¡Qué tierno!

Volvió a su casa: la emoción de la joven que pagó $30.000 para recuperar a su perra

Por UNO

Jésica Chaile recuperó a China, su perra raza Pinscher miniatura de pelo negro y cuatro años de edad, que se había perdido el 23 de enero. "Volví a vivir. Me había detenido, no tenía ganas de nada, solo pensaba en ella y en volver a verla. Ahora quiero volver a estudiar".

Caminó los barrios, gritó su nombre por las calles, pegó mil carteles, habló con vecinos, repartió mil volantes por debajo de las puertas, la buscó oculta bajo los autos, fue guiada por personas que decían haberla visto a casas de Merlo y José C. Paz, y se metió a la Villa la Carbonilla, un asentamiento lindero con las vías del ferrocarril San Martín en La Paternal, por sospechas de que podía haberse recluido ahí. Y efectivamente, ahí se encontraba.

Estaba trabajando cuando una mujer me llamó diciéndome que tenía a mi perrita -repasó Jésica-. Pero como hubo mucha gente que me llamó, lo primero que le dije fue que me mandara fotos. Cuando recibí la primera foto, me puse a llorar y a gritar. Le pedí que me mandara una de la panza porque a mi China le falta una tetilla. Y eso no se lo había dicho a nadie. Me la mandó y era ella, era ella, era ella".

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Una mujer la llamó el sábado pero coordinaron la entrega para el domingo a la noche, en la frontera con la madrugada del lunes. "Me dijo que justo se estaba yendo a José C. Paz al cumpleaños de su hijo. Me la hizo re larga y empecé a dudar. Que no podía volver, que tenía que esperar a no sé quién. Pero al final terminamos encontrándonos a las doce y media de la noche en la entrada de la Villa la Carbonilla".

Minutos antes había ido a la comisaría para pedir que alguien la acompañara. Tenía miedo: "En un momento pensé que no la quería dar o que me iban a robar. Uno piensa cualquier cosa o lo peor. En la comisaría me dijeron que no podían acompañarme. Yo llevaba la plata, iba con mi novio y una amiga. Pero cuando llegamos, había un policía en una garita: le conté la situación y me ayudó. En ese momento, vi a una mujer trayendo en los brazos a un perrito. Me puse a gritar y a llorar. Ella me reconoció… Se me hizo eterna la espera".

La mujer que la rescató le pidió el dinero de la recompensa, los 30.000 pesos. Nunca habló del auto -un Ford Ka de 1996- que había alimentado la gratificación a tono con la desesperación de su dueña. "Ella me dijo que se le estaba cayendo el techo de la casa, que necesitaba la plata. Parecía una buena mujer. Por eso se la di directamente, ni siquiera me la pidió cuando nos encontramos, solo se la di", recordó Jésica, que de tan abrumada por la situación no sabe cómo se llama la persona que le devolvió a su perra.

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