Análisis y opinión

Alconada Mon: "Hay que tener astucia y flexibilidad para aprovechar las oportunidades"

El abogado, escritor, periodista e investigador Hugo Alconada Mon, analiza su libro Pausa, con entrevistas a 25 referentes mundiales

Hugo Alconada Mon subió otro escalón en su brillante carrera profesional con una serie de entrevistas a varias de las personalidades más relevantes del plano internacional en los tiempos que corren.

Su libro Pausa es una meditada selección de esas charlas a distancia, vía Zoom. El propio subtítulo condensa y simplifica el carácter del trabajo: 25 referentes mundiales piensan cómo será nuestra nueva vida.

La idea le surgió a Alconada Mon en pleno confinamiento por la pandemia como una manera de efectuar una contribución positiva, desde las páginas del diario La Nación, a la problemática de esta hora crítica de la humanidad. De paso, le permitió ensanchar su horizonte de reconocido periodista de investigación y docente.

“Yo soy un zapato en ciencia y salud”, admite. Por eso mismo se aprestó a escuchar con detenimiento a aquellos que acumulan saberes y experiencias dispares en todos los continentes.

“Para mí ha sido como un recorrido lleno de sorpresas, pero sobre todo de aprendizajes -añade-. Fue como tener clases particulares con algunos de los genios y genias más grandes del planeta”.

La presente entrevista con este abogado, colaborador de New York Times y miembro de ICIJ (Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación) fue realizada en el programa La Conversación de Radio Nihuil.

Como señaló un oyente del espacio sabatino, uno de los principales méritos de Hugo Alconada Mon es que “piensa complejo y comunica sencillo”. Pasen y vean.

-El título del libro, Pausa, es muy original. ¿Está referido al mundo, al lector o a vos mismo?

-Me alegro mucho que lo planteen así porque el título juega con todas esas lecturas.

-¿Por qué?

-Porque el mundo entró en una pausa obligada. Al mismo tiempo, nosotros nos vimos obligados a poner una pausa en nuestras vidas cotidianas, en nuestros proyectos, en nuestras ambiciones. Pero, al mismo tiempo, el libro en sí es una invitación a una pausa para, en términos futbolísticos, pisar la pelota, mirar un poco el campo de juego, darnos un segundo, para luego retomar, eventualmente, con una mayor astucia, con una mejor claridad sobre cómo avanzar.

-¿Y con qué expectativas encaraste a esta elite de entrevistados?

-Pregunto: ¿es acaso que estas grandes figuras como, por ejemplo, Jared Diamond, Yuval Noah Harari o Fernando Henrique Cardoso, vienen con el manual de instrucciones perfecto? ¡No! Muchas veces lo único que ellos pueden hacer es plantear preguntas; preguntas que, luego, cada uno, en su fuera íntimo, responderá. Pero son invitaciones a la reflexión.

-Es cierto porque, además, en ciertos temas las posturas entre ellos resultan bastante disímiles. Por ejemplo, el chino Ai Weiwei termina haciendo una apuesta por la soledad, mientras que otros abogan por una comunidad de relaciones más estrecha, como Fernando Savater. A su vez, varios coinciden sobre la falta de liderazgos en el mundo.

-Totalmente. Y me alegra que remarques esto porque también va por ese lado el sentido del libro. ¿Cuál es? ¿Que todos piensan igual? ¿Que todos concluyen lo mismo? No. Al contrario. La idea era buscar a hombres y mujeres, referentes en distintos campos, quienes, a su vez, desde distintos países y continentes, con distintas perspectivas, ofrecían visiones complementarias. La idea, en definitiva, era que, leyendo todas las entrevistas, uno tuviera una visión, no completa, pero sí panorámica de posibilidades.

-Y verdaderamente quedó muy matizado el conjunto.

-Es que están los que son un poco más optimistas, los más pesimistas; los que están viendo un futuro con oportunidades y esperanzas, y aquellos que ven un futuro más distópico. Y a propósito evité entrevistar argentinos con una sola excepción.

-¿Por qué dejar afuera los argentinos?

-Porque la idea era tratar de abrevar en nuevas ideas, nuevos insumos; miradas distintas, no habituales para los lectores argentinos.

-¿Y por qué la única argentina del libro?

-Porque Delia Ferreira Rubio está en Berlín y preside Transparencia Internacional. Aporta, pues, una visión distinta y más amplia de lo que podemos apreciar desde nuestro país. Como dije, para complementar aquello que no tenemos. Lo que ya tenemos y conocimos, ¿para qué volverlo a leer?

-De las 25 entrevistas que figuran en el libro solo seis corresponden a mujeres. ¿Se van imponiendo ellas como referentes mundiales? Y, por otro lado, ¿han aportado una mirada más social o humana?

-A ambas preguntas respondo que sí. De hecho, una de las críticas que yo me hacía mientras se desarrollaba esta serie de entrevistas era la escasa cantidad de mujeres que conseguía. Reitero: no que pedía, sino que conseguía.

-¿Por qué sucedía eso?

-Era algo aleatorio. Debo haber pedido unas 300 entrevistas en porcentajes más o menos parejos entre hombres y mujeres. Pero por algún motivo tuve más suerte y respuestas afirmativas entre los varones. Luego, con el paso del tiempo, esta proporción empezó a revertirse. Y aquí también resultó que sus visiones son complementarias con respecto a las ideas que ofrecen algunos varones, lo cual resulta más enriquecedor. Me quedo con una en particular, la de Tarja Halonen (no alcanzó a entrar en el libro), que se convirtió en la primera mujer presidenta de la historia de Finlandia y en una referente de la Unión Europea.

-¿Cuánto tiempo ejerció?

-Durante 12 años y fue brillante. De hecho, se retiró de la presidencia de su país con un índice de aceptación del 80%.

-¿Qué enseñanza te dejó Halonen?

-Ella remarca los activos que las mujeres, por sus propios recorridos de vida, pueden ofrecer, justamente, no en contraposición sino como complementariedad de lo que habitualmente suelen mirar los hombres. Delia Ferreira Rubio también remarca esto, al igual que Michelle Bachelet.

-¿En calidad de qué entrevistaste a Bachelet?

-No como expresidenta de Chile sino como la número uno a nivel mundial para los derechos humanos de la ONU. Ella remarca cómo las mujeres afrontan en esta pandemia dificultades adicionales propias de las tareas que habitualmente muchas de ellas asumen como, por ejemplo, trabajos esenciales, cuidar a la familia o a personas mayores, que son población de riesgo en esta pandemia. Todo eso las lleva a elevar su umbral de exposición al virus por encima del hombre que, a lo mejor, se queda trabajando en su casa frente a la computadora.

-Hablando de presidentas brillantes de estos tiempos podríamos agregar a Angela Merkel o a la jefa de Estado de Nueva Zelanda, Jacinda Ardern.

-Esos son dos ejemplos de haberme quedado en la puerta sin lograr la nota. Pero todavía estoy esperando que se me dé.

-Volviendo al concepto de “pausa”, el libro nos induce a reflexionar cómo la pandemia motivó separar lo urgente de lo que es verdaderamente importante.

-Lo cual me lleva a recordar la entrevista a la escritora chilena Isabel Allende, que habla como escribe. Ella habla y vos te vas derritiendo. Entonces, en un momento, agarra y dice: este es el tiempo de los héroes y los villanos. Inmediatamente después, añade: este es el tiempo para ajustar valores.

-¿En qué dirección?

-Yo le pedí ahondar en esta idea. Ella dice, entonces: este es el momento en cual tenemos que replantearnos cuáles son nuestras prioridades. Porque, quizás, valorábamos un viaje por hacer o un proyecto laborar o la posibilidad de cambiar el auto; y, de repente, con esta cuarentena y la pandemia, empezamos a recordar lo más valioso.

-¿Cómo ha sido en tu caso particular?

-Yo, gracias a Dios, tengo a mis dos viejos vivos. Pero ambos son población de riesgo. A mamá no le di un abrazo, no la toqué, durante diez meses. Entonces, cuando fue el cumpleaños o el Día de la Madre, ¡pagaba por darle un beso! Por mi trabajo, yo tengo que viajar una vez al año a Nueva York porque doy clases allá. Pero si vos me das a elegir entre volver a Nueva York y volver a ver a mi vieja… ¡no lo dudo. Te regalo los pasajes!

-Eso redondea el pensamiento de Isabel Allende.

-Sí, es lo que ella plantea. Hasta cierto punto esta pandemia nos ha servido como un sopapo para recordar lo valioso. Y no me quedo en lo tilingo, porque tengo claro que muchos han perdido sus empleos, han caído en la pobreza, sus hijos se desconectaron de las escuelas. Tengo amigos míos que han muerto, otros que han pasado por terapia intensiva. Comprendo que esto es mucho más que la banalidad de un beso a una mamá. Pero nos lleva a recordar qué es lo que realmente nos importa.

-Peter Frankopan es el que más valientemente plantea entre tus entrevistados que las decisiones que se tomen en China influirán en el mundo entero, más allá de la pandemia. ¿Podrías profundizar este concepto que algunos vienen analizando y otros ignorando olímpicamente?

-Muy buen punto. Varios analistas plantean esto. No necesariamente tiene que ser un punto de inflexión o de quiebre, pero, como mínimo, es un acelerador de tendencias que ya estaban allí. Es decir, una China que viene en ascenso; un Estados Unidos que está perdiendo, no calidad de superpotencia, sino fuerza; está perdiendo vapor. A su vez, fruto de la presidencia de Donald Trump, perdió interrelaciones con los europeos. Los europeos, por su parte, no quieren abrazarse a los Estados Unidos ni a Rusia con Vladimir Putin y están viendo en la Alemania de Angela Merkel una opción. Por otra parte, tenés poderes regionales, como los africanos, que mostraron francamente uno de los mejores ejemplos de cómo abordar la pandemia.

-Llamativa situación…

-Sí. Al final, los países con menos recursos mostraron algunos de los ejemplos más positivos durante estos meses.

-¿Y América Latina?

-Está ahí, dando vueltas en una cosa medio rara.

-También son muy mencionados en tus cuestionarios los organismos multilaterales.

-Muchos de esos organismos mostraron falencias clave. Porque, en definitiva, ¿dónde están las Naciones Unidas? ¡Se dedicaron a festejar el 75° aniversario en vez de ponerse a trabajar! ¿Dónde está el Consejo de Seguridad? ¿Dónde está el G7? ¿El G20? Uno de los entrevistados, Moisés Naím, remarcaba que una de las dificultades propias de estos organismos son las personas que lo integran. Y eso es lo que explica la diferencia entre 2008 y 2020.

-¿Por qué? ¿Cuál es esa diferencia?

-En 2008, el que estaba al frente del G7 era George W. Bush. Te puede gustar o no. A mí no me gustaba. Pero, comparado con Donald Trump, ¡era mil veces mejor!

-¿En qué sentido?

-Porque Trump, como se sabe ahora, en la primera reunión del G7, ya en plena pandemia, les exigía a los otros miembros de las potencias más importantes del planeta que emitieran un comunicado de prensa hablando del virus chino, no del coronavirus. Con lo cual, por esa estupidez, terminó demoliendo las negociaciones y ya no hubo más reuniones del organismo dirigidas a este tema.

-¿Y en el G20?

-Mientras que en 2008 la presidencia pro tempore estaba a cargo del primer ministro británico Gordon Brown, ahora tenías al frente del organismo durante la pandemia al número uno de Arabia Saudita que, a su vez, tiene pedido de captura internacional y está acusado del asesinato del periodista (Jamal) Khashoggi. ¿Me quieren decir quién va a querer reunirse con esa persona? Con lo cual, no tenías ni el G7 ni el G20.

-¿Qué tuviste a cambio?

-Hubo que optar por tener soluciones regionales: la Unión Europea tratando de ayudarse a sí misma, los africanos haciendo una suerte de consorcio de países y terminamos como terminamos. En vez de multilateralismo, regionalismo.

-Hay una coincidencia destacable en tu libro: cada vez que alguno de los pensadores mencionó en forma espontánea a un presidente para criticar su desempeño frente a la pandemia, se repitieron invariablemente los nombres de Donald Trump y Bolsonaro. Se erigieron como el ejemplo mundial de lo que no había que hacer.

-Lo cual resulta notable desde el momento en que los entrevistados y entrevistadas tenían distintas visiones ideológicas. No es que entrevisté a todas figuras de derecha o de izquierda, sino que hubo un esfuerzo, insisto, por encontrar visiones complementarias y panorámicas.

-¿Cuál es el denominador común de esta valoración?

-Hubo alguna alusión, también, a (Nayib) Bukele en El Salvador o a (Viktor) Orbán en Hungría. Pero, en definitiva, el lamento o crítica apuntaba a aquellos líderes que, en vez de estar a la altura de las circunstancias, se aprovecharon de éstas para alcanzar sus objetivos.

-¿Dicho de otro modo?

-Esta pandemia agudizó o acentuó o potenció a aquello que ya estaba allí. Entonces, aquellas figuras que ya eran democráticas, abiertas; que jugaban, de alguna manera, con la concordia, como Angela Merkel o Jacinda Ardern, la pandemia potenció lo suyo. En cambio, aquellos que ya tenían un pequeño enano fascista o populista en sus corazones, esta pandemia los exacerbó.

-La pandemia, según dice Michelle Bachelet, no es cierto que nos ha igualado, sino que los pobres están pagando un precio mucho más alto que los ricos para mantenerse a flote. ¿Cuáles son los puntos que más te han preocupado al hacer un resumen de tu trabajo?

-Si estuviéramos en el colegio secundario abrevaría en aquella fórmula del mínimo común denominador. Si hay un eje que parecieran trasuntar las ideas de muchas de las figuras entrevistadas, es que la pandemia fue como una lupa que agigantó lo que ya estaba allí, como mencionamos recién.

-Subrayó lo bueno y lo malo…

-Claro. Aquellos países que ya tenían problemas de pobreza, de desempleo, de desigualdad o de brecha educativa, esto lo agudizó. Por el contrario, aquellos que ya tenían una apuesta hacia la investigación y el desarrollo científico, hacia la tecnología, la automatización, la apertura, esto les permitió dar un salto hacia adelante. Incluso, la situación se potenció adentro de cada sociedad.

-Las brechas internas…

-Por eso vos tenés nichos de distintas comunidades o países que avanzaron y otros sectores que retrocedieron. Un ejemplo es la educación en la Argentina. Hubo sectores de la sociedad que siguieron recibiendo clases. E incluso conozco gente que pagó maestros particulares para sus hijos durante todo el año en un jardín, en una quinta o en un country. Otros chicos tuvieron una situación intermedia, con clases por Zoom o por teléfono. Y luego tenés los chicos que se desconectaron por completo. Por lo tanto, al cabo de un año, tenés tres caminos distintos en la misma sociedad argentina con sus chicos.

-Tres países en uno. Todo un diagnóstico.

-Sí, estos son algunos de los desafíos que vamos a enfrentar, no solo en los próximos meses, sino durante años. Porque tomará años revertir el impacto en la educación o en la desigualdad social.

-Copiando a tu libro, te decimos: ¿cuál es la pregunta que no te hicimos en esta entrevista?

-(Ríe) Me encantaron las preguntas que me hicieron y agradezco esta última pregunta porque me permite cerrar con una cuota de esperanza.

-¿Por qué?

-Porque abrevo en la entrevista que le hice al economista surcoreano, profesor en Cambridge y cuyo nombre suena para premio Nobel de Economía, Ha-Joon Chang. Él plantea esto que parece un cliché, pero no lo es: toda crisis es una oportunidad.

-¿Oportunidad de qué?

-Cuando él me dijo eso, yo le repliqué: profesor, por favor, no me venga con ejemplos de Alemania o de los países escandinavos, porque no tienen nada que ver con las realidades de la Argentina. Se empezó a reír a carcajadas y me dio un ejemplo de Etiopía.

-¿Cuál fue la lección etíope?

-Etiopía comprendió que se terminaba el servicio aéreo de pasajeros tal y como lo conocíamos hasta 2019. Pero, lejos de llorar, quejarse, pedir subsidios o quebrar, Ethiopian Airlines, de la noche a la mañana, reconvirtió todos sus aviones. Quitaron los asientos de sus aeronaves y convirtieron su compañía en una aerolínea de transporte de cargas. Y escuchen esto: dio ganancias. ¡En el corazón de África, una aerolínea dio ganancias!

-¿Cómo nos sirve esto a nosotros, entonces?

-El punto es si tenemos la flexibilidad, la agilidad y la astucia suficientes para aprovechar las oportunidades mínimas que se nos presenten. Doy este ejemplo para cerrar: hay un bodeguero argentino que, a fines del año pasado, para vender un vino espumante tuvo la genial idea de ponerle una etiqueta con unas iniciales que aludían al año 2020 para despedirlo con un insulto…

-El LPQTP…

-… ¡y terminó vendiendo cientos de miles de botellas que, de otro modo, con una etiqueta común, no hubiera vendido! ¿Por qué? Porque tuvo la astucia, sagacidad, inteligencia, agilidad y rapidez suficientes para aprovechar una oportunidad. Ese es un ejemplo virtuoso.

-Un ejemplo de que sí se puede.

-Hay oportunidades. ¿Es un mundo complicado? Sí. ¿Lo será durante años? Sí. Pero, para los que estén en condiciones y sean rápidos, hay oportunidades.

-La última pregunta es la misma que el libro Pausa traslada a cada uno de sus 25 notables entrevistados. En primer lugar, ¿qué libros, películas, series de televisión o música recomendarías leer, mirar o escuchar para “aprovechar” este tiempo?

-Diría: cada uno tiene que lograr aquello que lo desconecte, que le permita tomar aire fresco, en el sentido de un hobby. Para algunos será armar un rompecabezas, para otros será leer, salir a caminar, jugar al tenis, al golf, al fútbol, a la paleta, andar en bici o tocar el piano… lo que fuere. Algo que te permita limpiar la cabeza durante un par de horas para después ducharte y seguir caminando.

-Y, finalmente, ¿qué hace usted, Hugo Alconada Mon, en su tiempo libre?

-Me gusta correr. Mis amigos me dicen Forrest Gump. Segundo, me gusta leer y recomiendo la tetralogía de Carlos Ruiz Zafón El cementerio de los libros olvidados, conformada por cuatro títulos maravillosos con algunos de los personajes más emocionantes que he leído en los últimos años. Y una

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