La definición en Suiza fue digna de una verdadera final. El primer set mostró a Hurkacz más sólido en los puntos importantes. Con ambos firmes al saque, el polaco se mantuvo en ventaja mínima y logró quebrar en el momento justo, luego de una doble falta del serbio, para llevarse el parcial inicial por 7-6 tras un ajustado tiebreak.
Djokovic, lejos de rendirse, elevó su nivel en el segundo set. Más enfocado y con mayor precisión en sus golpes, llevó nuevamente el parcial al desempate, donde sacó a relucir su conocida fortaleza mental. Se lo adueñó con contundencia por 7-2, igualando las acciones y dejando todo por definirse en el set final.
En el tercer y decisivo capítulo, Hurkacz volvió a mostrar su potencia y se adelantó 3-1, ilusionando a sus fanáticos. Sin embargo, el ex número uno del mundo reaccionó a tiempo. Ajustó su juego, forzó errores del polaco y recuperó el quiebre para nivelar el marcador. A partir de allí, ambos mantuvieron su saque con firmeza, y el desenlace no podía ser otro que un nuevo tiebreak.
Con la tensión en su punto máximo, Djokovic no dejó dudas. En ese tramo decisivo, impuso su jerarquía y experiencia para cerrar el partido con autoridad y levantar un trofeo que tiene un sabor especial.
Djokovic piensa en Roland Garros
Este título llega en un momento clave para el serbio, quien encara la temporada de polvo de ladrillo con la mirada puesta en Roland Garros. Pese a haber terminado recientemente su vínculo con el entrenador Andy Murray, Djokovic llega con impulso renovado tras su consagración en Ginebra.
El serbio venía de quedarse a las puertas del título en torneos como Shanghai, donde cayó ante Jannik Sinner, y Miami, superado por Jakub Mensik. Esta vez, no dejó escapar la oportunidad.
Djokovic vuelve a escribir una página dorada en la historia del tenis. Cien títulos y contando.