Las protestas escalaron violentamente el 8 y 9 de septiembre, hubo decenas de edificios oficiales incendiados. Según el último recuento 72 muertos y más de 1.300 heridos.
El entonces primer ministro K. P. Sharma Oli renunció y la ex presidenta de la Corte Suprema Sushila Karki juró como primera ministra interina y convocó elecciones para el 5 de marzo del año próximo.
El colectivo juvenil Hami Nepal emergió como articulador de la protesta, usando Discord e Instagram para organizarse incluso bajo la prohibición, muchos accedieron a las apps con VPN (programas que emula una ubicación virtual del usuario para que aparente que se conecta desde otra locación)
Palacio de Singha Durbar Nepal
Memes y símbolos: cuando la cultura pop se vuelve política
La protesta tuvo la estética y gramática de Internet: posts, reels y humor (si sabremos de eso en Argentina) como empuje emocional que unificó narrativas , los "nepo kids”, lujos y ostentación frente a pobreza y corrupción. Esa visibilidad de privilegios fue nafta para la indignación juvenil.
La bandera pirata de One Piece (una calavera con un sombrero de paja) apareció en banderas y murales. El símbolo condensó libertad frente a abusos y unión contra el autoritarismo, ya venía usándose en otras protestas cómo en Indonesia, lo que facilitó su viralidad transnacional.
Democracia por Discord
Hubo coordinación para las marchas y votaciones (también llamados polls) en servidores de Discord (una aplicación mayormente gamer donde se pueden organizar reuniones online multitudinarias) La noche posterior a la caída del gobierno en Discord se impulsó el nombre de Sushila Karki como figura de consenso para el interinato.
Se dió un espacio de deliberación masiva: reportes hablan de más de 145.000 usuarios sumados a un servidor que operó como “convención nacional” de facto.
Si bien no fue una elección oficial del Estado fue legitimidad de movimiento, traducida luego en negociación con el Ejército y la Presidencia para formalizar el interinato. Pensarlo como “sistema democrático establecido por Discord” es una exageración, si buscamos ser precisos podemos decir que se dió un mecanismo de decisión interna de un movimiento que presionó con fuerza en las calles.
Censura y el efecto streisand digital
El intento de bloquear redes para frenar críticas terminó amplificando la movilización. Citando a una famosa tortuga: "A veces encuentras tu destino en el camino que tomamos para evitarlo" (si bien se cree que es de Jean de La Fontaine, muchos la conocemos por el maestro Oogway en la película Kung Fu Panda).
La medida se interpretó como confesión de culpa frente a corrupción y ostentación de élites “nepo kids”, viralizadas en redes.
Los VPN se dispararon hasta +8.000% (según datos difundidos por la prensa) haciendo inaplicable la censura y reforzando la narrativa de resistencia.
Entre tanto, el colectivo de jóvenes Hami Nepal siguió emitiendo llamados a la acción, desmintiendo fakenews y publicando teléfonos de hospitales: prueba de que cortar redes no corta la inteligencia distribuida cuando existen canales redundantes.
Lo que podemos aprender sobre Nepal y el poder político de las redes
- Orquestación a dos velocidades. Las redes hacen planificación en frío (antes) y coordinación en caliente (durante). Cuando el Estado bloquea, la multitud usa VPN y plataformas alternativas.
- Memética como política pública emergente. Símbolos exportables (como la bandera de One Piece) crean coaliciones rápidas. Esto inquieta a gobiernos que dependen de la fragmentación informativa.
- Instituciones líquidas. Discord no sustituyó al parlamento, pero llenó un vacío deliberativo que luego se canalizó a instituciones formales. Ese puente—calle → plataforma → institución—es el patrón del ciclo.
- Riesgos reales. La aceleración digital puede desbordar la contención no violenta (Nepal pagó un costo humano altísimo) y dejar lagunas de legitimidad si la decisión en red no se integra con reglas del juego.
Del like al decreto
Nepal mostró, con crudeza, que la batalla por el poder hoy se libra en infraestructuras de comunicación. Cuando la política falla en ofrecer canales legítimos y confiables de participación, la nube inventa los suyos (con banderas de anime, memes y servidores de chat) y empuja fuerte hasta que la puerta institucional se abre. El reto, para todos, es conectar esa energía con reglas, derechos y resultados tangibles.