Rousseff será así la primera mujer en gobernar al gigante sudamericano y heredará el país queforjó, durante dos mandatos, su padrino y mentor: el actual presidente, Luiz Inácio Lula da Silva. De guerrillera a ministra, luego candidata y ahora mandataria electa. La carrera de estamujer, de 62 años, creció bajo el ala de Lula y su triunfo en los comicios del domingo debe leerse,para muchos, bajo un único principio: el de la continuidad. Los brasileños eligieron a quien trazará, al menos en los papeles, una línea sin rupturas conla actual gestión. La popularidad rampante del mandatario lo deja con un 83% de apoyo de susconciudadanos, que consideran su tarea como "óptima o muy buena", según encuestas difundidas a sólodos meses de su salida del Palacio de Planalto. "Esta elección es, ante todo, un triunfo del presidente Lula. Él escogió una candidata a la que le puso un voto de confianza, una persona que nunca había disputado una elección. Y logró untriunfo apabullante para los dos", le dijo a BBC Mundo el profesor de Relaciones Internacionales dela Universidad Federal Fluminense, William Gonçalves. Para algunos, el triunfo del hombre que no disputó la elección es incluso más importante queel de Rousseff para el futuro del oficialista Partido de los Trabajadores (PT). Así lo afirmó, porejemplo, el el ex ministro del Gabinete Civil, José Dirceu, quien destacó que, por primera vez, lasurnas dieron el visto bueno al partido y no a su líder máximo.
Desmarcarse y crecer El mismo Lula ha asegurado que quiere dedicarse a descansar tras siete años en el poder y queansía que el gobierno de su delfín adquiera "una cara propia". Sin embargo, la misión de romper el cordón umbilical será uno de los primeros desafíos parala electa jefa de Estado. Según el analista político Fabio Reis, de la Universidad de Minas Gerais, "hay dudas sobrehasta qué punto ella estará influenciada por un Lula en la sombra o pasará a tomar la iniciativa". "Dudo que se lance a buscar cambios significativos", comentó el experto a BBC Mundo. Lo cierto es que Rousseff misma ha admitido que la figura de Lula gravitará en su gestión. "Le tengo inmensa confianza política y personal. Siempre que pueda, hablaré con él. Tendré con él una relación muy íntima y muy fuerte", dijo la candidata, horas antes de su victoriaelectoral. Para algunos, la cercanía con Lula no necesariamente será signo de debilidad, sino puraconveniencia política. "Ella no da señales de querer desmarcase, al menos inicialmente, y no hay nada de malo en insertarse en una línea de confirmación de un proyecto nacional que ya tiene mucho peso", señaló elanalista internacional Federico Merke a BBC Mundo. La figura del actual presidente, agigantada por su desempeño en la arena internacional y sureconocimiento como un estadista de primera línea, pone el listón muy alto para su heredera. Lulaes un hombre de acción que gusta del protagonismo y Dilma no tiene la misma personalidad. La suyaserá, coinciden muchos, una gestión de perfil mucho más bajo.
Con alianzas En algún sentido, la primera mujer presidenta de la potencia sudamericana llegará al Palaciode Planalto con un respaldo incrementado respecto de su antecesor. Tiene, por caso, la carta deapoyo que le aporta su vicepresidente, Michel Temer, del Partido del Movimiento DemocráticoBrasileño (PMDB), uno de los mayores del país. "Hay que prestar atención a Temer, es clave para la gestión. El apoyo del PMDB se suma al del de PT y eso podrá compensar la inexperiencia política de Dilma", señaló Gonçalves. Esa alianza obligará a Rousseff a encontrar un delicado equilibrio en el reparto de cargosministeriales. Pero, en el proyecto de un gobierno "para todos" –como ella ha prometido-, deberá ademásrecomponer lazos con la oposición, después de una campaña agresiva en la que se jugaron cartassucias para intentar arrimar votos. En las filas contrarias, dudan de que ello vaya a ser posible. El ex gobernante FernandoHenrique Cardoso calificó a los referentes del PT de ser "detonadores de puentes", que difícilmentevayan a lograr consensos extrapartidarios ni hacer concesiones.
Es la economía, Dilma El país que hereda Rousseff muestra los avances de los últimos años en varias materias, sobretodo en el campo económico y social. Por un lado, Brasil parece haber encontrado el rumbo del crecimiento con inflación contenida,pero a la vez su gasto y deuda públicos se han multiplicado sin pausa. Mientras que su economía seposiciona como la octava más fuerte del mundo, el país ocupa el puesto 72 en términos de ingresoper cápita, detrás incluso de otros países latinoamericanos como Argentina y México, según datosdel Banco Mundial. Resolver estos dilemas es parte de la cuenta pendiente que Lula pasará a su sucesora. Según analistas consultados por BBC Mundo, el modelo de crecimiento estable con una monedaapreciada respecto al dólar no está siendo cuestionado fronteras adentro. "La expansión del mercado interno ha tenido que ver en gran parte con ese crecimiento, alimentado por el acceso a cuotas y créditos para unos 30 a 40 millones de brasileños que seincorporaron a la clase media durante los mandatos de Lula", indicó Merke. Pero, a la vez, la tasa de interés de Brasil es una de las más altas del mundo y su cargafiscal representa el 36% del Producto Interno Bruto nacional, lo que la convierte en la más elevadade América Latina. "El gobierno ha emitido mucho dinero, por ejemplo con el Programa de Aceleración del Crecimiento (PAC, lanzado en 2007), y hoy el desafío es cómo ir más allá, porque si hay crisisfiscal o recesión esos nuevos integrantes de la clase media se volverán a caer", agregó elanalista.
Dentro y fuera Una por exitosa y otra por ignorada, hay dos misiones aguardando a Rousseff a su llegada alsillón de mando. Por un lado, la ardua tarea de mantener la ajetreada agenda diplomática del mandatariosaliente, quien puso a Brasil "en boca de todos" y, concretamente, le dio voz en foros de poderinternacionales, desde el G-20 al Fondo Monetario Internacional (FMI) o la Organización de EstadosAmericanos (OEA). "La política internacional de Brasil en los últimos dos años tuvo como fundamento el cambio de las condiciones mundiales: no son iniciativas que han surgido simplemente de un diagnóstico deItamaratí (la cancillería). Brasil ha modificado su estatus, dejando de ser una potencia regionalpara ser un actor global, y este es un dato de carácter permanente", opinó el analistainternacional Jorge Castro, ante BBC Mundo. Menos lucido, en cambio, ha sido el desempeño de Lula ante una de las manchas negras de sugobierno: la corrupción. "Hay consenso que la corrupción ha aumentado y Dilma va a tener que batallar esto: acabar con el amiguismo, detener el crecimiento del sector público que el PT ha hecho sobre la base delclientelismo y generar un Estado más eficiente", concluyó Merke. En su primera alocución tras la nominación en las urnas, Rousseff se refirió a una "inmensafuerza que brota del pueblo" que la ayudará a vencer sus mayores desafíos. "Ahora es hora de trabajar", prometió. Cuando despunte 2011, le llegará la hora de traducir esa fuerza en política y los desafíos, en respuestas.