Análisis y opinión

Cristina predica un catecismo más light y ratifica a Máximo en el papel de duro

La vicepresidenta está haciendo algunos cambios en sus discursos. No ha abandonado su estilo áspero e irónico, pero ahora lo matiza con llamados a la concordia

Buena parte de las frases de Máximo Kirchner suelen tener dos protagonistas excluyentes: su madre y él. A mediados de semana y con un tono que debía leerse como "nosotros lo habíamos advertido", el diputado y jefe de La Cámpora dijo: "Se abrazaron a Martín Guzmán y éste los dejó tirados. Pero ahí está Cristina Kirchner poniendo la cara para sacar esto adelante".

Máximo abonó el terreno este jueves 7 de julio y un día después la madre, Cristina, terminó de plantar las semillas para una próxima cosecha. La vicepresidenta argentina, que venía desde hace meses cuestionando con fiereza la permanencia del entonces ministro de Economía, dijo ahora en El Calafate que "la renuncia de Guzmán fue un inmenso acto de irresponsabilidad política y de desestabilización, además de un profundo acto de ingratitud contra el Presidente". Detalle: ¿Cristina preocupada por la falta de respeto al Presidente?

"Irresponsabilidad y desestabilización", eran justamente dos cargos que se le achacaban a las primeras figuras del Gobierno nacional por la inaudita interna que venían escenificando ante el país.

Los que se abrazaron al pérfido Guzmán y ahora "quedaron tirados" van desde los integrantes del albertismo, con el propio Presidente a la cabeza, más la oposición que les votó el acuerdo con el FMI, seguidos por los medios hegemónicos, los empresarios y la clase media que pedía un poco más de cordura ante la crisis política que amenazaba con desbordarse. El internismo oficial fue mantenido a cielo abierto, durante meses, por los integrantes de la cúpula bifronte del Gobierno nacional. La pelea Casa Rosada versus Instituto Patria ha quedado como un ejemplo de antipolítica

En medio de las frases altisonantes de madre e hijo que sonaron esta semana, la vocera del Presidente, Gabriela Cerruti, trataba, sin éxito, de calmar a los argentinos y a los mercados al asegurar que "el Presidente está al control del país".

El viejo mago

Es notable la "frescura" con la que la Vice está haciendo algunos cambios en sus recientes discursos. No es que haya archivado los ataques y las ironías contra el Presidente y los "funcionarios que no funcionan". Eso sería traicionarse. Pero ahora intenta matizarlos con llamados a la concordia y a la necesidad de acordar políticas. Mandato de la dura realidad. Las cosas estaban a punto de explotar y tanto ella como Alberto decidieron apostar por un disenso más civilizado.

Pero ¡ojo! Cristina nos ha dejado en claro -con sugerencias- que este impasse de civilización la ubica a ella un escalón por encima del Presidente. Algo así como "si les gusta, todo okey. Si no, volvemos a las cartas y a los discursos heavy.

Tras el portazo de Guzmán, ella propone ahora "debatir sobre políticas y no sobre personas". Cristina advierte que "si no hablamos y no nos ponemos de acuerdo en temas centrales del país, el año que viene "no nos va a salvar ni Mandrake El Mago ni su amiga Lorna".

Los conocimientosde Cristina sobre los comics e historietas antiguas son como los que expone en materia económica. Un merengue. Mandrake no tuvo ninguna amiga Lorna. Los dos personajes secundarios de esa tira fueron en realidad "el fiel Lothar" y "la princesa Narda". La imaginación de Cristina ha fundido a esos dos personajes en uno nuevo y feminista: "su amiga Lorna", mezcla de Lothar y Narda.

Enemigo interno

Vendrán ahora varios meses en que Cristina y Máximo batirán el parche contra el "irresponsable, desestabilizador e ingrato" Martín Guzmán, quien pasará a ser tan malo como Macri. Meses en los que ellos no tendrán ninguna responsabilidad en el festival de desazón y angustia que está viviendo el país. Para muestra, un botón: Uno de los alfiles de Cristina, el legislador y titular de la CTA Hugo Yasky acaba de decir que "hay sectores poderosos que están jugando a que Alberto termine como Alfonsín. La oposición busca un final apocalíptico".

A la oposición de Juntos por el Cambio se le podrán encontrar muchos piojos, pero decir que ha estado jugando al apocalipsis es una afirmación sin asidero alguno. Si el Gobierno se mira al espejo encontrará la imagen de su peor enemigo. El kirchnerismo ultra ha incurrido en desatinos insólitos para horadar la institucionalidad de Alberto Fernández. Y el Presidente ha demorado demasiado tiempo en ignorar su debilidad, como si nada pasara.

Alberto y Cristina están entrampados. Han comprendido que deben despreciarse con urbanidad. Han vuelto a cenar juntos. A hablar por teléfono. A decirse cosas en la cara, como un matrimonio que se sabe infeliz, pero que no puede romper el pacto sin que los dos sucumban. Ella avanza. Alberto duda. ¿Cuánto les durará?

La mesa decisoria

Pareciera, entonces, que por ahora han decidido no sacar los pies del plato. Incluso se sostiene que ellos dos y el presidente de Diputados, Sergio Massa, están tratando de burilar "una mesa chica de decisiones" donde de aquí en más se debatan los temas esenciales de la agenda política, sin necesidad de pelearse en público. Ahora que no está el "irresponsable" de Guzmán y hay que apuntalar a la nueva ministra de Economía Silvina Batakis, cuya primera semana en el cargo no ha permitido aplacar las ansiedades de los ciudadanos ni del mercado.

En su discurso de El Calafate Cristina dijo que "vivimos en un mundo donde todo tiende a agravarse. Basta que abramos la puerta para sentir que todo está muy feo afuera". Eso la lleva a sostener que es mejor no hacerse los locos y a entender que se deben encontrar puntos de acuerdo. ¿Quien lo diría, no? Es cierto aquello de que no hay nada mejor que un susto para despertar a un borracho.

Hacer política, está visto, no es un asunto para Mandrake, el Mago, ni para su amiga "Lorna" , ni tampoco esa actividad es "la fresca viruta" como suele decir la Vice, quien ha tenido la deferencia de anunciarnos que por ahora no va "a revolear ministros".

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