Empresario resiliente

Roberto Agüero, el hombre que venció a la muerte y creó la empresa Bianco & Nero

Su fábrica de chocolates emplea a personas con discapacidades y se expande con locales propios y franquicias. Los secretos de su éxito

A los 25 años, es común que nos sintamos inmortales y que veamos a la muerte pasar, saludar de lejos y seguir. Sin embargo, cuando el actual empresario Roberto Agüero tenía esa edad, la muerte le pasó de cerca, pero no siguió de largo. Decidió quedarse y permanecer junto a él por lo menos 5 años. Ese fue un tiempo suficiente para que él se recuperara de un cáncer terminal, y cambiara su cabeza, su actitud y sus prioridades. Dejó de ejercer su profesión de abogado, hizo un viaje al sur, y en Bariloche conoció a Chola, una mujer que ya rondaba los 80 años y había sido una de las pioneras en abrir chocolaterías en esa ciudad.

Roberto decidió aprender con ella el arte de la chocolatería, y la adoptó como profesión. Entonces, junto a su esposa y ayudado por su mejor amigo, el empresario gastronómico Fernando Barbera, abrió el primer local de Bianco & Nero, una de las bombonerías más conocidas de Mendoza, y un negocio que hoy tiene toda una filosofía de trabajo: esta firma incorpora en su planta de personal a personas con discapacidades motrices, mentales y auditivas. El motivo lo explicó el mismo Agüero, hoy de 57 años: "No entiendo cuál es el problema de que una persona en silla de ruedas trabaje en mi área. Lo único que a esta gente le impide trabajar es el miedo de los empleadores", aseguró.

Aprendizajes

"Las personas somos la suma de nuestras experiencias, esto nos condiciona absolutamente. Nos califica o nos descalifica", aseguró el empresario, para quien la experiencia más fuerte por la que pasó en su vida fue padecer un cáncer de mediastino que cuando se lo pudieron diagnosticar, ya estaba muy avanzado.

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"A la edad en la que la mayoría de los chicos están distraídos, yo tuve un año entero para pensar. Eso fue determinante para mi, cambió mi orden de prioridades. De repente, el dinero que había sido muy importante, dejó de serlo, y la salud, a la que no había considerado como un valor, pasó a ser lo principal".

Estos cambios de perspectiva, lo hicieron modificar el rumbo de su vida.

Lo primero que hizo fue no pedir información acerca de cuán avanzada estaba su enfermedad.

"La verdad, nunca me preocupé por eso, porque yo nunca quise recibirme de médico. Yo preguntaba ¿qué tengo que hacer?, me decían y lo hacía. Decidí no preocuparme por las cosas en las que no podía influir, y en cambio sí hacerlo por las que estaban en mis manos", sostuvo y agregó "Es como si vos tuvieras un campo para sembrar, ¿qué es lo que podés controlar? Lo que vas a sembrar, cuándo y cómo lo vas a cosechar, qué tipo de fertilizante usar. ¿La lluvia acaso la podrías controlar? Y no. Por más que te aprendieras la danza de la lluvia, no es una variable que puedas manejar. Eso me cambió la cabeza y elegí cuáles batallas dar y cuáles no, qué quería disfrutar y qué no. Digamos, empecé a distraerme mucho menos".

Entonces, Roberto se enfocó en algo que muchas veces pensamos y pocas decidimos: dedicarnos a algo que nos de placer. A él, esa opción se la dio el chocolate.

Placeres básicos y universales

"Decidí hacer un cambio de vida muy importante, dejé la profesión de abogado, y opté por dedicarme a una actividad que estuviera vinculada a momentos felices. La chocolatería es eso, uno compra chocolates para regalar a las personas que quiere, para demostrarles afecto".

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Así, y luego de aprender todo lo que Chola le enseñó, el chocolate se volvió una filosofía para su vida, la filosofía del placer.

"El chocolate iguala al que no tiene nada y al que lo tiene todo. El que no tiene nada, tiene un momento de placer pleno comiendo un chocolate. En el otro extremo, cuando uno no sabe qué regalarle a alguien que está lleno de cosas, le regala chocolate. Tanto uno como el otro sienten lo mismo, porque los placeres básicos son universales”.

La tarea de incluir

Para el empresario, el hecho de que el placer nos iguale, fue un gran aprendizaje que quiso poner en práctica en su negocio. "Una de mis reflexiones fue acerca de lo difícil que sería, en un país con tanta desocupación, tener una discapacidad. Al mismo tiempo, vi que en nuestro rubro no hay actividades de riesgo, ni por máquinas, temperaturas u otros peligros que pudieran poner en riesgo de lesión en una persona".

Esto lo llevó a dar trabajo en su fábrica y en algunos de sus salones, a personas con discapacidad.

"Incursionamos sin tener idea en lo que nos estábamos metiendo, y gracias a Dios la experiencia fue muy buena y muy satisfactoria", destacó.

Entre las partes positivas de tener empleados con dificultades motrices, mentales y auditivas, el dueño de Bianco & Nero destacó que se genera un mucho mejor ambiente de trabajo, ya que la conflictividad laboral baja considerablemente. Se estimula la solidaridad y la colaboración entre los empleados y a las personas con estas características, tener un trabajo les influye muchísimo en cuanto a mejorar su autoestima.

Agüero manifestó que hay dos secretos básicos para que esto funcione. El primero es hacer una descripción correcta del puesto de trabajo. Entender cuál es la característica que me genera valor, es determinante. "Si yo te pongo a vos a realizar una tarea rutinaria, el primer día vas a hacer diez, el segundo día vas a hacer siete y el tercero vas a renunciar porque te hartaste. En cambio, una persona que tiene una discapacidad mental este trabajo le genera autoestima, confianza, desde el haber logrado un objetivo y su proceso, probablemente va a ser al revés: el primer día va a hacer uno, el segundo dos, y el tercero va a ser un número mucho mayor a la persona que empezó con diez”.

El segundo secreto y el más importante es dejar afuera el miedo. "El mayor obstáculo para tomar estas decisiones es el miedo. Si de alguna manera, confiamos, reducimos esa cuota de miedo y apostamos, los resultados pueden ser mejores de lo que lo esperábamos"

En su caso, el mejor resultado es haber podido superar todos los obstáculos, y estar frente a un negocio que está próximo a cumplir 30 años, que sobrevivió a una pandemia sin echar trabajadores y que hoy es un mix entre franquicias y negocios propios, al que incluso la fábrica con la que cuentan ya quedó chica y que se expande sumando sucursales y dando oportunidades a quienes muchas veces quedan totalmente excluidos del sistema.