Análisis y opinión

Seguimos transitando hacia el peor de los mundos

Mendoza, también impactada por las guerras, sufrirá como todo el país la crisis energética y el alza desmesurado de los precios

A la pérdida del creciente mercado ruso para el vino y otros productos que elaboran industriales mendocinos, hay que sumar los efectos directos de la guerra en Ucrania, del que nadie queda exento.

El negocio de la esquina, la panadería, la estación de servicio, ya están experimentando la suba global de los precios que llega en el peor momento de la inflación nacional.

La explosión en el precio de la energía se hará sentir incluso antes de que transitemos los meses de mayor demanda de gas, advierten los especialistas. El secretario de Energía de la Nación, Darío Martínez, no tuvo reparos en mandar al frente públicamente al ministro Martín Guzmán porque dice haber recibido apenas el 20 por ciento de lo que se necesita para importar el gas de marzo. El desabastecimiento afectaría a la industria, al consumo residencial y a los beneficiarios sociales, advirtió el funcionario cristinista, antes de que una nueva promesa de más fondos calmara las tensiones.

La pérdida de soberanía energética, que durante el segundo mandato de Cristina Kirchner ocasionó niveles récords de importación, en las circunstancias actuales se presenta como el talón de Aquiles de la gestión de Alberto Fernández. Es extremadamente alta la dependencia de la energía que tenemos de terceros países cuando los precios se espiralizan a raíz de la guerra y el reciente acuerdo con el Fondo supone una baja de los subsidios en el sector.

La inflación doméstica está escalando en los primeros meses del año, en momentos en que el Gobierno debe dar señales de estabilización de las principales variables, no solo para cumplir con el FMI, sino para aventar el mal humor creciente de la población que ve que sus pesos cada vez valen menos.

Combatiendo a la inflación

La batería de medidas que ha lanzado el Presidente dan cuenta de la debilidad de la gestión.

Por caso, en Mendoza, la canasta básica total de una familia integrada por dos adultos y dos menores en edad escolar ascendió a 78.600 pesos, sin considerar los aumentos de marzo que serán más impactados por las tarifas y el aumento de los combustibles. La pobreza sigue creciendo al ritmo de la inflación que devora los ingresos.

La lucha frontal contra el flagelo endémico de la inflación no ha sido una meta prioritaria del gobierno de Fernández, toda vez que le ha resultado funcional al endeudamiento exorbitante en pesos y a una mayor recaudación para financiar el gasto sin reparar en el déficit fiscal. Ahora que el malestar de la población es evidente y que el Fondo lo está exigiendo, el Presidente le declara la "guerra" a la inflación con medidas remanidas que se agotan en el corto plazo.

A la hora del anuncio en cadena, buscó justificar el acuerdo con el FMI y agradecer a quienes actuaron con "responsabilidad democrática" -mensaje para Cristina y los suyos-. Y no se privó el Presidente de aludir a los que "generan expectativas devaluatorias" y a los que remarcan los precios.

Habló del escenario internacional, de la suba del precio del trigo y de otros productos, y de cómo se agravan los problemas para el país. Por ello se debe desacoplar esos precios internacionales de la "mesa de los argentinos". El fondo de estabilización es la fórmula que dispuso el Gobierno para mitigar los efectos.

Sin aludir a las reformas estructurales de la macroeconomía, avisó sobre las instrucciones que ha dado al gabinete económico sobre las medidas que deben adoptar para acuerdos de precios, y contra los "especuladores" y "agoreros". Nada nuevo bajo el sol.

Esta vez ha sido más enfático en la convocatoria sectorial a una mesa de concertación. Es un llamado al diálogo para hacerse fuerte ante la debilidad propinada por la realidad, por errores propios y por Cristina, la mentora de la fórmula que lo llevó a la Presidencia.

Que la inflación es policausal es poco discutido, pero si bien el Gobierno sigue negando el corazón del problema, por primera vez en el discurso de Fernández apareció casi al pasar la necesidad de frenar la emisión y bajar el déficit, premisas urticantes para el kirchnerismo duro, que le dio la espalda en la votación en el Congreso.

No hay caso: el sector que responde a Cristina no está dispuesto a correr con los costos de gobernar en un marco de adversidad y se abroquela como si fuera gobierno en áreas estratégicas del Estado pero opositor al mismo tiempo.

Como está la situación, el jefe del Ejecutivo necesita de una buena vez dar señales de autoridad, retomar la iniciativa y empoderarse a partir de un plan que genere expectativas favorables. El tiempo y los hechos dirán si los críticos del Frente de Todos se radicalizarán para instalarse como los principales objetores del Gobierno. Cosas que pasan en la Argentina.

Ah, pero Zelensky

Para un lado y para el otro. Así se ha ido comportando el gobierno del Frente de Todos en la errática política exterior. La tibia y dubitativa condena a la invasión de Rusia a Ucrania también genera incomodidades al interior de la coalición, donde coexisten sectores detractores de Putin y otros que buscan justificarlo remarcando críticas al bloque occidental liderado por EEUU.

Los que se sienten atraídos por su ideología y personalidad, reverencian el liderazgo y el poder verticalista que detenta por encima de lo institucional. Obnubilados, hacen la vista gorda a los crímenes políticos del régimen y a la alianza que mantiene con los millonarios herederos de la descomposición soviética. Consideran a Putin un actor imprescindible en la configuración de un nuevo escenario multipolar y un líder estratégico en el contrapeso necesario de un presunto decadente bloque occidental.

El ensayo apologético se enhebra con otros regímenes autoritarios donde tales analistas no reparan en la negación sistemática que se hace de derechos humanos y políticos básicos. Siempre que haya una contraposición de intereses con el imperio estadounidense habrá una causa justa, aun subordinando la democracia a los fines que se persigan.

Frente a la invasión rusa, al ponerse a enumerar las cruentas intervenciones norteamericanas en el teatro global, se busca minimizar hasta la insignificancia las atrocidades cometidas en Ucrania, inspiradas en causas supuestamente superiores. No valen ni los principios de integridad territorial, ni el de autodeterminación, ni tampoco la defensa de los derechos humanos es una bandera prioritaria para los defensores de Putin.

Nada de eso manifiestan, y no se escuchan condolencias por los muertos y los desplazados del pueblo ucraniano. Hacen hincapié en la amenaza de la OTAN, en los intereses norteamericanos y sus aliados europeos y en los variados motivos que esgrime Putin. Hasta han llegado a remontarse no solo a la historia de las últimas décadas, y a los confictos del siglo XX, sino a más de mil años para explicar la pertenencia a Rusia de los territorios de Ucrania.

Sin embargo, omiten prolijamente el deseo mayoritario del pueblo ucraniano de pertenecer a la Unión Europea y de disfrutar de la vida en democracia, fuera del yugo de Putin. Ya a fines de 2013 y principios de 2014 esa opción fue expresada a través de masivas manifestaciones que fueron reprimidas violentamente por el presidente Viktor Yanukovich, quien finalmente terminó renunciando para asilarse bajo la protección del gobierno ruso.

Ante la invasión que tiene en vilo al mundo, no se trata de desconocer las numerosas acciones condenables que han sido protagonizadas por los EEUU, sino de solidarizarse con las víctimas inocentes e indefensas del horror.

Entre tantos llamados desesperados a la paz, el Papa Francisco reclama que las cuestiones de estrategias internacionales y de geopolítica no sirvan de excusas para justificar los ataques. Y sin olvidarse de los pueblos que sufren las guerras en Yemen, Siria y Etiopía, Jorge Bergoglio señaló que "en Ucrania corren ríos de sangre y lágrimas. No se trata solo de una acción militar, sino de una guerra que siembra muerte, destrucción y miseria...".

Una miseria que en diferentes grados también golpea en esta parte del mundo y que se entrecruza con las consecuencias de la pandemia y, en nuestro caso, con los malos gobiernos que nos toca padecer.