Silvina Leilén Carrivale Rivas rompe con estereotipos. A los 34 años, esta mendocina de Las Heras maneja grúas, retroexcavadoras, autoelevadores y todo tipo de maquinarias con la misma destreza con la que otros conducen un auto. En un rubro dominado por hombres, su presencia no deja de llamar la atención entre propios y extraños y, además, genera los más diversos comentarios.
Muestra su carnet con orgullo, el mismo que la habilita a conducir desde motos hasta 300 cc, pasando por vehículos comunes; transporte de pasajeros y maquinarias especiales.
Desde su infancia la acompañó el sonido de los fierros. Nació el 3 de junio de 1990 en San Juan pero su familia se mudó a Mendoza cuando ella tenía menos de un año. Creció entre motores y herramientas, en el seno de una familia dedicada al mundo de la maquinaria. Su padre, Osvaldo Carlos Carrivale, lleva adelante la empresa familiar, Servicios Carrivale, dedicada al alquiler de máquinas pesadas. Su madre, Norma Beatriz Rivas es ama de casa, y su hermano mayor, Cristian Jesús, comerciante.
Lo cierto es que Silvina no se quedó al margen del negocio. Aprendió a manejar desde chica, y a los siete años ya competía en picadas de motos. Luego, el motocross y el speedway se convirtieron en parte de su vida. No era la única en la pista: su padre, su hermano y, ahora, su hijo Karim, de 12 años, también prolonga la pasión por la velocidad. Pero mientras el deporte le brindó adrenalina, la maquinaria pesada le dio una profesión.
Entre retroexcavadoras, excavadoras y pesadas grúas
"Mayormente manejo el autoelevador, pero sé manejar grúa, retroexcavadora, miniexcavadora, entre otras máquinas de gran porte", cuenta con naturalidad. Aunque, como amante de los animales, en sus comienzos trabajó en una veterinaria haciendo peluquería canina y atendió como secretaria, la atracción por el mundo de la maquinaria pudo más.
Hace ocho años comenzó a involucrarse de lleno en el negocio familiar, ayudando a su padre y tomando cada vez más responsabilidades, pero siempre a bordo de una maquinaria.
"Aprendí mirando y practicando, porque creo que todo es cuestión de entrenamiento. Pero hay que ser muy cuidadoso y planear bien los trabajos, ya que se maneja mercadería o maquinaria muy costosa", explica.
La presencia de una mujer al mando de estos equipos sigue generando sorpresa. "No me mandaron literalmente a lavar los platos, pero cuando llego con la camioneta enganchada con el tráiler y el autoelevador cargado, las miradas lo dicen todo: '¿Vos vas a manejar?'. Y después, cuando termino el trabajo, me felicitan y me dicen: 'La verdad que manejás muy bien, nunca había visto una mujer haciéndolo'", relata entre risas.
Pero hay más: Silvina también conoce de mecánica. “Es que mi papá, antes de esta empresa, tenía taller mecánico de autos y motos. La mecánica de la moto de mi hijo se la hacemos nosotros”, aclara, como si nada pasara.
Con máquinas pesadas trasladó osos en el Ecoparque allá por 2018
Entre tantos proyectos, uno marcó su vida de manera especial: el traslado con maquinarias de los osos pardos del Ecoparque de Mendoza a un santuario en Colorado, Estados Unidos, en el año 2018. Tenía 27 años.
"Fue el mejor trabajo que realizamos. Amo los animales y fue emocionante trabajar varios días, desde muy temprano hasta la madrugada, para hacerlo posible", recuerda.
El trabajo previo al viaje de cuatro días, requirió muchísima logística, esfuerzo y recaudos bajo un procedimiento elaborado por el personal de la planta permanente del Ecoparque. Los trabajadores llevaron jornadas enteras con tareas enormes ya que se trató de varios animales que, en algunos casos, llevaban casi 20 años encerrados. Y allí estaba ella, decidida, lista para poner en marcha la máquina.
Hoy, Silvina sigue adelante con su labor y con la misma pasión y dedicación de siempre. Su hijo, asegura, es un ejemplo de que todo se puede lograr. "Esa es mi mayor motivación: demostrarle que nadie le puede hacer creer lo contrario y que, en mi caso personal, cumpliendo reglas y recaudos, puedo conducir maquinarias".









