El rostro que recibió era el de Adrea Schneider, una mujer de 31 años. Su abuela fue la gran artífice del trasplante que salvaría la vida de Katie.
Pero no solo la vida de Katie cambiaría por completo, sino también la de sus padres, que fueron un pilar para ella. Aprendieron todo para cuidarla, para darle los medicamentos por un tubo que llegaba a su estómago.
"Las imágenes de este artículo son duras. Pero si te pedimos que nos acompañes en el extraordinario viaje de una joven que se sometió a un trasplante de cara, es porque revela algo profundo sobre nuestra humanidad. Nuestro rostro expresa quiénes somos, mostrando miles de emociones. Es nuestra puerta al mundo sensorial, lo que nos permite ver, oler, gustar, oír y sentir la brisa. ¿Somos nuestro rostro? Katie Stubblefield perdió el suyo a los 18 años. A los 21, los médicos le dieron uno nuevo. Esta historia habla de traumas, identidades, resiliencia, devoción y milagros médicos increíbles", expresaba National Geographic al presentar las fotos.
Watch One Family's Journey Through A Life-Changing Face Transplant | National Geographic
El día que el mundo de Katie se deshizo
Katie Stubblefield estaba en el secundario cuando la familia decidió mudarse de Lakeland, Florida, a Owensboro, Kentucky. Cuando apenas lograba instalarse, volvieron a cambiar de sitio para ir a vivir a Oxford, Mississippi.
Fue allí que se enamoró de un compañero. Estaban en tercer año. El amor creció y tanto fue así que hasta empezaron a hablar de casarse.
Sin embargo, esa estabilidad que quizás buscaba, se vio interrumpida. El año anterior le habían extraído el apéndice y las complicaciones hicieron que se le debiera extraer la vesícula biliar. En medio de las operaciones y la recuperación, sus padres recibieron la peor noticia: quedaban abruptamente despedidos de sus trabajos, cuyos contratos no serían renovados.
Sus padres eran docentes en la misma escuela a la que ella acudía. Katie sintió ese accionar del director como una traición y quedó devastada.
Poco después, el 25 de marzo de 2014, descubrió que su novio le mandaba mensajes de texto a otra chica. Herida y enojada lo confrontó y él rompió con ella.
Desesperada, después de ir de un lado a otro sin encontrar consuelo, tomó el rifle de caza calibre .308 de su hermano Robert, apuntó debajo de su barbilla y apretó el gatillo.
Él estaba afuera con su madre. Cuando escucharon el estruendo, encontró la puerta del baño cerrada, la pateó y se topó con la peor imagen: la pequeña Katie cubierta de sangre.
"Su rostro se fue", atinó a decir mientras la socorría.
Algunas de las duras imágenes que fueron publiacadas, del antes y el después de la cirugía
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