La batalla legal entre Shakira y Antonio de la Rúa ha durado casi tanto como su relación. Ahora, cinco años después de su ruptura, la cantante y su exnovio (y exsocio) han comenzado a enterrar el hacha de guerra judicial. La pareja anunció su separación en 2011 a través de un comunicado en el que adelantaban que seguirían trabajando "codo con codo". "Seguimos siendo socios en nuestra vida empresarial y profesional (...) Antonio seguirá llevando mi negocio y los intereses de mi carrera como lo ha hecho siempre. Nuestra amistad y relación es inquebrantable", decía entonces la artista colombiana. Pero la amistad se quebró, y comenzaron los problemas.
Poco después del anuncio de la separación, Shakira inició su noviazgo con el futbolista Gerard Piqué, desatando los "waku-rumores" de traición a su ex. Tras la ruptura sentimental con De la Rúa llegó la profesional, y con ella los litigios. En 2012 el empresario intentó congelar los bienes de una cuenta bancaria de la cantante en Suiza, pero un juez de Ginebra denegó la solicitud. También presentó una demanda en Los Ángeles, alegando que había ejercido como consejero de negocios de su novia y que le correspondía un compensación económica en base a un acuerdo oral que habían hecho en 2004. Aquel proceso tampoco prosperó.
Entre cruces de denuncias, el hijo del expresidente Fernando de la Rúa volvió a demandar a su ex en Nueva York, donde le exigió el pago de una suma en compensación por su trabajo de dirección y mercadeo en su carrera musical. "Él realmente no quería hacer esto, pero ella no le dejó otra opción", admitió entonces el abogado del empresario. Solicitaba que se le entregara su porción de las ganancias "pasadas y futuras" obtenidas en la operación musical de la cantante, asegurando que él había sido "el principal arquitecto del equipo de manejo y plan de negocio que colocó a Shakira en el camino al éxito financiero".
La artista, que en 2011 había reconocido que Antonio de la Rúa fue su "socio" y consejero, ahora negaba cualquier vínculo comercial con su antigua pareja sentimental. Además, contraatacó demandándolo en las Bahamas, acusándole de, supuestamente, haberse apropiado, sin su consentimiento, de 6,6 millones de dólares. La agencia EFE publicó los documentos en los que ella reclamaba el dinero, más intereses, costos del proceso e indemnizaciones.La finca de la discordia
En las últimas semanas algunos medios extranjeros publicaron que Shakira y Antonio habían vuelto a los juzgados, esta vez por "La Colorada", la finca que ambos compraron cerca de Punta del Este y que la cantante utilizó durante su noviazgo con el argentino como estudio de grabación y refugio vacacional. "Shakira se enteró de que Antonio y su familia estaban instalados en la propiedad y comenzó acciones legales. Fuentes cercanas dicen que él habría querido comprarle su parte de la propiedad a la colombiana, pero esta se negó", informó la revista "Gente".
El entorno del empresario desmiente tajantemente a ABC esas informaciones. "No hay batallas legales ni juicios", aclara una persona cercana al hijo del exmandatario sudamericano. "Quedan cosas por resolver entre ambos, pero todo a través de conversaciones, nada por la vía judicial. Solo hay abogados hablando entre ellos, aunque se toman su tiempo", añade esta fuente en conversación con ABC.
Tras casi cinco años de demandas y contrademandas, la cantante y el mánager estarían firmando la paz. Ambos han rehecho sus vidas y la paternidad habría dulcificado sus posturas. Shakira es madre de dos niños, Milan y Sasha Piqué. Por su parte, De la Rúa es padre de una niña, Zulú, y está esperando otro hijo con su mujer, la DJ colombiana Daniela Ramos. "La verdad es que hace tiempo que Antonio no le da vueltas a sus asuntos con Shakira", dicen quienes le conocen.
"La Colorada" sigue siendo de ambos. "Pero no es la única propiedad a nombre de los dos. No terminan de liquidar lo que en su día les unió", concluyen desde el entorno de él. Eso incluye Bonds Cay, el emprendimiento inmobiliario de De la Rúa en Bahamas en el que participan Shakira, Roger Waters y Alejandro Sanz. Se les acabó el amor, pero no los negocios.