Por Marcelo Peretta
El autor es doctor en Farmacia y Bioquímica y secretario general del Sindicato Argentino de Farmacéuticos y Bioquímicos
Las denuncias de estafa y corrupción en PAMI son crónicas, en particular los delitos con medicamentos. Ni los prestadores, que dicen se les adeuda, ni los afiliados, que dicen se los atiende mal, están conformes. Aún con 20.000 empleados y 3.200 millones de dólares de presupuesto anual brinda buenos servicios ni mejora la calidad de vida de la gente.
Con las herramientas tecnológicas disponibles se puede controlara los 5 millones de afiliados y 120.000 prestadores, pero se requiere decisión política para terminar con las recetas falsas, las prestaciones fantasmas,los afiliados muertos -pero activos-, los médicos que sobreprescriben y las farmacias que sobrefacturan.
Con la receta electrónica y la firma digital de los profesionales, se termina la trampa, y con un convenio directo con los prestadores farmacéuticos, se terminan los intermediarios que encarecen el medicamento y tienen conflicto de interés.
El PAMI también necesita un plan para racionalizar el uso de los fármacos, es decir que sean tomados cuando hacen falta y no porque su costo está cubierto. Seis millones de recetas mensuales que cuestan 200 millones de dólares es insostenible. La entidad debe cambiar un sistema basado en la venta de remedios por otro centrado en mejorar la salud.
La creencia popular de que es posible mantenerse bien gracias al uso -y abuso- de los medicamentos debe modificarse, ya que el 20% de los ancianos sufre problemas relacionados con fármacos,mientras que en menores de 55 sólo el 10% los padece.
Las personas mayores sufren más enfermedades crónicas y menos agudas y breves que las jóvenes, de ahí la necesidad de atender selectivamente sus problemas.
El envejecimiento no es una enfermedad sino un proceso fisiológico natural y dinámico, pero los mayores de 60 años consumen 3 veces más medicamentos que el resto de la población. Los adultos mayores, en especial las mujeres de buen nivel educativo, son los más consumidores de analgésicos, expectorantes, cardiotónicos, sedantes, vasodilatadores periféricos y cerebrales, antiácidos y antidiabéticos.
La polifarmacia, o consumo simultáneo de 5 o más medicamentos, es riesgosa,ya que la absorción, distribución y eliminación de los remedios disminuyen con la edad.
Existen cambios fisiológicos en la tercera edad que modifican la respuesta a los fármacos. La velocidad de conducción nerviosa disminuye 15%, el corazón en reposo pierde 30% de su fuerza de bombeo, la capacidad pulmonar cae a la mitad, la filtración renal baja 50% y la sangre que irriga el cerebro se reduce 25%.
Hay que tener especial precaución antes de recetar nuevos medicamentos a personas de edad avanzada ya que las concentraciones sanguíneas que éstos productos alcanzan son más elevadas en ancianos, lo que se traduce en efectos terapéuticos y adversos superiores.
Es frecuente observar abuelos confusos, inestables, somnolientos, o con tendencia a caerse y lesionarse, por efecto de los medicamentos.
Las estadísticas muestran que entre 15 y 20% de los adultos mayores ingresados a emergencias hospitalarias presentan efectos farmacológicos iatrogénicos debido al sobreconsumo de fármacos y al incumplimiento farmacoterapéutico.
Por eso, el médico que observe un nuevo síntoma en un anciano debe sospechar de efectos secundarios a medicamentos y no recetar nuevos productos. Por el contrario, los profesionales experimentados suelen eliminar la mayoría de los fármacos y, con frecuencia, el paciente mejora.
La prescripción de medicamentos a adultos mayores debe ser individualizada, por lo que primero hay que determinar si el fármaco es necesario, en cuyo caso se elegirá la forma adecuada en la dosis mínima, preferentemente menor a la habitual, y en horario de toma fácil de recordar. Debe indicarse el menor número posible de fármacos simultáneos, priorizando la atención de los problemas más urgentes.
Es esencial educar sobre fármacos al adulto mayor, a sus familiares y cuidadores. Confeccionarle un plan farmacoterapéutico claro y escrito, y evaluar la respuesta a la medicación y las reacciones adversas.
El gasto en servicios de salud es creciente, lo que requiere mejor planificación y utilización de los recursos de las obras sociales. Es necesario abordar racionalmente el modo en que se prescriben, dispensan y utilizan los productos farmacéuticos, para evitar errores que generan más consultas y tratamientos médicos.
El PAMI debe enfatizar la atención primaria de la salud de los jubilados, y asegurarse que sus médicos prescriban fármacos necesarios, que sean los más efectivos, seguros y económicos, que sus farmacéuticos informen el uso correcto de cada producto dispensado y que los afiliados cumplan las indicaciones de ambos profesionales.