-Bueno, compa, nos vemos el jueves a las 11 en la plaza para acompañar otra vez a las Madres.
-Ojo que para el jueves están pronosticadas lluvias todo el día. No creo que haya marcha.
-Olvidate. ¿Vos creés que por una lluvia las Madres no van a marchar?
-Sí, ya sé, ellas nunca aflojaron. Ni en las peores épocas, cuando las perseguían. Pero tené en cuenta que las de este mes no son lluviecitas así nomás. Son tormentas. Y las Madres ya están grandes. Tienen entre 80 y 90 años...
-Es verdad, compa. Igual van a estar, te lo aseguro.
-Ojalá, aunque tienen que cuidarse. Y tenemos que cuidarlas. Nos vemos entonces el jueves, compa.
El diálogo precedente ocurrió el martes en un café del centro de Mendoza entre dos militantes de organizaciones sociales, un cincuentón y un veinteañero. El más grande era el más optimista en cuanto a la presencia de las Madres en la plaza. El más joven tenía algunas dudas.
Lo cierto es que los compas se reencontraron este jueves, a la hora convenida, en la plaza San Martín, en el costado noreste, donde cada jueves, desde hace casi 40 años, se reúnen las Madres mendocinas de Plaza de Mayo.
Ya se habían juntado unos 50 militantes, amigos y familiares cuando apareció la María. Siempre sonriente, la referente local de la agrupación que nuclea a las madres de los desaparecidos antes y durante la dictadura cívico-militar, saludó uno por uno a los presentes. Luego se puso el pañuelo blanco en la cabeza. Allí está escrito el nombre de su hijo Walter Hernán Domínguez, estudiante de arquitectura y chofer de colectivos, secuestrado en diciembre de 1977. Él y Gladys Castro, desaparecida desde la misma fecha, son los padres de Claudia, la nieta recuperada número 117, o sea, la nieta de María.
Y seguimos con la María, ayer, en la plaza. A las 11.30 dijo: "Bueno, vamos". Y arrancó. Extendió la bandera azul con letras blancas que dice "Ni un paso atrás" y comenzó la marcha, como hace 39 años.
A esa hora la lluvia caía implacable. Dos paraguas compañeros cubrieron entonces a la María, que a paso lento encabezó la marcha, matizada por los gritos de aliento del Locogatti Tramontina y coronada por la música de Jorge Cuello, del Grupo Alturas, quien al finalizar la ronda tomó el charango y entonó la canción preferida de la María: Hasta siempre, Comandante, del cubano Carlos Puebla, en honor al Che Guevara.
Un periodista amigo, que estuvo ayer en la plaza, tomó fotos de la marcha. Las subió a las redes sociales bajo el título "La lluvia no para, la lucha tampoco". Es el título apropiado par esta nota.