No contento con eso los fanáticos se autocovocaron en la Plaza de Jerónimo del Barco y desde allí partieron en una caravana de autos y motos. Al llegar a la casa blanca del Cerro, ya eran varios cientos y la tarde se sentía como un viernes cualquiera en el baile.
Pancartas, banderas, regalos, una banda musical, bailarines (profesionales y amateurs), botellas de vino y mucha, pero mucha pasión cuartetera. Familias enteras se reunieron para volver a ver a su ídolo y decirle cuánto se lo quiere y extraña.
Lo más cuestionado del festejo fue el amontonamiento de gente, muchos de ellos sin usar barbijo ni respetar las distancias por la pandemia.
El cantante estuvo más de una hora en el balcón, recibiendo saludos y atajando banderas y regalos como lo hacía 10 meses atrás en el escenario. Pasadas las 19 horas la policía dispersó a los fanáticos, que se fueron en paz a sus hogares, con la alegría de haber vivido una fiesta y haberse sentido, aunque sea por un ratito, (al aire libre y sobre la calle) como si estuviese en un baile.