Turismo

El pueblo que tiene el lago más grande de Sudamérica, después del Titicaca

Además de las vistas del espejo de agua, el pueblo se destaca por la producción de cerezas únicas en el país

En el noroeste de la provincia de Santa Cruz, cerca del Paso Roballos que cruza a Chile, hay un pueblo pequeño que muchos argentinos ni siquiera saben que existe. Para llegar el camino es largo y solitario, con guanacos cruzando de vez en cuando y casi ninguna señal de teléfono hasta que aparece el cartel de madera. Dentro de él, está uno de los lagos más grandes del continente.

El pueblo tiene unos 450 habitantes. Las casas son bajas, de chapa y madera, con techos coloridos y jardines llenos de lupinos en verano. Hay una escuela primaria, una capilla, un destacamento policial y tres o cuatro almacenes que venden desde pan casero hasta artesanías de lana. El viento sopla fuerte casi todo el año y en invierno la nieve cubre todo por semanas.

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El pueblo también se destaca por sus cerezas.

El pueblo también se destaca por sus cerezas.

El pueblo que tiene un lago gigante

El lugar se llama Los Antiguos y está a orillas del Lago Buenos Aires, el segundo más grande de Sudamérica después del Titicaca. Lo que lo hace especial es que se autoproclama Capital Nacional de la Cereza: entre diciembre y febrero los campos se llenan de árboles cargados de fruta roja y el pueblo organiza la Fiesta Nacional de la Cereza, con cosechas abiertas al público, concursos de tartas y bandas en vivo que atraen visitantes de Perito Moreno, El Calafate y hasta de Chile.

Además de las cerezas, muchos llegan por las chacras donde se puede hacer agroturismo: caminar entre los frutales, recolectar uno mismo o comprar mermeladas y dulces caseros. Hay un mirador al lago con vistas impresionantes, paseos en kayak o catamarán y, a pocos kilómetros, la Cueva de las Manos –sitio arqueológico con pinturas rupestres de más de 9.000 años que es Patrimonio de la Humanidad.

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El lago de este pueblo es compartido con Chile.

El lago de este pueblo es compartido con Chile.

En verano el microclima del pueblo hace que sea un oasis verde en medio del desierto patagónico, con temperaturas agradables y días largos. El resto del año vuelve la tranquilidad total: se escucha el viento, las ovejas y el lago rompiendo suave contra la costa.

Los Antiguos no es un destino masivo ni tiene grandes hoteles, pero quienes lo descubren suelen volver por esa mezcla de fruta dulce, paisajes infinitos y la calidez de la gente que te invita a mate apenas llegás. Es uno de esos pueblos donde la Patagonia muestra su cara más amable y productiva.

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