El estudio, del que participaron más de 4.570 personas de la Argentina, Brasil, Perú, Tailandia, los Estados Unidos, Vietnam y Sudáfrica, arrojó en mayo pasado resultados preliminares donde se demostró que el cabotegravir era “tan bueno o más” que los tratamientos se utilizan actualmente como PrEP, que consisten en un comprimido con las drogas tenofovir/ emtricitabina.
“Lo que vimos en todas partes del mundo es que hay contexto donde los regímenes orales tuvieron muy buenos resultados para reducir la incidencia del VIH. Esto se vio en ciudades como Sidney (Asutralia), Londres, París, Nueva York y San Francisco”, describió Landovitz.
Y continuó: “Sin embargo, lo que vemos es que no es fácil en todas las poblaciones utilizar tratamientos basados en la administración oral; en ese contexto el beneficio del cabotegravir es que requiere de la toma de un comprimido diario sino que con una inyección cada dos meses se puede obtener alta protección”.
“Antes del COVID-19 se había planificado un estudio con 500 personas para comenzar en la Argentina la implementación del PrEP y cuando estaba todo listo para empezar, surgió la pandemia”, indicó a Télam el infectólogo argentino Omar Sued, director de Investigaciones Clínicas de la Fundación Huésped.
Sued describió que en el país “el tratamiento preexposición no está contemplado en el Programa Médicos Obligatorios (PMO) por lo que no es cubierto por las obras sociales ni prepagas a excepción de quienes lograron coberturas a través de recursos de amparo”.
“Esto -continuó- hace que si bien está autorizado por ANMAT y cualquiera lo puede comprar en la farmacia con orden médica, el acceso sea muy difícil porque tiene un costo muy elevado”. En este sentido, Sued señaló que “otros países de la región como Perú, México o Brasil ya tienen su programa de PrEP”.
Y concluyó que “sería importante que se lograra una cobertura porque en la Argentina tenemos entre 5.000 y 6.000 personas que se infectan cada año con VIH y muchas de esas infecciones se podrían prevenir con estos tratamientos”.