Y si bien los compositores y cantantes ya transitaban esas fusiones desde el lenguaje poético aplicado y la inspirada magia de sus guitarras, ahora con la presencia enchufada de tres músicos la propuesta pasó de ser esbozo y posibilidad a hecho contundente y concreto.
"Este trabajo implica volver a la independencia pero no como se usaba en los 80 y los 90 por estar 'en contra de' sino trabajando el doble o el triple pero para hacer lo que realmente necesitamos por hacer 'el' disco que queríamos hacer, nuestro disco fuerte", le anticipó Orozco a Télam el martes pasado.
Con Gabriel Cocó Orozco (hijo de Tilín, coproductor de Regreso y miembro del grupo Usted Señálemelo) en guitarra eléctrica, Didier Ary Turello en batería y Leo Quirós Manzotti en bajo, Barrientos y Orozco pueden dar el salto sonoro –que se ve necesitaban- asumiendo el riesgo de salir de un territorio que manejaban con maestría y que había significado todo un aporte al mapa musical nativo.
Como postal de ese tránsito, los artistas abrieron la velada cerca de las 21 como lo hacían habitualmente: sentados y abrazados a sus guitarras aunque se tratara de obras de estreno como Legado el Tiempo de Amar, Tiñe Praderas y Baila el Día.
“’Hasta acá vamos bien’ decía el pavo y lo llevaban pal horno”, bromeó Barrientos en apenas la primera de las humoradas que cruzó con su compadre, que actualizó otra costumbre mantenida en el tiempo y como prólogo a sumar a las tres incorporaciones para el gato Vuelta a Ituzaingo y Arde el Fuego.
Con entradas y salidas de la banda de apoyo y un par de pasajes antológicos como la versión minimalista de Pensando en Ella y la sentida interpretación de La Pomeña (con Tilín en la voz principal y dedicada a la memoria del autor de su música, Gustavo Cuchi Leguizamón), la temática y la puesta del concierto cambió cuando los anfitriones abandonaron las sillas.
De pie y en conexión con sus nuevos compañeros –que fueron rotando de acuerdo a la pieza de turno- Orozco-Barrientos asumió otras tonalidades para colorear clásicos de su repertorio (Pintadita con el que en 2003 ganó en Viña de Mar, La Margarita y Celador de Sueños) y para afilar los contornos de canciones poderosas a banda completa (Tal vez me Quede, El resto del Cielo y Pa las Catitas).
Por entonces y para saldar el comentario recurrente e histórico acerca de la falta de vino que los angustiaba, aparecieron cinco copas con tinto y la fiesta fue más explícita.
En esa escenografía diferente en la que Tilín alternó guitarras y cuatro y Fernando abrevó en su propia memoria musical atravesada por las mezclas y lució una performance vocal impecable, la visita a Chilenitas fue directamente una canción de rock.
Con el escenario candente y de la mano de un sonido perfecto que permitió apreciar los climas propuestos de la sutileza a la enjundia, el repertorio concluyó con otros tres temas de Regreso: Los Negritos, Cantan y Fuera Bicho.
Los aplausos y las ovaciones habilitaron el ritual de los bises que de algún modo sintetizó el viaje propuesto sin perder de vista a los próceres musicales regionales: lo contenido de El Caminito, la picaresca de La Refranera (de Félix Dardo Palorma) y la explosión en torno a El Marucho (de Hilario Cuadros).
Por Sergio Arboleya, de la agencia Télam.