Aprovechando su acceso a diplomáticos, funcionarios y miembros de la élite, la cantante comenzó a recopilar información secreta sobre los movimientos del Eje. Lo más sorprendente es que ocultaba los informes de inteligencia escritos con tinta invisible entre las partituras de sus canciones, logrando así transportar datos clave sin levantar sospechas.
Según el sitio web Britannica, Baker colaboró estrechamente con los Servicios de Inteligencia Franceses y utilizó su fama como escudo. Como artista internacional, podía viajar sin restricciones, lo que le permitió llevar mensajes cifrados desde Francia a otros países aliados. En ocasiones, incluso escribía notas confidenciales en el reverso de sus partituras musicales o cosía documentos dentro de su ropa.
Espía en la Segunda Guerra Mundial.jpg
Su participación fue tan crucial que, tras la guerra, fue condecorada con la Legión de Honor, la más alta distinción del gobierno francés, además de recibir la Cruz de Guerra y la Medalla de la Resistencia.
Josephine Baker no solo rompió barreras en el mundo del entretenimiento, sino que también fue una figura clave en la lucha por la libertad durante uno de los periodos más oscuros del siglo XX. De hecho, se convirtió en la primera mujer negra en ingresar simbólicamente al Panteón de París, un honor reservado para los héroes nacionales de Francia.
Su legado como artista, activista y espía en la Segunda Guerra Mundial la convierte en una de las figuras más extraordinarias del siglo pasado.