Análisis y opinión

Javier Milei rompe a los radicales pero no los dobla para que puedan seguir cantando su marcha

El presidente Javier Milei comienza a entender que la negociación en política es la clave de todo. Creer que con bravuconadas y nada más se conduce un país es casi infantil

El sistema previsional es un tema candente en todo el mundo. Francia, una de las economías europeas más sólidas en la historia de ese continente, tuvo desde 2020 hasta 2023 con las calles muy calientes pidiendo no tocar el sistema que determina los haberes de los pasivos.

En rigor de verdad, en todo el mundo, el sistema de aportes de previsión (previsional) durante la vida activa de las personas, convierte a esas personas en acreedoras del Estado: pusieron a través de descuentos mensuales sobre sus haberes como trabajadores y tienen derecho legítimo de sacar lo que pusieron.

La argentinidad al palo

Los maremotos políticos domésticos sumados a los devastadores procesos inflacionarios que vivió el país en los últimos 50 años más la virtual privatización de la caja de jubilaciones y pensiones en los ’90 a través de las AFJP, construyeron un sistema previsional cada vez más insuficiente.

En Argentina la informalidad ha sido una de las características centrales del mundo laboral siendo que es uno de los países más sindicalizados del mundo. Una paradoja.

Esa informalidad significó en los hechos que cientos de patrones terratenientes o de vidas urbanas licenciosas y poco afectos a la formalidad de sus trabajadores abusaran de su poder omitiendo hacer, sin más, los aportes de sus laburantes. El sistema dejaba -increíblemente- el hacer aportes o no, a voluntad del patrón.

Ese bolsón de desfavorecidos que no figuraban para los registros oficiales como “aportantes” estaba integrado por trabajadores rurales, empleadas domésticas entre otros servicios otrora de explotación.

Eso terminó en tragedia porque al 2010 más de 3 millones de personas en edad de jubilarse no podían hacerlo por no haber recibido sus aportes. No es que no hubiesen trabajado: la mayoría de ellos, como muchos contratistas de finca mendocinos, tiene sus manos rasgadas de tanto laburar.

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Jubilados mendocinos marcharon contra el veto de Javier Milei a la reforma.

Jubilados mendocinos marcharon contra el veto de Javier Milei a la reforma.

Otro capítulo lo conforman las también estigmatizadas amas de casa que cargan con la increíble crítica que reza: “Estar en la casa cocinando y cuidando chicos no es trabajar”. Perdónalos Dios, no saben lo que dicen.

Para este gobierno, todo ese universo de trabajadores de los años ’70, ’80 y ’90 más las amas de casa “son unos ‘planeros’ y no tienen derecho a patalear porque fueron incluidos con fórceps”, entonces deben bancarse la angustia.

Quien esté libre de pecado que tire la primera piedra

En el país hay dos discusiones: la discusión política de fondo y la discusión de los haberes miserables que reciben los jubilados. El 6,5% de los jubilados cobra 305.000 pesos y la más básica de las canastas del INDEC está cerca del millón de pesos. Claramente la ecuación no da.

No es la primera vez que alguien veta una ley vinculada con los jubilados, Cristina en 2010 vetó un pedido de la oposición articulada por variopintos sectores para regresar al viejo 82% móvil, algo que como explicamos más arriba, es un sistema creado en 1958 e imposible de cumplir hoy.

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Cristina Fernández.

Cristina Fernández.

Dos cosas no son menos ciertas en esta historia. Muchas veces las luchas opositoras tienen más que ver con la necesidad de mantener acorralado al Presidente que con cuestiones bondadosas. De hecho, datos de consultoras privadas y de organismos públicos coinciden en que la jubilación más alta en dólares la pagó el gobierno de los Kirchner y que Cristina fue la presidenta que menos utilizó el recurso del veto desde el retorno de la Democracia. ¡Quién lo hubiera dicho!

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Radicales con peluca y ratas a la parrilla

La discusión política nos está regalando fotos sorprendentes. Un grupo de ignotos diputados radicales se echó una escapadita a la Casa Rosada, se tomó un café con Milei y acordó acompañar al Presidente en su veto.

“Que se rompa y no se doble el partido radical” termina bien arriba una de las estrofas más representativas de la marcha que identifica al recontra centenario partido. En la filosofía radical ortodoxa de quienes escribieron ese hit, sería como decir “es preferible que vuele todo por los aires y nos quedemos sin partido antes de que andemos de rodillas, genuflexos, aceptando mansamente los designios del poder”.

El miércoles el Presidente sacó poco más de la mitad de los votos que sacaron quienes se opusieron a su veto pero igual ganó. Es como el sistema político estadounidense en el que es posible ganar habiendo sido votado por menos ciudadanos de los que votaron a quien efectivamente logró más sufragios y perdió.

Es loco festejar una derrota como una victoria pero así es el sistema legislativo argentino y sus mayorías especiales para hacer caer la prerrogativa presidencial del veto. Ese resorte sigue siendo discutido por los y las jurisconsultos del país.

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Javier Milei.

Javier Milei.

En esencia, el vicio está en el veto como resorte ya que deslegitima la labor y la fuerza del Congreso. Un veto tiene más fuerza que la mitad más uno del Congreso, una paradoja sólo entendible por el exacerbado presidencialismo del sistema político argentino.

Los diputados llegaron acompañados a Casa Rosada por el ministro radical del gabinete, el mendocino Luis Petri, un todo terreno que había acompañado el día anterior a su novia a la entrega de los Martín Fierro. Hasta en su amor por la tapa de la revista Gente se quiere parecer a los noventa el elenco presidencial.

La presencia de Petri llama la atención porque los seis diputados poco conocidos para el gran público que lo acompañaron son de provincias que no armonizaron sus cajas jubilatorias provinciales con la Nación por lo que el Estado nacional les debe guita.

La manito radical incluyó varias modalidades: voto en contra, abstención y ausencia. Milei llamó “héroes” a los 87 diputados que acompañaron su veto a la movilidad jubilatoria y los invitó a comer un asado a Olivos. Son los mismos que hasta ayer llamaba “ratas”.

El Presidente comienza a entender que “¡esto no es coca papi!”, la negociación en política es la clave de todo, creer que con bravuconadas y nada más se conduce un país con miles de problemas y casi 50 millones de personas, es infantil, “Así, she corta te la digo”.

El juego de las ausencias, otra estrategia

Ausentarse en una sesión caliente de diputados es una de las estrategias más comunes de los más ignotos de “los comunes”, como llaman los británicos a sus diputados nacionales. Para aquellos que llevan nombres más desconocidos que vecino de otro barrio como Belén Avico y para los súper rutilantes como María Eugenia Vidal.

¿Qué negocia un diputado que se queda en su casa para no estar ni exponer su voluntad de voto en una ley muy trascendente? ¿Qué cosa más importante tenía que hacer?

No hay muchas excusas cuando se es diputado, no corren las frases onda “tengo que ir a la peluquería” o “no puedo ir porque tengo un cumple”. Se supone que quien ocupa alguna de esas 257 bancas no tiene nada más importante que hacer un miércoles que estar en Buenos Aires.

Más llamativa se vuelve la cosa cuando la mayoría de los 16 que se ausentaron el 5 de junio, como Vidal, estuvo presente haciendo número y votó acompañando la voluntad de Milei.