Durante la Guerra Fría, la CIA decidió no luchar solo con bombas o tanques, sino con pinceles, lienzos y escenarios. El campo de batalla sería la cultura.
A través de subvenciones secretas, fundaciones pantalla, museos y revistas literarias, la CIA diseñó una estrategia para moldear percepciones, ganar aliados intelectuales y presentar al mundo una versión de Estados Unidos donde reinaban la libertad creativa, el individualismo y el progreso.
La CIA se enfrentaba a la Unión Soviética financiando ¿espías, políticos? Era arte y esta es la razón
La Unión Soviética promovía un arte oficial, el Realismo socialista. Colectivo, realista, decorativo y controlado por el Estado. En contraposición, y según el Museo de Guggenheim-Bilbao, la CIA identificó en el Expresionismo Abstracto, esa explosión de manchas, formas libres, colores emocionales, la encarnación de un ideal occidental de libertad, innovación y creatividad individual.
Al financiarlo, la CIA buscaba mostrar al arte estadounidense como “arte de la libre empresa”, como el opuesto estético e ideológico al arte soviético.
El apoyo no llegaba con logos del gobierno. Las ayudas iban por fundaciones privadas pantalla, como la famosa Farfield Foundation, que parecían mecenas independientes. Esa plata fluía hacia museos, galerías, exhibiciones, revistas literarias y conferencias. Instituciones tan respetadas como el Museum of Modern Art (MoMA) en Nueva York funcionaron como centros de operación de la CIA.
Un plan global de la CIA: revistas, conferencias, música y literatura
Exposiciones como The New American Painting (195859) recorrieron Europa, llevando este arte moderno como estandarte de la cultura estadounidense. Ni los artistas ni el público sabían muchas veces quién estaba detrás del dinero.
No se trataba solo de pintura. La CIA, mediante el Congress for Cultural Freedom (CCF), financió revistas literarias, recitales, conciertos de jazz y orquestas, conferencias, festivales. Todo un andamiaje cultural pensado para difundir valores prooccidentales entre intelectuales, artistas y ciudadanos de Europa, América Latina y el mundo.
Muchos artistas de primera línea, Jackson Pollock, Mark Rothko, Willem de Kooning, entre otro, alcanzaron fama internacional en parte gracias al impulso institucional que la CIA facilitó. Sin ese respaldo, quizá el expresionismo abstracto no habría tenido la difusión global que hoy tiene.






