Conflicto en Salud

Médicos de terapia intensiva: evalúan más renuncias

Los médicos de terapia intensiva se autoconvocaron y formaron una asociación para pedir mejoras en las condiciones de trabajo. Como no han sido escuchados, quieren presentar la renuncia en varios centros asistenciales

En Mendoza, unos 180 médicos autoconvocados, especialistas en terapia intensiva, se reunieron y formaron una Asociación para exponer su situación y reclamar. Lo que pedían no solo eran mejoras salariales, sino en las condiciones de trabajo. Según manifestó Diego Raggio, uno de los integrantes de la comisión directiva de la Asociación, los problemas que enfrentan los médicos de terapia intensiva son muchos y algunos tienen que ver con la sobrecarga de trabajo porque falta personal especializado, o con las condiciones edilicias poco propicias para trabajar, y hasta con la falta de insumos y de equipamiento acorde a las exigencias del trabajo que realizan.

Si bien vienen haciendo este reclamo desde hace tiempo, incluso desde antes de la pandemia, los médicos de terapia intensiva de la provincia no han sido escuchados. Entonces, muchos están decididos a presentar la renuncia, como fue el caso de los médicos del Español. En el caso de Raggio, él es médico de la UTI del hospital Lagomaggiore y aseguró que en este centro asistencial, son por lo menos 7 de 14 médicos intensivistas los que quieren presentar la renuncia.

Problemas estructurales

Raggio explicó tres puntos clave que hacen al reclamo y a la propuesta de renuncia. en primer lugar, un aspecto que se profundizó con la pandemia: la falta de médicos especializados en terapia intensiva.

"Necesitamos que se abran más residencias para médicos de terapia intensiva, pero para eso los sueldos tienen que mejorar, porque el nivel de presión que recibe un médico de ésta área y lo exigente que resulta un trabajo como este, no se condice con los salarios. Los médicos que recién se reciben buscan hacer otro tipo de residencias".

También destacó que, con la pandemia, se tomaron médicos no especializados en terapia intensiva, como anestesistas, por dar un ejemplo. Esto implica que si bien pueden afrontar algunas funciones que implica trabajar en UTI -como es el hecho de intubar pacientes- no pueden cumplir con otras, como manejar un respirador. En definitiva, no cualquier profesional puede hacer el trabajo de un intensivista.

Por otra parte, Raggio manifestó que, un sinnúmero de problemas de otra índole los llevaron a querer presentar la renuncia en masa. Como lo son las deficiencias edilicias, las áreas de terapia intensiva no cumplen con las condiciones que deben cumplir, algunas son muy viejas y no se han adaptado para poner en función la nueva tecnología.

Además, y sobre todo en contexto de pandemia, ha habido escasez de fármacos, como los sedantes. Esto ha implicado una complejidad mucho más profunda puesto que en la UTI se ha tenido que trabajar con pacientes no lo suficientemente sedados.

A esto le sumó que los equipos de protección no siempre han sido suficientes ni los mejores.

Por todas estas problemáticas, seguirán reclamando y analizando la renuncia masiva en diferentes clínicas, sanatorios y hospitales públicos de la provincia.

Carta abierta

Una de las medidas que los médicos de terapia intensiva van a poner en práctica, es la publicación en redes sociales y otros medios de una carta abierta a la sociedad, explicando los motivos de su reclamo. Aquí la transcripción del documento.

Carta abierta de los médicos intensivistas a los mendocinos

Mendoza, 17 de diciembre de 2020

A los mendocinos:

Hemos transitado meses de una pandemia devastadora en muchos planos que, de algún modo, ha afectado a todos. Los médicos intensivistas, como tantos otros colegas, afrontamos una situación difícil y compleja. Hasta las Unidades de Terapia Intensiva (UTI), donde nos desempeñamos, llegaron los pacientes más críticos, gran parte de los cuales lograron una buena evolución y volver a sus hogares con sus familias.

Eso implicó largas horas de guardia, a veces de 48 horas o más sin dormir, ya que la sobredemanda lo requería y ante todo, porque con nuestros errores, limitaciones y toda la angustia que significó para nosotros enfrentar algo nuevo y desconocido, estuvimos siempre, hicimos lo que debíamos y lo que la sociedad esperaba de nosotros.

Sin embargo, lo vivido puso en evidencia las dificultades que afrontamos diariamente por las condiciones en que trabajamos, a veces insostenibles, que no son más que la profundización y la visibilización de lo que sucede hace años. Por eso, a través de esta carta, médicos intensivistas autoconvocados decidimos expresar a la comunidad lo que sucede tras la puerta de “terapia” y solicitar a las autoridades que gestionen lo necesario para mejorarlo. Esto ante todo, porque de ello depende la calidad de la asistencia que reciban los mendocinos pero en particular, para estar mejor preparados ante una probable segunda ola de Covid-19.

El manejo de un paciente crítico requiere de entrenamiento académico, técnico, emocional y psicológico ya que la toma de decisiones, en la mayoría de las ocasiones, se realiza bajo presión y con escaso tiempo. La formación de un intensivista dura en promedio 10 años desde que inicia la facultad hasta que finaliza la especialidad, sin embargo, actualmente gran parte se desempeña en peores condiciones que otros trabajadores. La mayoría lo hace en la precariedad ya que son prestadores por lo que no reciben aguinaldo, vacaciones pagas, cobertura social, y en situación de enfermedad quedan desprotegidos ya que si no se puede ir a trabajar, no se cobra.

Además, somos la especialidad dentro de la medicina peor paga, pese a la gran carga horaria, estrés e impacto emocional, psíquico y físico que implica nuestra tarea. Por ello, los médicos recibidos no eligen formarse en esta especialidad, lo que ha llevado a escasez de este capital humano fundamental para las sociedades, como lo ha puesto en evidencia la emergencia sanitaria. Ante esto, entre pocos debemos afrontar mucho, lo que implica que las guardias se extiendan porque no hay reemplazo y que durante la pandemia debiéramos además formar rápidamente a profesionales de otras especialidades que no han sido preparados para esto para cumplir con la atención necesaria.

¿Elegiría que un médico que no ha descansado en 48 horas asista a un familiar cuando un error le pueda costar la vida a esa persona? Es una pregunta válida para entender de qué estamos hablando. A ello hay que sumar que esto implica que gran parte de la semana estamos lejos de nuestras familias y que quizás con suerte logremos dormir tres noches en nuestros hogares.

Como agentes de Salud es nuestra obligación primaria trabajar sobre el aspecto preventivo, antes y durante lo asistencial: todos queremos ser atendidos por un especialista en nuestro problema particular pero mientras más se amplía la cantidad de camas de Terapia Intensiva, menor proporción de intensivistas podrán atender a un paciente crítico, como ha ocurrido. Las Unidades de Terapia Intensiva requieren ser ocupadas en su totalidad por profesionales formados en la especialidad, para tomar decisiones que estén a la altura de lo que las urgencias y emergencias requieren.

Por eso, es importante lograr un cambio en el sector público y privado del Área Crítica de Salud que pueda beneficiarnos a todos. Es en ese marco que consideramos necesario:

● Mejorar las condiciones laborales para dar estabilidad y seguridades propias

de un trabajo “en blanco” con sus consiguientes derechos, como tiene

cualquier trabajador.

● Regulación sobre el horario trabajado para garantizar horas protegidas para

un descanso adecuado.

● Mejoras salariales: actualmente muchos debemos apelar al multiempleo y

trabajar más de 90 horas semanales, dado que la hora mejor paga ronda los

600 pesos. Pero al ser contratados todos los costos de la seguridad social,

entre otros, corren por nuestra cuenta.

● Los puestos de trabajo en UTI deben ser cubiertos por especialistas idóneos.

● Deben promoverse buenas condiciones para alentar la elección de esta

especialidad crítica y esencial en nuevos profesionales.

Esperamos un 2021 mejor para todos, y que una eventual segunda ola de Covid-19 nos encuentre aún más preparados, más fuertes y con vistas a seguir mejorando nuestro sistema de salud, lo cual empieza siempre y sin excepciones por su capital humano"

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