Y una fresca madrugada de verano Ana Belén Rodríguez Buttini (20) ordenó romper el silencio. “Debemos poder hablar de temas controversiales, poder adoptar postura, expresar nuestra opinión sin ser atacadas”, anunció la Reina de la Vendimia de Maipú.
A las 5 de la mañana, cuando recién el día era un presagio y mientras observaba uno de sus dominios más bellos, su Majestad ordenó “tratar de hacer algo desde este lugar, llegar a la gente, decir lo que se piensa. Exigir no ser atacada por decirlo, porque eso también es violencia. Y desde el silencio no podremos cambiar el mundo. Basta de violencia de género. Por decir esto a mí me han atacado”.
De imponente belleza, Su Alteza es nativa de la zona en donde los jesuitas levantaron la Capilla Nuestra Señora de las Mercedes de la Cruz de Piedra, que en 1855 dejó de funcionar por encontrarse ya muy vieja y deteriorada.
Dispersas en el paraje de la Cruz de Piedra, 38 familias se constituyeron en las pioneras y colonizadoras de una región, que con el correr del tiempo sería la zona industrial más rica de la vitivinicultura argentina.
El 9 de enero de aquel ante la necesidad imperiosa de fijar los límites de los nuevos pueblos, el gobernador de la provincia Pedro Pascual Segura dictó un decreto-ley por el cual se estableció el perímetro geográfico del futuro Departamento de Maipú, denominado en ese momento Departamento 70 de Campana.
A Martín Orozco, que con sus equipos fotográficos y sus cuatro asistentes le revolotean alrededor, le impresiona su piel perfecta, como de porcelana. “Parece una muñeca rusa”, dice. Y también destaca que la reina haga gala del don de la palabra.
Su Majestad ha tenido una infancia plácida en Cruz de Piedra. “Un lugar alejado del centro, con muchos viñedos, donde se puede caminar tranquila por la calle”, dice, y recuerda que “una de las cosas que más adoro es ir a visitar a mis abuelos y caminar entre sus olivos”.
Ana Belén camina por la plaza mientras amanece. Y el reloj, con cuadrante de flores, se ha detenido al verla pasar.