El entusiasmo por la división deportiva de la marca japonesa ha sufrido un revés reciente. Según informa el prestigioso sitio Car and Driver, la introducción de una caja automática en el Toyota GR Corolla no ha cumplido con las expectativas de los entusiastas. Si bien la transmisión manual sigue siendo objeto de alabanzas, la variante automática de ocho velocidades ha transformado negativamente la personalidad del vehículo. Los expertos coinciden en que, al intentar democratizar el acceso al deportivo, se ha sacrificado la conexión visceral que definía al modelo.
La estrategia comercial resulta comprensible desde una perspectiva financiera. El mercado global favorece ampliamente las transmisiones automáticas, y su incorporación busca asegurar la rentabilidad del proyecto a largo plazo. Vender más unidades es crucial para mantener viva la producción de estos vehículos de nicho y garantizar futuras generaciones. Además, la actualización trajo consigo un incremento en el par motor y mejoras en la refrigeración, diseñadas teóricamente para soportar un uso más intensivo en circuito.
Los problemas de calibración en el Toyota
Sin embargo, la ejecución técnica ha dejado mucho que desear según las pruebas realizadas. El comportamiento de la transmisión automática resulta errático en conducción deportiva, presentando cambios ascendentes prematuros y reducciones tardías. Incluso se reportan cambios innecesarios a mitad de curva, lo que desestabiliza el equilibrio del coche. Aunque el conductor puede intervenir mediante las levas detrás del volante, la programación base evidencia una falta de afinamiento para un coche de estas altas pretensiones dinámicas.
A esto se suman modificaciones profundas en la suspensión y el sistema de tracción total. La marca buscó mayor estabilidad alterando los resortes y la geometría, además de cambiar la gestión electrónica del reparto de par entre ejes. El resultado es un coche que se siente menos ágil y juguetón al límite. La gestión computarizada de la tracción en el modo de pista elimina la sensación mecánica y predecible que ofrecía la configuración anterior, restando puntos en la experiencia de manejo.
Comparativa con el sedán y consumo ineficiente
Otro punto bajo destacado por la crítica es la eficiencia energética. Contrario a la tendencia tecnológica actual, esta versión automática consume más combustible que su contraparte manual, registrando peores cifras tanto en ciudad como en autopista. Además, al observar el interior, se hace evidente que el habitáculo no ha evolucionado lo suficiente respecto al sedán o hatchback base de la familia Toyota Corolla. Los materiales y el diseño se sienten anticuados para un vehículo cuyo precio supera los 50.000 dólares en la unidad probada.
La conclusión del medio especializado es contundente: en su afán por abarcar más mercado en 2025, el producto final ha perdido brillo. Aunque es un vehículo competente, la versión automática no logra justificar su existencia frente a la manual, ofreciendo menos diversión por más dinero y mayor consumo de combustible. Por estas razones fundamentales, el modelo ha quedado fuera de la lista de finalistas en las evaluaciones anuales de los mejores vehículos del año.





