Tras años de negarse a hacer otra cosa que no fuera teatro, el actor y director mendocino, Ernesto Suárez coprotagonizará la película Camino a La Paz con Rodrigo de la Serna.

De la Serna: “Si el Flaco no aceptaba, yo no hacía la película”

Por UNO

El Flaco Suárez no quería hacer cine. Dice que no le gusta, pero aquí está: recorriendo Mendoza con Rodrigo de la Serna, quien será su coprotagonista en la pantalla grande, y Francisco Varone, quien los dirigirá a ambos en su ópera prima: Camino a La Paz.

El jueves, los tres fueron hasta el espacio cultural Le Parc para ofrecer entrevistas y allí dialogaron con Escenario. Minutos antes habían estado en la casa que el actor mendocino tiene en Bermejo. Allí, el Flaco amasó ñoquis y, tras el convite, estuvieron entonando canciones con De la Serna, quien trajo su guitarra en este viaje.

La cinta es una road movie que se rodará desde principios de mayo en Pergamino, Buenos Aires, y recorrerá varias provincias (Córdoba, Jujuy y Salta) hasta llegar a la ciudad de La Paz, en Bolivia.

El mendocino Ernesto Suárez será Jalil, un musulmán que está enfermo y necesita con urgencia llegar hasta la capital boliviana. Para ello le pagará a Sebastián, un joven remisero interpretado por Rodrigo de la Serna, para que lo lleve. En el viaje se encontrarán con infinidad de personajes, y la influencia de Jalil sobre Sebastián lo cambiará de por vida.

La financiación para el proyecto es de varios países, como Argentina, Suiza, Holanda y Alemania, y se espera que el estreno venga dentro de un año en festivales internacionales.

En diálogo con este medio, Suárez y De la Serna alabaron el guion y explicaron que la visita a la provincia en Semana Santa tenía como objetivo comprobar si ambos tenían química. De inmediato descubrieron que sí.

–Rodrigo, ¿cómo llegás a la cinta?–En 2008 leí el guion por primera vez. A Francisco (Varone) lo conocí porque me llamó diciendo que tenía un personaje para mí. Me trajo el texto, lo leí y pensé que había algo, de inmediato me cautivó. Pasaron seis años, él consiguió la financiación pero no teníamos al coprotagonista.

–¿Cómo fue esa búsqueda?–Era un desafío muy grande, porque Francisco quería que fuera un rostro anónimo. Él no quería a Federico Luppi o a Roberto Carnaghi haciendo de musulmán. Era difícil encontrar lo ideal, y por eso encaró dos líneas de búsqueda. Primero fue a buscar a un musulmán, a ver si había algún jeque que quisiera actuar en una película, pero no encontró. Después realizó un casting muy profundo en varias provincias, buscando actores mayores. Fue a Rosario, Montevideo, Santiago de Chile y Paraguay. A todos lados. Costó muchísimo encontrarlo porque, claro, las dos personas que hacían el casting no lo conocían al Flaco (risas).

–¿Entonces?–En ese momento llegó una nueva persona al grupo de casting, Eugenia Levin, y dijo que sabía quién era. Que lo tenía, pero dijo que no podía adelantar nada porque era una persona muy comprometida con el teatro, con su provincia y que no sale de aquí, que no le interesa hacer cine ni televisión. ¡Qué era un revolucionario del teatro! Por suerte, él aceptó, y estoy muy agradecido porque si el Flaco no aceptaba, yo no hacía la película.

–Flaco, ¿cómo te conoció Levin?–Claramente, mi fama ha trascendido la montaña (risas). Eugenia me vio actuar en un espectáculo acá en Mendoza. Es una directora de casting reconocida de Buenos Aires. Me llamó hace 20 días para ver si quería actuar en una película y le dije que no. Me habló de la participación de Rodrigo, quien siempre me pareció un tipo que elegía lo que quería hacer. Se nota en lo que ha hecho. Terminé accediendo a que le diera mi celular al director. Francisco me llamó, le advertí que tengo mucho trabajo, con las obras, los grupos, en los barrios y las clases, y que tengo problemas personales. Era mucho.

–¿Y cómo te convenció él?–Me llamó y me dijo que venía para acá. Estuvo hace unas dos semanas. Me mandó el texto, lo leí y me interesó. Fue a ver mi unipersonal Lágrimas y risas. En ese tiempo, Francisco me filmó con una camarita, yo le dije que no tenía experiencia en cine, pero a los días me llamó porque había visto la prueba con Rodrigo y ambos sabían que debía aceptar. Me pasaron el calendario de trabajo, hablé con mi familia y mis compañeros de trabajo, a quienes dejo en banda, pero acepté. Ahora que lo conocí a Rodrigo me di cuenta de que hice bien. Tenemos buen feeling.

–Gran cambio el de pasar de las tablas a un set de filmación...–Me interesan más los proyectos que la plata. He vivido toda mi vida así y no voy a cambiar ahora. Me gustó la pasión de Francisco. Hace 15 años que está con esta idea. Me pareció lindo formar parte de su sueño.

–Sin embargo, en Ecuador y aquí hiciste algo de cine, ¿no te gustó?–Me pareció horrible, no me gustó. No me gustan ni el cine ni la televisión. Lo que hago ahora en el canal Acequia (Los cuentos del tío Ernesto) surgió porque me gusta el grupo de trabajo. Gente como Ariel Blasco y Cristian Pellegrini, gente de cine y del teatro.

–Rodrigo, tu trabajo es muy laureado, ¿cómo se hace para no ceder ante el ego en esta profesión?–Es un ejercicio que todos tenemos que hacer, estemos en la profesión que estemos. En el teatro comunitario, por ejemplo, el ego no está tan exacerbado, pero en donde me moví yo, que es el cine y la tele, sí. Está en uno sumarse a eso o no. No sirve subirse a esa moto.

–¿Por qué elegiste hacer teatro más que TV en estos últimos años?–Yo empecé haciendo teatro a los 12 años, en un grupo de la escuela. Fuimos a escuelas de barrio y a centros comunitarios. Mi formación está ahí, así fueron mis primeros años de trabajo. Hacía mucho que no hacía teatro y tenía ganas. Hice Lluvia constante, con Joaquín Furriel, y Amadeus, con Oscar Martínez.

–Venís de hacer personajes grandes: Mozart (en Amadeus) y San Martín (Revolución: el cruce de Los Andes). Ahora serás un remisero...–Me han tocado grandes personajes de la historia o gente como Lombardo (en el unitario El puntero), que son personajes grandilocuentes. Ahora tengo que encontrar esa grandeza y recrearla en una superficie más comprimida. Todo el universo que puede haber dentro de un hombre que es austero, parco y que no tiene un nivel de expresividad como los anteriores personajes.

Una road movie intimista, con protagonismo musical

Francisco Varone siempre quiso dirigir cine, pero aún siendo de Buenos Aires le resultó más fácil hacer carrera en publicidades de televisión para luego dar el salto hacia el séptimo arte. Así, logró ser asistente de dirección en las películas Futuro perfecto y La mujer rota.

Su próximo paso es dirigir su propia historia, y para ello iniciará a mediados de mayo, en Buenos Aires, el rodaje de su ópera prima, la cual se llamará Camino a La Paz.

En diálogo con Escenario contó cómo nació la idea para este filme, en el que actuarán Rodrigo de la Serna y el mendocino Ernesto Suárez.

“Nació durante la época de la crisis, en el 2001. Tuve la idea de alguien que pedía un remís para hacer un viaje largo. Al mismo tiempo, tenía en mente a un chico joven que no tenía trabajo y terminaba, de casualidad, siendo remisero. Hice talleres de guion y pude trabajar estas dos semillas”, contó Varone el jueves, mientras a sus espaldas el Flaco Suárez apuraba la entrevista porque tenía otros compromiso.

De muy buen humor, Varone continuó: “El financiamiento siempre es la parte más difícil de conseguir, pero en 2010 gané el concurso ópera prima del Incaa. Ese fue el primer empujón. Luego salió un fondo de ayuda en Suiza, y teniendo el sí de Rodrigo (de la Serna) pude salir a ofrecer la película. Para ese entonces, Juan Taratuto quería ser coproductor y hace un año se sumó Gema Juárez Allen, quien ha producido documentales y tiene experiencia en financiamiento y festivales. Con ella conseguimos apoyo de Holanda y Alemania”.

La grilla de productores la completan Dolores Llosas, Sebastián Perillo y Juan Pablo Colombo.

Haciendo referencia a detalles más precisos de este retrato intimista que buscará mostrarle al mundo, el cineasta detalló: “Es una película muy musical, lo cual es difícil porque sale mucha plata. La mayoría de esas canciones ya existen, porque la ruta es algo que va de la mano con la música. Uno piensa en un viaje y de inmediato piensa en la música”.

El rodaje terminará a fines de junio, luego habrá 10 semanas de edición y el objetivo es estrenarla en 2015.