Tiene 65 años desde hace un par de meses. Y una jubilación desde entonces. Pero es sólo el final de esta etapa de su historia. Su bitácora completa dicen que tiene 39 ascensos a la cima del Aconcagua (6.962m) y más de un centenar de discípulos que hicieron cumbre con él. Es el profesor de la montaña por excelencia, el docente, el maestro. Es El Teje, Carlos Tejerina, que dicen que se ha jubilado pero que jamás nadie lo podrá desarraigar de las laderas de la cordillera de los Andes. "Mi idea de vivir es con sueños, que después se vayan transformando en objetivos concretos", dice. Y así ha sido y será en su mundo.
"Lo más lindo que me ha pasado es poder combinar ser un guía de montaña profesional y, a la vez, un docente de la universidad", dice, mientras todavía le dura la sorpresa de ser motivo más que justificado de una nota.
Pero en la montaña lo tienen casi como una leyenda del andinismo nacional. Fue docente y responsable del Centro Universitario de Andinismo (CUDA) de la UNCuyo durante 30 años. Ha sido integrante de la primera patrulla civil de rescate del Aconcagua, instructor de casi todos los andinistas de Mendoza y guía incansable.
Por ser docente del CUDA, en el que se acercaban a la montaña estudiantes, ex estudiantes, docentes y no docentes de la universidad y amantes del deporte, lo recuerdan aquellos que ahora son médicos, abogados, fiscales, profesores y decenas de profesionales de las más variadas áreas que entrenaron con él.
"La montaña nos ha dado mucho y también nos ha quitado, alguna vez. Pero siempre son muchas más las cosas lindas, muchas más las satisfacciones. Por ejemplo, trabajar con gente joven ha sido maravilloso y es lo que más extraño ahora", dice.
Nació en Mendoza y desde niño, desde casi siempre, fue un apasionado del deporte. Primero su obsesión fue la natación e integró el equipo del Club YPF y luego el del Club Mendoza de Regatas, donde estuvo nadando hasta los 20 años. "Después fui entrenador de natación del Regatas y allí comencé a participar de las actividades de andinismo del club", recuerda.
Pero ese gusto por la montaña venía de antes. "Siempre me gustó. En la secundaria habíamos armado un grupo de amigos y organizábamos salidas, especialmente en vacaciones de invierno. Íbamos con lo mínimo. Bolsos y frazadas... No teníamos equipo de montaña. Desde allí me comenzó a gustar", relata.
Luego vino el servicio militar en Puente de Inca, en la Compañía de Esquiadores (hoy Compañía de Cazadores). "Me encantó la formación que nos dieron. Estábamos muy en contacto con la montaña", afirma.
El Teje pasó de ser entrenador de natación en el Regatas a ser instructor de montaña en el mismo club. Fue un traspaso casi natural.
Hasta que llegó 1987 y "comencé a trabajar en la Universidad Nacional de Cuyo. Era un programa muy lindo de montaña, el del Centro Universitario de Andinismo. Entonces empecé a trabajar en el verano a trabajar en el Aconcagua y como docente en la UNCuyo", expresa.
Carlos Tejerina cuenta que "subimos 14 veces al Aconcagua con los grupos del CUDA por la ruta normal, por la del Glaciar de los Polacos y por la Falsos Polacos. Además también subimos al Tupungato, al Mercedario... Había mucha actividad en esa época".
Con la dirección de Tejerina el CUDA fue el primer club universitario en hacer cumbre en el Aconcagua por la ruta directa del Glaciar de los Polacos. Fueron 23 jóvenes coronando al gigante.
Claro que los cuyanos no son las únicas cumbres de Carlos. El monte Mckinley, el Mont Blanc, travesías en la Antártida y las cumbres de varios otros cerros de Europa... Muchos.
"¿Cuántas cumbres del Anconcagua?... y... Fueron 34 con gente, con expediciones, y otras 5 o 6 en forma deportiva... ¿Cuántas personas guié a la cumbre?... y... más de 100".