La idea de nominalidad, sobre todo mal aplicada, genera confusiones de todo tipo en el ámbito de la economía y las finanzas, tanto en economistas como en especialistas en general -y ni hablar en buena parte de los políticos-, dado que la preparación que poseen es muy deficiente en general pero mucho más en particular en este tipo de temáticas.
Hacen cuentas del “estilo almacenero” sin percatarse (a veces por desconocimiento, a veces por mala fe y otras por ambas) que en economía y sobre todo en finanzas, 2 + 2 no siempre es 4. Por otro lado, sólo se asocia como “deuda ” lo prestado por el FMI y el resto no se tiene en cuenta, lo cual claramente muestra una visión ideológica totalmente alejada de la realidad económica y financiera; es como si en una familia sólo se tuviera en cuenta la deuda con un banco pero no con la tía Carlota.
Un poco de conceptos financieros
El primer concepto fundamental es el de Tasa Efectiva Anual (TEA). Supongamos que alguien tiene una deuda de U$S 100 con vencimiento dentro de 60 días, a una tasa nominal del 40% anual, con capitalización diaria de los intereses, algo similar a las Leliq del gobierno anterior. La TEA que termina pagando al vencimiento es del 49,15%. Si en cambio, todo fuera igual pero la capitalización es mensual, la TEA que termina pagando es del 48,21%; es decir, paga casi un punto menos según cómo sea la capitalización de intereses, situación similar a las Lecaps de hoy. El gobierno, al cambiar el formato de capitalización, ya se ahorra un punto en el pago de intereses, lo que implica una baja de la deuda exigible.
Si a lo anterior le agregamos que las Leliq vencían todos los días (eran colocaciones a 1 día), el problema se agravaba dado que la exigibilidad de los pagos generaba un stress financiero muy alto, elevando la tasa a la cual se renovaba por un nuevo día. En la actualidad, las Lecaps tienen un vencimiento promedio ponderado de 139 días (y subiendo), lo cual permite una gestión de pasivos más tranquila y a tasas más bajas, aumentado esto por una mejor confianza en el gobierno de cara al futuro, luego de las elecciones de medio término.
Este sería el segundo concepto fundamental, llamado duration (plazo promedio en el cual vencen las deudas). Mientras más duration promedio ponderada tenga la deuda, más baja la deuda financieramente, dado que el dinero para pagar lo puedo colocar hasta el vencimiento, generando un ingreso extra denominado colateral. Si no tengo el dinero y lo que necesito es tiempo, igual cae la deuda porque no habría colateral pero sí costo de oportunidad involucrado. Aquí tenemos otro concepto importante mencionado.
Finalmente, el formato del gobierno anterior implicaba que al ser el Banco Central quien tenía esa deuda que originalmente era del Tesoro, dado el déficit fiscal y cuasi fiscal existente en ese momento, el pago de intereses debía hacerse con nueva emisión monetaria que, ante una demanda de dinero casi nula, elevaba la tasa de inflación y consecuentemente los precios de la economía.
Actualmente, esa deuda pasó a estar contabilizada en el Tesoro, de donde nunca debió haber salido. Esto implica que, para pagar, el Tesoro debe tener superávit fiscal, lo que genera, por un lado, que no se emita dinero provocando caída de la inflación y, por lo tanto, de los precios de la economía, y además, hasta que se realiza el pago, el Tesoro absorbe pesos de la economía vía precisamente ese superávit fiscal, promoviendo que lentamente aumente la demanda de dinero. Agregamos dos conceptos más, devaluación monetaria (formato del gobierno anterior), revaluación monetaria (formato del gobierno actual), ambos con impactos además en la tasa de interés del mercado.
La deuda ha bajado, vamos a los números
Desde diciembre del 2023 la deuda total ha bajado alrededor de U$S 50.000 millones; cuando hablamos de deuda total es la deuda del Tesoro más la del BCRA. Veamos el gráfico siguiente:
El gráfico muestra el estado de la deuda hasta agosto del 2025. Si agregamos lo sucedido hasta noviembre es aún mejor: la baja llegaría a los U$S 55.000 millones. Esto ha sido producto de pago cash por unos U$S 30.000 millones (es lo que Argentina ha debido pagar por ser “defaulteador serial” y no poder renovar vencimientos), y el resto por mejora en el formato financiero de la deuda, sobre todo la deuda en pesos, tal como explicamos anteriormente. Y muestra la deuda neta, es decir, la deuda deducido lo que el gobierno en cada momento tenía depositado como “ahorro” en sus cuentas en el BCRA.
Es una muestra evidente de que está bajando, pero además, esto se debe a la existencia de superávit fiscal financiero, algo que nunca había existido en Argentina (si bien es de caja, no había sucedido nunca). Por lo tanto, la baja también es algo único en la historia del país, ya que todo aumento de deuda es hijo del déficit fiscal, si hay superávit la deuda NO PUEDE AUMENTAR.
Todo es deuda, no sólo lo del FMI
En el siguiente gráfico está la deuda de acuerdo a quien ha estado gobernando desde el 2002 a la fecha:
Como se puede apreciar, si tomamos la totalidad de la deuda -no sólo lo del FMI (FMI, Organismos Internacionales, deuda con privados en U$S y en $, deuda intrasector público)- queda claro quién es quién en ser un “endeudador + defaulteador serial”.
Y faltaría agregar las deudas por fallos judiciales no pagados (YPF, CIADI, INDEK, Cupón PBI, etc.), que sumadas cuando los fallos queden totalmente firmes, serían unos U$S 25.000 millones adicionales, 95% generado por el peronismo y un 5% por JxC aproximadamente, es decir, gobiernos anteriores.
En el último gráfico se puede ver la nefasta reestructuración de deuda que hizo Guzmán durante el gobierno de Alberto Fernández, la cual fue pura y exclusivamente para que pudiera terminar el mandato sin irse en un helicóptero; pero le dejó a los próximos 3 gobiernos posteriores un lío de una magnitud muy compleja de gestionar.
A esto hay que agregar la deuda a pagar con organismos, más los potenciales pagos de los fallos judiciales una vez que queden totalmente firmes (ya hay algunos que están firmes, pero en etapa de negociación en la forma de pago). Además de dejar el BCRA con reservas negativas por U$S 11.300 millones, más una deuda con importadores por U$S 42.000 millones, parte de lo cual se emitió un bono denominado Bopreal para alargar los plazos de pago de esa deuda y parte se fue cancelando con pagos cash por parte del BCRA desde diciembre del 2023 a la fecha.
En síntesis, son 100 años de descalabros fiscales, monetarios y financieros que ya no queda más remedio que arreglar y pagar. Caputo ha anunciado el regreso del país a los mercados de deuda voluntaria -en este caso bajo ley Argentina- con el fin de poder hacer frente a tamaña locura heredada.
Argentina puede pagar intereses, como ya expliqué en una columna anterior, pero no puede pagar capital; por eso es muy importante esta nueva salida a los mercados. Esto no implica más deuda, sino deuda nueva y mejor estructurada para pagar deuda vieja y mal estructurada.
Si este primer paso sale bien el miércoles 10/12/25, impactará en la tasa de Riesgo País, haciéndola bajar aún más (con el sólo anuncio subieron los bonos argentinos, mientras que con la reestructuración de Guzmán bajaron). La tasa de Riesgo País es uno de los componentes con los cuales se calcula el costo de capital por invertir en un país, si baja, dicho costo también baja.
El resultado de las elecciones y todo lo ocurrido luego han mostrado que: 1) una buena parte de argentinos no quiere volver atrás; 2) los mercados y los inversores tampoco; 3) Milei sigue siendo el garante y no Argentina. Los próximos dos años serán claves para que Argentina muestre madurez y que no depende de una persona. Después de 100 años el desafío es enorme pero no imposible.










