Siempre fue el primero en arribar al Patria Fútbol Club. Al llegar a la puerta del vestuario, el General San Martín observó con detenimiento la lista donde figuraba la formación titular.
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No hubo entrenamientos en la semana. Ni en el mes, ni en el lustro. No había ninguna posición definida de antemano. Esa alineación era la mismísima sorpresa.
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A la media hora, la habitación ya estaba completa. Sentados todos, contemplándolo a José. Él, de pie, para una charla técnica histórica. No era la previa de esas tertulias en las que se nombraban temas al pasar, mazamorra de por medio. En esta oportunidad, se debatía el destino de una nación, los albores de la gloria.
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Con mirada de líder, voz de eternidad e indisimulada confianza, el General inició la arenga de la unidad.
"Al rival no lo conocemos, no podemos adivinar su juego. Lo que sí sabemos, es que vendrán a atacarnos de todas las maneras posibles, por las bandas, por el interior, con gran volumen de elaboración, en todas las líneas. Vendrán por la palabra, las letras, la música, los derechos, el territorio, la educación, la ciencia… intentarán arrebatarnos nuestra identidad, hacernos arrodillar ante el yugo de su poderío ofensivo para despojarnos de nuestra soberanía. Pero la virtud está en nuestra propuesta y que ellos se adapten. ¿Qué más necesitamos que mirar nuestra bandera flamear y luchar por ella? Tenemos el don de la recuperación en toda la cancha, la indómita pasión de la entrega compartida. Somos razón y corazón. Mente y pulsión. Acordes de independencia que corren por nuestras venas. Arrojo al aprender. Confiemos en que somos uno. Ni once ni cuarenta millones: uno. Que esta gesta, en este rectángulo de juego, sea por la libertad. Seamos libres y lo demás no importa nada". "Al rival no lo conocemos, no podemos adivinar su juego. Lo que sí sabemos, es que vendrán a atacarnos de todas las maneras posibles, por las bandas, por el interior, con gran volumen de elaboración, en todas las líneas. Vendrán por la palabra, las letras, la música, los derechos, el territorio, la educación, la ciencia… intentarán arrebatarnos nuestra identidad, hacernos arrodillar ante el yugo de su poderío ofensivo para despojarnos de nuestra soberanía. Pero la virtud está en nuestra propuesta y que ellos se adapten. ¿Qué más necesitamos que mirar nuestra bandera flamear y luchar por ella? Tenemos el don de la recuperación en toda la cancha, la indómita pasión de la entrega compartida. Somos razón y corazón. Mente y pulsión. Acordes de independencia que corren por nuestras venas. Arrojo al aprender. Confiemos en que somos uno. Ni once ni cuarenta millones: uno. Que esta gesta, en este rectángulo de juego, sea por la libertad. Seamos libres y lo demás no importa nada".