Análisis y opinión

¿El radicalismo está condenado a ser un partido de provincias?

Venido a menos, pero aún haciendo pie desde el interior del país, el radicalismo argentino sigue siendo un gran misterio en cuanto a su futuro. Le han pronosticado la extinción. Parece exagerado

"Que se quiebre, pero que no se doble". El catecismo principista de Leandro N. Alem, recitado hasta la exageración, mandaba no andar con dobleces. Antes de caer en esa defección era preferible quebrarse. Eso le permitía a la dirigencia de la UCR sacar chapa de que eran gente de palabra y de conducta intachable, aunque algunos no lo fueran.

Ninguna de esas máximas sirvió para que, con la debida antelación, esa dirigencia estuviera notificada de que dicho partido, creado en 1891, podía llegar a extinguirse como hoy aseguran ciertos catastrofistas. Debe admitirse que algunos de estos alarmistas tienen algo de razón, pero no toda.

Porteños y bonaerenses presumen de batir "la justa" cuando afirman que mientras los radichetas no vuelvan a hacer roncha en la Ciudad de Buenos Aires y en la Provincia homónima, la UCR será solamente "un partido de provincias". Les faltó colocar el calificativo "triste" antes de "partido de provincias" para darle más melancolía al afán agorero.

Sin embargo, en la provincia de Santa Fe el radicalismo acaba de ganar las elecciones para constituyentes, dejando bien atrás al resto de la oferta política, incluída la opción mileísta de La Libertad Avanza (LLA), el partido de Javier Milei que salió tercero. Con ese resultado se supone que la reforma de la Constitución santafesina seguramente contendrá varios sesgos del ideario republicano y liberal de la UCR.

En otras cuatro provincias argentinas, Mendoza entre ellas, la UCR está en el gobierno, se mantiene en pie y se alista -dicen- para afrontar elecciones. Lo mismo en San Juan, Chaco y Corrientes. Pero claro, la UCR no triunfa en la gran pantalla nacional, que es la que estimula, sienta bien y otorga brillo.

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Martín Lousteau, presidente de la UCR. Personaje inclasificable.

Martín Lousteau, presidente de la UCR. Personaje inclasificable.

Con amigos así...

Paralelamente, la conducción de la UCR nacional está a cargo desde diciembre de 2023 de Martín Lousteau, personaje político inclasificable y egocéntrico, que ningún ciudadano independiente puede entender cómo llegó a tener el aval de los órganos de conducción partidaria para ese puesto.

Senador de la Nación, Lousteau está peleado con medio mundo: en el Congreso con los bloques propios tanto en Diputados como en el Senado. Los cinco gobernadores radicales lo ignoran. Fue ministro de Economía del kirchnerismo en la primera presidencia de Cristina, y entre él y ella casi incendian el país al provocar la guerra con el campo.

Como si fuera un circo venido a menos, pero aún en pie para andar en los pueblos, el radicalismo argentino sigue siendo un potente misterio en cuanto a su futuro. Es que cuando quedan raíces, éstas suelen sorprender con inesperados brotes.

En sus 134 años de vida, y con ese yeite de que prefieren "quebrarse", el radicalismo se ha especializado en largar unos cuantos de esos brotes de nuevos partidos. Sin ir más lejos el lencinismo en Mendoza, el cantonismo en San Juan, o a nivel nacional el desarrollismo de Frondizi o la Coalición Cívica de Elisa Carrió, entre otros.

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Maximiliano Pullaro, gobernador de Santa Fe.

Maximiliano Pullaro, gobernador de Santa Fe.

Cornejo y los demás

En las provincias argentinas hay caciques territoriales de la UCR que son líderes en su rodeo, pero que no logran replicar esa virtud cuando intentan proyectarse al escenario nacional. A Alfredo Cornejo se lo considera como referente provincial y tanto su paso por el Congreso (donde fue diputado y senador) al igual que su rol como presidente de la UCR nacional no pasaron desapercibidos.

Sin embargo algo le ha faltado a este mendocino (¿carisma, poder comunicativo, un "relato" más atractivo?) para poder decantar como una figura para el gran público argentino.

Lo mismo le pasa a otros gobernadores radicales, como el santafesino Maximiliano Pullaro, quien ha dicho que no se plantea ningún futuro como pretendiente a la Casa Rosada. Dice que se "conforma" con que mediante la reforma constitucional de su provincia él pueda tener una reelección, Toda la oposición de su provincia descree de tal cosa.

Los radicales de Mendoza y del país están obligados a seguir buscando alianzas. La que tenían con el PRO se pulverizó. Patricia Bullrich terminó siendo una candidata presidencial de cartón. El tiempo no ha curado la vergonzosa desesperación con que ella y su entonces jefe Mauricio Macri corrieron a ponerse a los pies de Javier Milei al otro día que Juntos por el Cambio perdiera las presidenciales. No dedicaron ni un día a pedir disculpas y dar las gracias a los votantes de Juntos por el Cambio por el aguante.

Hoy por hoy, raramente lo que queda del PRO vuelva a juntarse con los radicales, pero todo depende de lo exitoso o no que resulten los acuerdos de los gobernadores radicales con Milei y de los macristas de paladar Mauricio con el libertario.

Cuesta imaginar cómo terminará de amalgamar un pacto electoral entre Cambia Mendoza y La Libertad Avanza siendo que el presidente de LLA en Mendoza, Facundo Correa Llano, asegura que no va a ir ni a la esquina en compañía de Cornejo.

Una cosa es que el radicalismo local venga realizando un acompañamiento crítico desde que Milei asumió como presidente y otra tener que compartir listas con La Libertad Avanza bajo la batuta de Karina Millei.

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El presidente Javier Milei.

El presidente Javier Milei.

Llenos de preguntas

Otra de las dudas centrales es cuánto afectará al radicalismo tener que acompañar el perfil de extrema derecha del mileismo, o lo que es más chirriante, de derecha populista, cuando lo suyo debería ser, por historia, la centro derecha republicana, o el liso y llano centro liberal y democrático.

La decisión de apoyar a Milei es una estrategia que busca, por un lado, respetar la voluntad popular que le dijo basta al populismo kirchnerista, y por el otro permitir que el gobierno nacional consolide el saneamiento económico y la baja de la inflación, que es, además, lo que realmente alejará al kirchnerismo.

Ahora bien, esa toma de posición es a sabiendas de que hay que empezar a poner coto a las afrentas del anarcocapitalismo contra la institucionalidad y el republicanismo, en particular los crecientes ataques a la libertad de prensa.

Ante el temporal que ha desatado la irrupción de Milei en la política argentina, no sólo hay que analizar cómo están actuando las fuerzas políticas republicanas sino rescatar la ductilidad y el sentido común de la ciudadanía en general, pero particularmente de la clase media, que al mismo tiempo que apoya varias de las medidas económicas del "León" no duda en salir a la calle para cuestionar decisiones oficiales, como ciertas medidas con las universidades nacionales o la política seguida con las jubilaciones.

En medio de todo eso ¿que pueden esperar los radicales de provincias de su Comité Nacional de la UCR que pareciera haberse "kirchnerizado" o de tener un relato al que no le llega la radiación de la realidad.

Ese "triste radicalismo de provincias" tendrá futuro si junto con achicar gastos, desburocratizar el Estado, combatir las corruptelas, favorecer las inversiones, o no emitir billetes al garete nos asegura, además, respetar la Constitución y la institucionalidad, sostener la independencia de los tres poderes del Estado y descartar el insulto y el odio como arma domesticadora del Poder Ejecutivo contra la oposición y la prensa.

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