Una policía de 25 años rompió el pacto de silencio de la masacre de San Miguel del Monte e involucró a varios de sus compañeros en la muerte de cuatro jóvenes y su posterior enbrimiento.
La declaración, acompañada de indicios y pruebas que resultan coincidentes con la historia, es una pieza clave de la acusación contra 12 policías y un funcionario municipal detenidos por la muerte de los cuatro jóvenes.
Melina Noelia Bianco (25) ingresó a la comisaría del pueblo bonaerense a fines de 2018. El domingo de la tragedia ella se encontraba de guardia cuando llegó la novedad de que un Fiat 147 estaba protagonizando una persecución.
En el auto viajaban Aníbal Suárez (22), Danilo Sansone (13), Gonzalo Domínguez (14), Camila López (13) y Rocío Guagliarello (13). A los minutos chocarían contra un camión y solamente sobreviviría Rocío. Aún pelea por su vida.
La oficial que confesó todo -detenida e imputada por encubrimiento- iba en el asiento trasero del patrullero que conducía Mariano Ibáñez. El acompañante era Manuel Monreal, quien -según el relato de Bianco- se bajó del coche, apuntó con su arma y disparó al auto en el que iban los chicos. “Se para adelante como para que (el Fiat) detenga su marcha. Y como esto no ocurre, saca el arma y dispara de atrás una vez que pasó. Habrá disparado como mínimo tres veces”, explicó la joven en su indagatoria, según Clarín.
Antes, otra patrulla había comenzado la persecución al Fiat 147. Era una pick up que conducía el oficial Leonardo Ecilape, acompañado por el capitán Rubén Alberto García. Los agentes estaban recorriendo la ciudad y habrían acudido a un llamado del 911 por un episodio registrado en el barrio Montemar, de San Miguel del Monte.
“En ningún momento dijeron nada por radio sobre el motivo que originó la persecución”, agregó en su indagatoria.
Según la uniformada, desde ese segundo móvil, García también disparó y dejó una duda sobre si lo hizo con su arma reglamentaria u otra.
Y agregó: "Yo me quedé encerrada en el patrullero (estos coches no pueden abrirse de adentro en la parte trasera de la cabina) agachada, con miedo porque no tenía chaleco. Ninguno tenía chaleco. Escuchaba muchos tiros, estaba muy asustada".
Los primeros en llegar a la escena fueron García y Ecilape. Luego Monreal e Ibáñez, los acompañantes de Bianco. "Puedo ver que había gente tirada, partes de autos separadas por todos lados. Estaba conmocionada, desesperada por lo que veía. Las nenas...Dos criaturas", contó la agente al fiscal Damonte.
Con los cuerpos en el asfalto, comenzó lo que sería el operativo de encubrimiento. Bianco asegura que mientras se hacían los procedimientos de asistencia vio que "estaba Franco Micucci, de civil, con un jean y una campera bordó". Era el responsable de la comisaría, también está preso por encubrimiento agravado.
Un bombero le preguntó a Micucci si podía proceder a mover los cuerpos. "Sí, levante todo", respondió el jefe.
El encubrimiento tuvo su capítulo en la comisaría. Allí se cambió la declaración de una pareja de jubilados que llamó al 911 por un presunto hecho de inseguridad. También se modificó el libro de guardia y se colocaros datos errados. En la sala de monitoreo. El subsecretario de Seguridad de Monte pidió las filmaciones y según testigos, también se dedicó a amenazar a los empleados para que nada se filtrara.
El aporte de Bianco -considera la jueza- permitió que "de un aparente accidente de tránsito emerja la cruda realidad de la masacre de San Miguel del Monte".
Por el hecho, el funcionario y más de diez policías están detenidos. El pueblo aún no se recupera de la tragedia.