La Policía de Investigaciones de Chile detuvo a una mujer que mató a su hijo de cuatro meses al someterlo a un ritual satánico. Los miembros de la secta a la que pertenecía “lo condenaron” porque lo creyeron el Anticristo.
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No es la primera vez que cultos satánicos hacen un ritual macabro, pero en este caso, el que hubiese un niño involucrado y la práctica a la que fue sometido dejó perplejos a todos los investigadores.
La secta de Colliguay, tal como se denominaba, tenía un líder: Ramón Castillo Gaete. Este se autollamaba Antares de la Luz. Su misión era evitar el fin del mundo y ahí fue que apareció Natalia Guerra. Esta tuvo un bebé mientras pertenecía a la secta y Castillo Gaete convenció a todos de que había que matarlo porque era el Anticristo y había que “evitar el fin del mundo”.
Era 2012 cuando ocurrió el hecho en la localidad de Colliguay, en la región costera de Valparaíso. Además de su líder, la secta tenía la influencia de Pablo Undurraga, que era el segundo de la organización.
Castillo había sido estudiante de música y ofrecía “sanidad interior” a través de las redes sociales. Sus conocidos lo definen como una persona “fuerte, pero encantadora”.
En 2009 comenzó a reunir gente alrededor de seminarios de autosanación y autoconocimiento. En esos cursos los asistentes consumían ayahuasca, lo que provocaba alucinaciones.
Con el paso del tiempo, sus seguidores fueron mostrándose más sumisos. Estrecharon lazos afectivos y al mismo tiempo, cada fanático se fue alejando de sus seres queridos. Incluso los obligó a deshacerse de sus mascotas.
"Les dijo que gatos y perros eran malignos... Así que mataron a sus animales degollándolos", señalan fuentes de la indagatoria.
En ese tiempo, Natalia Guerra y Undurraga eran pareja. Castillo los obligó a separarse, igual que al resto de las parejas que había en la secta. No conforme con eso, mantuvo relaciones sexuales con ella y con el resto de las mujeres del grupo. Todas la pertenecían.
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No era solamente sexo lo que buscaba. Entre todos mantenían económicamente a su líder, le facilitaban vehículos y hasta sacaban préstamos para luego entregarle el dinero. Eso sí, si alguien no obedecía una orden, se tenía que desnudar y con un palo le pegaba 45 veces. Cada vez que “el castigado” o “la castigada” lloraba le agregaba tres golpes más.
El Anticristo
Castillo a todas las mujeres les decía lo mismo: ninguna de ellas podía quedar embarazada ya que él era una deidad. Cuando Natalia Guerra quedó encinta, el niño fue condenado. Si él era una deidad y ninguna mujer podía quedar embarazada, entonces el fruto de ese embarazo debía ser el Anticristo, les dijo. Todos le creyeron.
Finalmente el chico nació. Dos días después fue sacado por la agrupación del hospital y llevado a otro lugar.
A las 23 del 23 de noviembre de 2012, la secta inició un rito para eliminar al supuesto anticristo. "Tenían un lugar donde se descargaban de las vibras negativas. Una especie de carpa iglú con el techo abierto y un forado en el piso, donde ponían piedras calientes... Con el vapor se purificaban", indica una fuente.
Fue sobre ese agujero donde pusieron una tabla y sobre ella al pequeño desnudo. Le colocaron un trozo de cinta adhesiva para no escuchar su llanto. "Antares no tocó al bebé porque podía contaminarlo. Mientras todos lloraban, se removió la tabla y el bebé cayó sobre las piedras... Pese a que tenía la boca tapada, el grito fue desgarrador", afirmó un testigo durante la investigación.
Uno de los miembros de la secta, David Pastén, tomó un cuchillo y desmembró los restos del lactante. Algo que fue reconocido por el imputado, que incluso le mostró a la fiscalía dónde había escondido el arma.
Cuando el brutal sacrificio finalizó, algunos se descolgaron del grupo e incluso vendieron sus posesiones para intentar olvidar lo que había pasado. Otros siguieron preparándose para el fin del mundo, que supuestamente llegaría el 21 de diciembre de 2012 como lo habían anunciado los mayas.
Como eso no sucedió, la comunidad se separó. Antares viajó a Perú a buscar más droga. "Mientras estaba allá se enteró de que en enero la hermana de una mujer perteneciente al grupo los había denunciado y que los estaban investigando", apunta una fuente. Desde El Cuzco, Castillo envió un mail a los miembros de la secta indicándoles: "Sé que todo se sabe, así que háganse los locos".
Según el relato de Guerra "toda la comunidad sabía que mi hijo tenía que ser asesinado después de nacer y que había que obedecer a Antares de la luz, porque él era dios". Agregó que una vez que el bebé fue lanzado al fuego "yo estaba destrozada, pero Pablo Undurraga me decía que tenía que ser así, que era mi karma. Presentía lo que iba a ocurrir con el bebé, pero eran órdenes superiores".
Uno de los investigadores afirma que tras volver a su casa y abrumada por las preguntas sobre su supuesto viaje por Latinoamérica, "Natalia comienza a caer en contradicciones. Incluso, tuvo una crisis psiquiátrica y contó todo".
El destino de cada miembro
El líder de la secta Ramón Castillo fue encontrado sin vida en 2013 en una zona aislada en la ciudad peruana del Cuzco.
La misma pena a Guerra (cinco años) había recaído en Pablo Undurraga, brazo derecho de Ramón Castillo, que ordenó el crimen y posteriormente huyó a Perú, donde se suicidó en la ciudad de Cuzco cuando estaba cercado por la Policía de ese país.
En tanto, David Pastén, Karla Franchi, María Pilar Álvarez, Carolina Vargas y Josefina López, miembros de la secta, fueron sentenciados a tres años de prisión en calidad de cómplices del crimen, pena que pudieron cumplir en libertad vigilada