Pandemia

Coronavirus: los abuelos españoles que le ganaron una dura batalla al Covid-19

Teresa Medina, a sus 88 años le dio una dura pelea al coronavirus y, lo que es más importante, terminó ganando la batalla. La suya no fue la única victoria. porque su marido, Máximo Maté, con 91 años, también logró doblegar al "bicho". Ambos volvieron a su casa del barrio de San Pedro Regalado, de Valladolid. Tal vez el santo del mismo nombre, pero distinta advocación, tuvo algo que ver en que esta pareja de mayores se recupere del virus después de un mes "tremendo y horrible", según reconoció su hija Ana.

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"San Pedro me dijo que ya no había cupo y que me volviese a casa". Teresa lo dijo claramente convencida y consciente. Esa fuerza de seguir y el buen trabajo de los profesionales médicos del Hospital Clínico de Valladolid, para quienes inundan de elogios y reconocimientos por haber hecho posible que las estadísticas fallaran.

Ahora, ya instalados nuevamente en casa, han vuelto a la rutina y ven pasar las horas jugando partidas de cartas, juegos de mesa y las labores "de coser". Ana, que dejó su casa en Villarmentero para acompañar a sus padres durante el aislamiento y poder cuidarlos, recordó el mes que tuvo que padecer desde que el 20 de marzo su madre sufriera el primer ataque del coronavirus y se confirmara el positivo.

A pesar de las patologías previas y las contraídas por efecto del coronavirus Covid-19, Teresa no llegó a necesitar internación en la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI), aunque sí tuvo que ser aislada en la clínica vallisoletana. "Estuvo muy malita, creíamos que no salía", recordó su hija, para luego afirmar que "le creo cuando dice que vio a San Pedro y la mandó a casa".

La envidiable vitalidad de Ana le permite asimilar una dura experiencia, parecida a la que durante los últimos meses están viviendo miles de personas en distintas partes del mundo que sufren por la soledad de sus mayores en una cama de hospital.

Pero las enfermeras y los compañeros de habitación hicieron posible que se mantuviese vivo el contacto diario con la familia, con Ana -que dio "indefinido" en el test de coronavirus- y con los otros dos hijos, Juan Carlos (fue positivo) y Alejandro (también quedó aislado por precaución). Pero también con sus nietos, Álvaro, Jorge y Patricia, y sus dos bisnietos.

Casi un mes de hospital

Para Teresa fue casi un mes de hospital que dejaron mucho sufrimiento en su esposo Máximo. "Se vino abajo, no quería comer ni caminar", rememoró Ana. Pero luego su mujer mejoró su estado de salud y el 14 de abril una ambulancia la trasladó hasta su casa, aunque lo que nunca podrían imaginar en la familia Maté-Medina es que hubiese una segunda batalla.

Es que al momento que Máximo vio llegar a su esposa, de la emoción se desmayó y los servicios de urgencia tuvieron que trasladarlo al hospital, donde confirmaron que había sufrido un infarto cerebral, aunque posteriormente también dio positivo en coronavirus.

Como en el caso de Teresa, también con Máximo, San Pedro debió pensar que aún no había espacio en sus dominios y que su lugar seguía estando en el barrio de Valladolid. Después de permanecer internado ocho días en el hospital, el jefe de la familia pudo cambiar las "emocionadas" conversaciones de teléfono con su mujer por hacerlo cara a cara.

El reencuentro, como todos se imaginaron, fue entre un mar de lagrimas del matrimonio, al que virus había separado después de 67 años de casados y de 74 de compartir vida, y de los hijos, de Ana, pero también de Juan Carlos, que desde el balcón de su casa (vive frente a sus padres y pudo contemplar la escena) y de Alejandro, al que le llegó el emotivo momento a través del teléfono.

Ahora resta recuperarse para retomar poco a poco la necesaria actividad. La hija de este matrimonio asegura orgullosa que ambos lo están logrando y lentamente van recuperando parte de su independencia.

Para ellos será difícil volver al grupo de teatro "La Campiña", en el que participaron hasta febrero pasado, pero ¿quién sabe? Por ahora todos están tratando de olvidar aquellos días "durísimos y horribles" que terminaron en "un milagro". Todo eso quedó atrás para volver a disfrutar de los "bises", como les llaman los dos bisnietos, los hermanitos de ocho años, Valeria y Alejandro.

El pasado domingo, en su primer paseo tras el permiso a los menores de abandonar el aislamiento, los mellizos no dudaron en caminar hasta la casa de sus bisabuelos quienes, desde una ventana, les lanzaron dos huevos kinder, el regalo habitual que recibían los pequeños cuando aún se podían tocar y abrazar con sus abuelos.

Hasta que eso ocurra, Máximo y Teresa continuarán compartiendo partidas de naipes al ludo y al "tute", alternando paseos por el pequeño patio o viendo las noticias del Canal 24 Horas y clamando: "¡Vaya, de la que nos hemos librado!".