Paralizar la actividad productiva en la Argentina, donde el 45% de las familias generan sus ingresos con el trabajo informal, "producirá costos sociales más elevados" que los del coronavirus en el país, advirtió un informe de la consultora IDESA.

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Según ese trabajo, el cese de la expansión de la enfermedad en China coincidió con el paro de actividades económicas y sociales y el encerramiento compulsivo de la población en sus domicilios.

"Este antecedente fue tomado por los países europeos más afectados imitando la medida. En la Argentina, ante el riesgo de la expansión, autoridades de diversos organismos públicos proponen ir en la misma dirección: recluir a la población a partir de paralizar las actividades productivas, sociales y recreativas", añadió.    

IDESA se preguntó cuál puede ser el resultado en Argentina de paralizar la actividad económica a los fines de recluir a la población: sobre el tema, la empresa consideró que sirve mirar las vías por las que provienen los ingresos laborales de los hogares en la Argentina.

Según los datos de la encuesta de hogares del INDEC se observa que el 55% de los hogares tiene como jefe a un empleado en relación de dependencia registrado de los cuales el 16% son pobres; el 22% de los hogares tiene como jefe a un asalariado no registrado de los cuales el 43% son pobres; el 23% de los hogares tiene como jefe a un cuentapropista y el 35% son pobres.

"Estos datos muestran que sólo la mitad de las familias tiene como jefe de hogar a alguien que trabaja en relación de dependencia registrado. En estos casos la reclusión tiene viabilidad en la medida que el empleador continúe pagando los salarios", alertó el informe.

Además, evaluó que, para ello, como ocurre en los países desarrollados, el Estado debería contemplar subsidios, especialmente para las empresas más pequeñas.

   "Pero la otra mitad de los hogares viven del trabajo en la informalidad y/o el empleo por su cuenta con lo cual recluirse en su hogar implica cesar de tener ingresos", señaló IDESA.

En ese sentido, sostuvo que hay un agravante: muchos de esos hogares son pobres, "de manera que la falta de ingresos, sea por reclusión o por caída de la actividad económica, les hará de manera casi inmediata más daño a la salud que el coronavirus".

Para la consultora, "en los países desarrollados un confinamiento acotado en tiempo y espacio es posible porque tienen espacio fiscal para subsidiar a las empresas y las familias viven del ingreso formal".

   "Pero en la Argentina, con un sector público quebrado y la mayoría de las familias, sobre todo las más vulnerables, viviendo de la informalidad el remedio será peor que la enfermedad. Por eso, es recomendable agudizar la creatividad para adoptar medidas preventivas alternativas que produzcan menos daño social", concluyó.

IDESA se preguntó cuál puede ser el resultado en Argentina de paralizar la actividad económica a los fines de recluir a la población: sobre el tema, la empresa consideró que sirve mirar las vías por las que provienen los ingresos laborales de los hogares en la Argentina.

   Según los datos de la encuesta de hogares del INDEC se observa que el 55% de los hogares tiene como jefe a un empleado en relación de dependencia registrado de los cuales el 16% son pobres; el 22% de los hogares tiene como jefe a un asalariado no registrado de los cuales el 43% son pobres; el 23% de los hogares tiene como jefe a un cuentapropista y el 35% son pobres.

   "Estos datos muestran que sólo la mitad de las familias tiene como jefe de hogar a alguien que trabaja en relación de dependencia registrado. En estos casos la reclusión tiene viabilidad en la medida que el empleador continúe pagando los salarios", alertó el informe.

   Además, evaluó que, para ello, como ocurre en los países desarrollados, el Estado debería contemplar subsidios, especialmente para las empresas más pequeñas.

   "Pero la otra mitad de los hogares viven del trabajo en la informalidad y/o el empleo por su cuenta con lo cual recluirse en su hogar implica cesar de tener ingresos", señaló IDESA.

En ese sentido, sostuvo que hay un agravante: muchos de esos hogares son pobres, "de manera que la falta de ingresos, sea por reclusión o por caída de la actividad económica, les hará de manera casi inmediata más daño a la salud que el coronavirus".

Para la consultora, "en los países desarrollados un confinamiento acotado en tiempo y espacio es posible porque tienen espacio fiscal para subsidiar a las empresas y las familias viven del ingreso formal".

   "Pero en la Argentina, con un sector público quebrado y la mayoría de las familias, sobre todo las más vulnerables, viviendo de la informalidad el remedio será peor que la enfermedad. Por eso, es recomendable agudizar la creatividad para adoptar medidas preventivas alternativas que produzcan menos daño social", concluyó.