Consciente de que la seguridad es una de las áreas que, sea cual fuere el color político que gobierne, nunca deja de estar en rojo, la gestión de Alfredo Cornejo ha decidido enfatizar la acción en esa materia.
El primer paso es conseguir el aval legislativo que le permita declarar la ley de emergencia en seguridad.
Con esto podría agilizar la compra de elementos para la Policía, pero sobre todo modificar aspectos fundamentales en la formación de los agentes.
La experiencia de los últimos años en Mendoza revela que no ha sido una solución apurar los tiempos y flexibilizar tanto los requisitos para ser parte de la fuerza policial.
Está a la vista que no es necesariamente la cantidad de uniformados lo que hacía falta sino la calidad de estos.
Una educación endeble, la inmadurez propia de la corta edad y la velocidad con que se los enviaba a las calles sin el entrenamiento elemental lo único que dieron como resultado es una fuerza policial poco profesional.
En esas condiciones, se complica darle batalla a una delincuencia que sí parece estar cada día más actualizada en sus estratagemas, armas y recursos tecnológicos.
Enfrentarla implica una fuerte inversión y, ante todo, un plan concreto que no puede soslayar la profesionalización de los efectivos.
El policial es un mundo en sí mismo que históricamente ha tenido sonados chispazos en su vínculo con lo político.
Recomponer esa relación tan conflictiva hacia adentro es uno de los principales ejes de Cornejo y su equipo.
Una fuerza organizada y vertical, que responda al mando político, es la esencia de aquella política de Estado que se planteó a fines de 1998, tras la recordada revuelta policial.
Sin embargo, esa nunca fue una línea recta. En el camino hubo vaivenes que no se corrigieron del todo, por lo que se requiere sin dilaciones recomponer el rumbo.
Después de un inicio de gestión marcado por señalar recurrentemente la pesada herencia recibida, era necesario apurar el tranco en otros temas que no fueran únicamente los salariales.
Reinstalar la seguridad entre las prioridades era una deuda que empieza a saldarse.