía, estaba encerrado en su habitación donde estudiaba. En las únicas personas que confiaba era en su abuelo, su abuela y su madre. No registraba a sus otros hermanos. Dormía con su madre. A los 12 años ya tenía rasgos obsesivos", detalló Rivas.
"En la primaria lo adelantaron un año, fue el mejor promedio. Después hizo la secundaria y cuando terminó fue a la universidad y dice que siempre se sentía raro. Veía que los demás podían vincularse, pero él no. Discutía con sus compañeros de habitación del campus de la universidad por la limpieza y el orden, porque él juntaba cosas. Después fue al Ejército y ahí sentía como una fisura en la cabeza y eso es lo que se siente en el delirio psicótico", sostuvo la psicóloga de Gil Pereg.
Rivas declaró que desde los 14 años no hacía sus necesidades en un inodoro, sino que hacía en bolsas.
A los 23 años terminó la universidad de la que se recibió de ingeniero y luego hizo un doctorado. En especial por pedido de su abuelo, la persona en la que más confiaba en su vida, más que en su madre.
Cuando ingresó al Ejército refiere que no puede tolerar la muerte y siente que le explotó la cabeza. "Se encerró 8 meses en su habitación porque él no se sentía parte de la sociedad. Un día vio un gato en la ventana y entendió que podía vivir como gato, pero no como persona. Esto es una percepción delirante que él le da un significado irreal".
Luego, trabajó en una empresa durante un año, ocho horas por día, lo que lo angustiaba mucho porque estaba más tiempo como persona que como gato.
"Un hecho que lo marcó fue el fallecimiento de su abuelo, quien era su protector, y por ese estrés que vivió ya no le importó más nada y salía a la calle desnudo a cazar ratones y fue denunciado por los vecinos", detalló la licenciada.
Gil Pereg contó que llegó a tener más de 100 gatos, que eran sus hijos, y que tuvo sexo con algunos de ellos.
Rivas diagnosticó que el israelí de 41 años padece un trastorno delirante crónico. Él tiene la certeza de algo que para la persona es coherente, pero para el resto de la sociedad no.
Dijo que habla de un gato llamado Balthus, que le indicó que él lo iba a cuidar y también a sus gatos. "En El Sauce le reza todos los días a Balthus".
"No quiere tocar el inodoro porque dice que hay 'goulies', que son monstruos que están en el inodoro y que matan a los gatos".
Rivas relató que Gil Pereg no sabe higienizarse: "Logramos que se bañara diciéndole que si lo hacía se le daba doble porción de postre, como a los niños. Pero cuando le decías que se lavara las axilas se lavaba las rodillas, había que enseñarle a bañarse".
"Él se percibe limpio. Si uno entra a su habitación y le dice que hay olor para él ese olor es normal, él se rige por las leyes de la naturaleza", agregó.
Explicó que tiene dificultad de control de impulsos. Puede actuar violentamente si le tocan los núcleos delirantes, es peligroso para sí y para otros.
"Lo importante es el tratamiento de por vida. Puede estar estable, pero su forma de ser no va a cambiar. Él siempre va a creer que es un gato", sostuvo Rivas.