No se sabe bien, pero algunos historiadores creen que el término “Sun Dog” se debe a que estas manchas de luz parecen seguir al sol, como un perro sigue a su dueño. Y no solo pasa con el sol: cuando el mismo fenómeno ocurre con la luz de la luna, se los llama “Moon Dogs”.
Los perros solares pueden aparecer en cualquier parte del mundo donde haya nubes altas y delgadas con cristales de hielo, pero son más comunes en lugares fríos y en días despejados de invierno. La mejor hora para verlos es al amanecer o al atardecer, cuando el sol está bajo en el horizonte y su luz incide en un ángulo de 22 grados, el punto justo para que la refracción sea visible.
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Los perros solares no son un fenómeno nuevo. Fueron documentados hace siglos en textos de Aristóteles y en crónicas medievales, y hasta aparecen en pinturas antiguas. Hoy, gracias a la tecnología, podemos capturarlos en fotos y videos con gran detalle, pero su magia sigue intacta. No importa cuántas veces los veamos, siempre logran sorprender, incluso a quienes han pasado toda su vida en la nieve.