Por su parte, la comunicadora y licenciada en Relaciones Públicas Malela (Gabriela) Abihaggle, co creadora del Green Market, destacó la noble herencia de sus antepasados al realizar una publicación en su cuenta de Facebook, donde, además de ilustrarla profusamente con fotos, escribió: "Como miles de otros inmigrantes, los Abihaggle llegaron con las manos vacías pero cargados de esperanza desde el Líbano, trabajaron muy duro para salir adelante y nos trasmitieron esa lección de la importancia del esfuerzo y el trabajo".
Tres generaciones y siete ramas de una familia
Esta edición de la reunión anual no fue una más, ya que es la primera después de la cuarentena que obligó la pandemia del Covid. "La juntada se hace entre octubre y noviembre, pero el año pasado no se hizo por la pandemia. Cuando es la juntada más tradicional, con bailes y comidas típicas, los jóvenes y adolescentes, medio como que no les pinta. Este año la hicimos en una finca de la familia de mi marido, y había pileta, el día estaba lindo, y entonces se sumaron", explicó Leticia Martínez Abihaggle.
"Este año, para integrarnos más entre las distintas ramas, y que no se hagan grupitos de la misma familia, armamos las mesas por generaciones. Los de la segunda generación, que son los mayores, por un lado, y después la mía, la tercera; y luego, nuestros hijos, los bisnietos de los que vinieron del Líbano" agregó la mendocina.
El apellido no es desconocido, todo lo contrario, y uno de los parientes más famosos es el político Carlos Enrique Abihaggle, economista y político del Partido Justicialista, que en Mendoza ha sido legislador y ministro, y a nivel nacional, diputado nacional y embajador en Chile.
Leticia continuó su relato diciendo: "Cada uno se va desarrollando en distintas actividades, mi abuelo vendía autos, hay una rama donde son bodegueros, pero la mayoría se asentaron en Luján, y hay muchos que aún viven ahí. Tenemos profesionales de todo tipo, contadores, abogados, ingenieros y muchos más", detalló Leticia, quien sin embargo aclaró que dentro de la familia hay distintos pensamientos políticos, y entre ellos no hay "grieta. "Dentro de los políticos, tenemos a radicales y peronistas, pero no hay peleas ni discusiones, nos queremos mucho todos".
Del Líbano a Mendoza
Ahondando en las raíces de la familia, cuenta con mucho orgullo Celia Chaab Abihaggle, representante de otra generación: "Los Abihaggle son originarios de Mazraat Yachouh, población serrana del Líbano, ubicada a 16 km. al norte de Beirut. El apellido de la familia está vinculado a las tareas del campo y a la irrigación (ocupación del ancestro Miguel, Líbano 1898); en español, este apellido podría interpretarse como “del campo” u “ocampo”", destaca la profesora de Literatura.
"El primer integrante llegó a la Argentina en 1909, Habib (en español, Amado) venía para “hacerse la América”. En 1910, se le unen su esposa Asma Salún y el pequeño Nasif Amado con tan solo un año; en el Líbano habían quedado José (nacido en 1905) y Miguel (nacido en 1907) al cuidado de sus abuelos, en la añeja casa de piedra clara, huerto y vista al mar. En 1920 llegan a Buenos Aires a bordo del vapor Valdivia, los ya jóvenes José y Miguel y luego de un viaje de días arriban a Palmira, Mendoza para instalarse, luego, con sus padres y hermanos en Agrelo, Luján", continuó relatando Celia con su exquisita pluma.
Los "turcos azules"
Al llegar los hermanos (José y Miguel) desde el Líbano, se encontraron no solo con sus padres y el otrora pequeño Nasif, sino también con muchos hermanos nacidos ya en tierra argentina: Rosa (nacida en 1912), Felipe (nacido en 1914), Marón (nacido en 1918) y Amado (nacido en 1920). Eran siete hermanos, muchas bocas, mucho trabajo, mucho esfuerzo. En 1926, se dividió la familia, los tres mayores: José, Miguel y Nasif se trasladaron para trabajar y crecer a Jocolí, Lavalle, allí compraron una finca y abrieron un almacén de ramos generales al que pintaron de azul profundo. Este color los identificó de inmediato en la comunidad y pasaron a denominarlos “los turcos azules”", recordó Celia, que agregó: "Rosa, Felipe, Marón y Amado, continuaron en Agrelo con sus padres. En los años que siguieron todos los hermanos contrajeron matrimonio y tuvieron muchos hijos e hijas, diversificaron sus actividades, no solo continuaron con la agricultura y el comercio si no que también trabajaron en vinculación con actividades petroleras".
Nuevo siglo y nacimiento de la tradicional juntada
Con los casamientos y las distintas actividades, la familia comenzó a crecer y a diseminarse, ya no por Mendoza, sino por el país y el mundo. "A partir del año 2000, las mujeres, portadoras del legado simbólico decidieron religar todo el tejido familiar y comenzaron con la dificultosa convocatoria de la extensa progenie. Desde entonces, una vez al año, en noviembre, viajan Abihaggles desde distintos puntos del mundo, el país y la provincia para compartir, conocerse, reír, llorar, abrazarse. Pero claro, la reunión es el final siempre provisorio de meses de organización, polémicas, análisis de costos y factibilidades para tan complejo evento; por eso los nominados para armar la juntada se van rotando, cada año es una dupla diferente", detalló Celia al más puro estilo akawati- aunque esta vez de modo escrito y no oral-, fiel a su herencia de origen.
Una representante de la segunda generación familiar, Martha, hija de Marón, comentó "Quienes comenzaron esto fuimos las primas, diciendo que "teníamos que juntarnos, a una cena o almuerzo". Así empezó de a poco esta tradición del legado Abihaggle, una familia dispuesta a crecer a puro trabajo. "Cuando llegó Amado, y luego su esposa con el pequeño Nasif, comenzaron a trabajar duro. Luego vinieron los dos hijos adolescentes (José y Miguel) del Líbano, ya que la abuela que los cuidaba murió durante la guerra del '14, allá no tenían ni para comer, a la abuela la enterraron en la puerta de la casa, comían raíces, y entonces mi abuelo (Amado) los mandó a buscar con un primo. Después les compró mi abuelo un campito en 3 de Mayo (Lavalle), y empezaron a labrar la tierra", rescató Martha, una de las iniciadoras de la tradición que une a los familiares y autora de un libro de gastronomía, que une la comida con el vínculo fraternal. "En mi libo he escrito sobre lo que los inmigrantes aportaron a la gastronomía argentina, y ahí está la historia de los italianos, libaneses y españoles", concluyó.
Finalmente, Celia, la docente universitaria en la UNCuyo remató magistralmente: "Y así, cada año, los Abihaggle somos más, porque Habib, el soñador, logró “hacer su América” con aroma a campo y agua, comino, nuez moscada, almíbar y arak".