El Trypanosoma brucei penetra en el organismo por la picadura de la mosca tse-tsé, un insecto que habita en el África subsahariana, que se caracteriza sobre todo por producir un estado de somnolencia constante que acaba derivando en la muerte del paciente.
La investigación, publicada en la revista Nucleic Acids Research, muestra que RBP33 tienen un papel esencial en la destrucción de ciertas moléculas específicas, como el ARN antisentido.
El ARN es la transcripción del genoma, es decir, la información de un individuo, pero hay partes del genoma cuya transcripción produce ARN potencialmente peligroso, conocido como ARN de antisentido, del cual se sabe poco.
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En ese sentido, los investigadores descubrieron que la proteína RBP33 señala el ARN antisentido para que pueda ser destruido.
"Hemos generado líneas celulares de estos parásitos, los tripanosomas, donde RBP33 no se está produciendo. La ausencia de RBP33 hace que se acumule una gran cantidad de moléculas de ARN antisentido y que el parásito muera”, explicó Claudia Gómez-Liñán, primera autora del trabajo.
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La mosca tse-tsé, que habita en el África subsahariana, puede provocar un estado de somnolencia, según establecieron los científicos
Aunque la transcripción del ARN antisentido se ha observado en todo tipo de organismos, la proteína RBP33 es única en los tripanosomátidos.
Esto implica que puede funcionar como diana terapéutica y para estudiar en profundidad estos organismos.
La producción de nuevos fármacos contra la enfermedad del sueño, la de Chagas y leishmaniasis puede depender de esta proteína, señalaron los autores.
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Gómez-Liñán destacó que RBP33 es esencial para la supervivencia del parásito y que no está presente en humanos: "Esto la convierte en una diana prometedora para terapia", subrayó.
Asimismo, los investigadores añadieron que el conocimiento en estos organismos es muy valioso ya que todos los organismos generan ARN antisentido que puede ser perjudicial, pero también poseen proteínas que identifican este ARN y lo destruye.
"Nuestros resultados son valiosos para el estudio de la evolución del metabolismo del ARN en eucariotas, y pueden ser también útiles para entender mejor estos procesos en organismos más complejos como los seres humanos", concluyó Antonio M. Estévez, investigador del CSIC que lideró esta investigación.