Trump afirmó que "he enviado miles y miles de soldados fuertemente armados y personal militar" a la ciudad de Washington, que lleva sufriendo saqueos generalizados y disturbios desde hace tres días.
Pero... los "miles y miles" de soldados de la Guardia Nacional (una sección de las Fuerzas Armadas equiparable a la Reserva, aunque es diferente de ésta) eran 800, tal y como confirmó el Departamento de Defensa.
El presidente puede enviarlos a Washington porque la ciudad tiene un estatus similar a una colonia y, por tanto, carece de autogobierno. La cuestión está en los 50 estados del país. Ahí, en teoría, las Fuerzas Armadas no pueden ser desplegadas para realizar funciones de defensa de la ley "salvo que se trate de una insurrección, una secesión (EEUU no reconoce el derecho a la autodeterminación de sus territorios), o una asamblea, obstrucción, o combinación contra la autoridad de Estados Unidos".
Esa función debe ser desempeñada por las Guardias Nacionales de cada estado. Y, hasta la fecha, 21 estados han movilizado a sus Guardias Nacionales para hacer frente a los disturbios y saqueos, en los que han muerto seis personas.
Pero, con esas bases legales - una, de 1807; la otra, de 1878 - Trump puede tener la puerta abierta para lanzar al Ejército a patrullar las calles.
El último antecedente data de hace 27 años y medio, en los disturbios de Los Angeles, cuando allá por 1992 el presidente George Bush envió al Ejército de Tierra y a los Marines a la segunda mayor ciudad de Estados Unidos para frenar una oleada de violencia en la que murieron 63 personas luego de las protestas por la absolución de los policías que habían apaleado salvajemente un año antes a Rodney King, un taxista afroamericano, y habían sido filmados, algo prácticamente sin precedentes en la época. Las protestas de Floyd habrían superado en cantidad de muertes a las de King, según algunos medios. Pero no hay un recuento oficial aún (que oficialmente en 1992 se contabilizan 54 fallecidos tras las protestas).
Trump dijo que "hoy he dicho a cada gobernador que despliegue la Guardia Nacional en número suficiente para dominar las calles".
Y, entonces, vino su amenaza: "Si las ciudades y los estados rehúsan tomar las acciones necesarias para defender la vida y la propiedad de sus residentes, yo desplegaré las Fuerzas Armadas de los Estados Unidos y les resolveré rápidamente el problema".
Trump calificó a los manifestantes violentos de "terroristas domésticos" (en EEUU es difícil legalmente calificar de terrorista a una persona que no sea extranjera) y proclamó que el derramamiento de sangre "es un crimen contra Dios".
El presidente puso mucho cuidado en dirigirse a su base electoral. Cuando habló de "proteger los derechos constitucionales" mencionó explícitamente "la Segunda Enmienda", es decir, el controvertido segmento de la Constitución que una parte del país usa como argumento para tener acceso a todo tipo de armas.
Después del discurso, el presidente de Estados Unidos dio un claro guiño al voto religioso, que es uno de sus principales apoyos. Salió de la Casa Blanca y cruzó la calle por el cordón de seguridad abierto por la policía para hacerse una foto frente a la sacristía de la Iglesia de St. John's.
La obispa de la Iglesia Episcopal que tiene bajo su jurisdicción el templo, Mariann Budde, condenó el discurso de Trump en términos muy duros.
Budde, en declaraciones al Washington Post, afirmó que el presidente no había preguntado por el estado del templo, ni pedido permiso "para hacerse una foto propagandística" con la iglesia "como decorado".
En todo caso, Trump se hizo las fotos. Cuando una periodista le preguntó, "esa Biblia ¿es suya?", el presidente le respondió con una frase que resume la jornada: "No haga preguntas".
"Tenemos el país más grande del mundo", afirmó con la biblia en la mano para la foto, después de reprimir a manifestantes que según los medios de Washington estaban de manera pacífica. Sólo para hacer campaña en esa iglesia para los fanáticos religiosos. Represión que llegó sólo para tomarse una foto. Para una "photo op" (photo opportunity). ¿Por qué? Porque puede, para mandar un mensaje y porque actúa cual "patrón de estancia" con el "patio" de la Casa Blanca.
Hillary al hueso
Su gesto ha encontrado rápidamente enérgicas respuestas. Quien fuera su rival en la carrera presidencial, la demócrata Hillary Clinton, tildó lo sucedido de "horripilante utilización del poder presidencial contra los ciudadanos". "Voten", ha animado.