Mary Correa es conocidísima en el mundo tribunalicio de Mendoza por ser la encargada de organizar y administrar las audiencias privadas de los jueces de la Corte. Hace casi 25 años.
En el cuarto piso, ya sea en persona o por teléfono, Mary siempre está. Como un Gran Hermano que ha visto entrar y salir a hombres y mujeres; políticos, funcionarios, periodistas y ciudadanos comunes. Como la persona extremadamente confiable que es.
Sin embargo, desde hace unos meses Mary Correa no es la misma porque a los 59 años se recibió de abogada. Y desde entonces, los supremos le dicen "doctora" y ella se siente orgullosa porque pudo cumplir un sueño. El objetivo de su vida.
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Sí o sí
Su escritorio está ubicado en un lugar estratégico de la cocina política de la Justicia: junto a la puerta, ahora automática, que conduce a la zona de los despachos de los supremos, excepto el que ocupa el presidente del máximo tribunal. Para entrar ahí hay que tener la aprobación de Mary Correa. Sí o sí.
Mary es sanrafaelina como Pedro Llorente, el juez de la Corte de mayor edad, quien en 1996 la convocó para hacerse cargo de las audiencias privadas de los supremos.
Había ingresado al Poder Judicial en 1994, se había desempeñado en una Defensoría de Pobres y Ausentes (tal aquella denominación) y después en la Justicia de Menores y en un juzgado de Paz Letrado.