Bajo estrictas medidas de seguridad, se alojaron el viernes en The Vines, ubicado en medio de los viñedos. Se trasladaron en helicóptero desde la IV Brigada. El Presidente se sacó fotos con los empleados y se hizo masajes

Macri y Awada pasaron la noche en un lujoso resort de Tunuyán

Por UNO

El presidente Mauricio Macri luego de la intensa agenda que tuvo entre la Cumbre del Mercosur y el acto de presentación de los candidatos de Cambiemos, se relajó y se salió del estricto control y protocolo y antes de dejar la provincia pasó, junto con su esposa, Juliana Awada, una noche en el lujoso hotel y spa The Vines, en Tunuyán.

El mandatario llegó al resort, que está ubicado en medio de 670 hectáreas de viñedos, en helicóptero desde la IV Brigada. El hotel de lujo cuenta con un helipuerto y ha recibido, en los últimos años, a muchos empresarios, artistas y políticos de diferentes partidos, por lo que tiene un reconocimiento muy importante en ese ambiente.

El Presidente llegó al resort el viernes luego de finalizar el acto político en la Federación Mendocina de Box. Esta vez su esposa no participó en ninguno de los eventos oficiales de Macri en la provincia.

Ambos cenaron en el restorán Siete Fuegos, del chef Francis Mallmann, pero los platos que comieron no fueron elaborados justamente por el reconocido cocinero ya que no estuvo el fin de semana en Mendoza por encontrarse cocinando en un evento en Inglaterra.

Aunque sólo pasaron una noche y se fueron ayer pasado el mediodía, el Presidente aprovechó el poco tiempo y se hizo masajes en el spa. "Todos los tratamientos se adaptan a sus preferencias y están diseñados para sumergir totalmente sus sentidos", describen en la web del hotel. Por razones de seguridad ni siquiera en el hotel hubo información sobre la visita de Macri y la primera dama. De hecho el hotel mismo, al encontrarse en medio de los viñedos y contar con cámaras en todo el complejo, garantiza máxima seguridad.

Otro de los pilares del lugar, además del lujo y el confort, es la discreción. De hecho, el Presidente se dejó sacar fotos con los empleados pero les pidieron que no las difundan. Diario UNO consultó a The Vines pero no quisieron dar detalles de la visita presidencial.

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Cae el sol en la espectacular Mendoza.

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Dueño de casa para irse por la puerta de atrás

(José Luis Verderico: jefe de Noticias de Diario UNO)

Casi en secreto se fue de Mendoza el presidente Mauricio Macri, después de cuarenta horas repartidas entre la Cumbre del Mercosur, el lanzamiento de la campaña de la coalición gobernante y el descanso familiar en el Valle de Uco.

Pasadas las 14 despegó junto con su esposa, Juliana Awada, en el avión Tango 10. La máquina, sucesora del histórico Tango 01, los esperaba en la pista de la IV Brigada Aérea al rayo del sol y en soledad, ya que poco antes un mensaje presidencial había sido tajante: cancelar todos los protocolos en marcha. El mandatario quería irse de la provincia sin testigos ni cámaras.

La orden surgió apenas el matrimonio presidencial subió en Tunuyán al helicóptero rumbo a la aeroestación en Las Heras. Habían pasado las últimas horas del viernes y las primeras de ayer para reponerse del cierre del cónclave latinoamericano y del acto político en la renovada Federación Mendocina de Box.

Se desbarató entonces el cordón de efectivos de la IV Brigada organizado con antelación en honor del actual jefe de las Fuerzas Armadas, el mismo cordón de uniformados que desde el jueves a la tarde habían recibido a los vecinos Tabaré Vázquez, Bachelet, al propio Macri, Temer, Cartes y Evo.

La súbita cancelación de los protocolos sorprendió, pero fue una demostración más del escaso apego presidencial a ser parte activa de algunas actividades que tanto cuesta organizar y que, ineludiblemente, deben funcionar como un reloj suizo.

Hubo dos antecedentes inmediatos: el jueves, a las 22.20, apenas pisó suelo mendocino, Macri pasó de largo cuando le hicieron notar que tenía a disposición un micrófono para saludar a civiles y personal de las Fuerzas Armadas que lo esperaban al pie del avión. Pero a diferencia de la chilena Bachelet y del uruguayo Tabaré, que dedicaron algunas palabras a la tierra mendocina y a los connacionales que habitan aquí, el argentino abordó, como una ráfaga, el auto presidencial con destino al hotel.

Esa misma tarde había quedado claro que Macri no quería moros en la costa. Ya en plena fiebre social, política y del tránsito en las calles y accesos del Gran Mendoza por el ir y venir de comitivas y escuadrones de seguridad, desde la organización de la Cumbre del Mercosur advirtieron a la prensa acreditada de que, contrariamente a lo largamente estipulado, informado y difundido, los periodistas, fotógrafos y camarógrafos finalmente no tendrían acceso a la IV Brigada para documentar los arribos de Macri y de Temer, como sí habían podido hacerlo con Tabaré primero y Bachelet después. Primera cancelación inesperada.

Respecto de Temer, era previsible que se mostrara poco y nada por fuera de la foto de la Cumbre, porque la situación política en su país exige prudencia. ¿Pero Macri? ¡Con lo bien que habla de los vinos mendocinos cada vez que tiene la ocasión...! ¡Con lo fuerte que abraza al gobernador Cornejo para mostrarlo al electorado y a la clase política como un hijo pródigo (que fue al kirchnerismo y regresó) cada vez que tiene la oportunidad...! ¡Con lo orgulloso de Mendoza que se declara cada vez que puede...! Fue una pena que Macri se haya ido así, ayer, de esta tierra, como quien se va sin querer ser visto. Por la puerta de atrás.