Crónicas urbanas

Galería Tonsa: un laberinto de arte y abandono en pleno centro mendocino

Fue símbolo de modernidad y audacia en Mendoza, con cine, supermercado y tiendas. Hoy sobrevive entre locales vacíos, arbolitos y ecos del pasado

La Galería Tonsa fue, alguna vez, una postal del progreso. Su hall central de mármoles brillantes, los murales que aún sobreviven y las escaleras mecánicas —las primeras que tuvo Mendoza— hablaban de una ciudad que creía en el porvenir. Hoy, ese mismo edificio es un eco. Los pasillos están casi vacíos, las luces mortecinas apenas dibujan las vitrinas cubiertas de tierra y los locales cerrados parecen testigos mudos de un tiempo que se extinguió.

Ubicada entre las calles San Martín, Catamarca y San Juan, la Galería Tonsa reúne todo el esplendor perdido del centro mendocino: el viejo cine City clausurado, los locales de cambio que sustituyeron a las tiendas de moda, el eco de un crimen aún recordado y la soledad de los sábados por la tarde. Lo que alguna vez fue símbolo de modernidad se ha vuelto escenario de una desolación que parece resistirse a morir del todo.

Galería Tonsa hall central foto abajo
La cúpula del hall central de la Tonsa, obra del arquitecto Germán Gutman.

La cúpula del hall central de la Tonsa, obra del arquitecto Germán Gutman.

De los pasajes históricos al ícono moderno

Según datos del portal de la Cámara de Turismo y Comercio de Mendoza, las galerías comerciales llegaron a Mendoza siguiendo modelos europeos, desde el Pasaje Sotomayor en 1858 hasta el Pasaje San Martín, proyectado por Miguel Escorihuela Gascón en la década del 20. Con la verticalización urbana de los años 50 surgieron nuevas construcciones con planta baja comercial: la Galería Kolton, la Galería Piazza y, el ejemplo más ambicioso, la Galería Tonsa.

Galería Tonsa cine
El cine  City, con sus 2.400 butacas, quedó detenido en su último filme.

El cine City, con sus 2.400 butacas, quedó detenido en su último filme.

Inaugurada en 1961, la Tonsa fue la galería más grande de Latinoamérica de su tiempo, con medio kilómetro de recorrido, tres monoblocks y 32.000 metros cuadrados de superficie. Concebida por Irving Tow y proyectada por Germán Gutman, presidente de la cadena de zapaterías Tonsa y exportador de calzado a los Estados Unidos. Fue construida por la empresa Lucas Sarcinella e Hijos. La piedra fundamental se colocó el 17 de marzo de 1958, combinaba comercio, vivienda y oficinas. Su subsuelo alojó el supermercado Persian, pionero en autoservicio y escaleras mecánicas; sobre el basamento se ubicó el cine City, con 2.400 butacas, y en la rotonda central los murales obra de arte de Luis Quesada, José Bermúdez y Mario Vicente, realizados en 1960. Estos murales representan la evolución del ser humano, el desarrollo de la historia y el origen de la vida, y siguen siendo uno de los mayores atractivos patrimoniales de la ciudad.

Galería Tonsa escaleras y fuente

Entre murales, polvo y arbolitos

Hoy, los pasillos son casi un escenario fantasma. Los únicos locales activos son casas de cambio de oro y dólares, algunas tiendas de cómics y un sex shop. La confitería “Vía Venetto” desapareció, el cine cerró, las escaleras mecánicas del viejo supermercado Persian, que permanecieron durante décadas inactivas, fueron vendidas al shopping La Barraca, pero nunca las pudieron poner nuevamente en funcionamiento. Los murales, aunque bellos y cargados de simbolismo, emergen de la penumbra como un recuerdo de lo que fue, al igual que la fuente central, que en su época de esplendor hacía juegos de agua, ahora da más pena que frescura al lugar.

Algunos locales exhiben objetos antiguos: juguetitos de lata, copas, pequeñas estatuas cubiertas de polvo. La luz lúgubre y los pasillos silenciosos intensifican la sensación de abandono. Solo un hombre en su pequeño taller de arreglos de ropa aporta calor humano: su máquina de coser es el único sonido persistente, un testimonio de resistencia frente a la desolación.

Galería Tonsa compra y venta de oro
Compra venta de oro y cuevas de dólares: este es el paisaje y el uso actual de la Tonsa.

Compra venta de oro y cuevas de dólares: este es el paisaje y el uso actual de la Tonsa.

Clima de desolación y hechos recientes

El subsuelo impone miedo: cabinas de películas para adultos, restos del antiguos boliches y pubs y la señal de videojuegos inactivos completan un escenario de turbiedad urbana. En 2025, un robo violento en una casa de cambio y el crimen de Edgardo Jesús Lucero dentro de un local de celulares marcaron la galería como escenario de tragedias.

El municipio intentó incentivar negocios con descuentos impositivos, pero los cierres progresivos y la ausencia de clientes muestran que la política no alcanzó. La Tonsa se mantiene en pie gracias a los “arbolitos” y a quienes todavía se atreven a transitar sus pasillos, mientras que la mayoría de los locales permanecen cerrados.

Galería Tonsa venta de oro
En los 32.000 m2 de la galería Tonsa hay muy pocos locales habitados.

En los 32.000 m2 de la galería Tonsa hay muy pocos locales habitados.

La Tonsa, un reducto de nostalgia urbana

Lo que alguna vez fue un centro de modernidad cosmopolita —la “Florida mendocina” prometida— hoy es un testigo silencioso del paso del tiempo y de decisiones que no llegaron a concretarse. La Galería Tonsa conserva su arquitectura y su patrimonio artístico: la cúpula, la fuente que ya no funciona y, sobre todo, los murales de Quesada, Bermúdez y Vicente que narran la historia de la humanidad.

El contraste entre la memoria de esplendor y el presente desolado genera un efecto único: ironía, melancolía y curiosidad urbana, todo en un mismo paseo por el corazón silencioso de Mendoza. Mientras algunas vitrinas exhiben oro, cómics o juguetes antiguos, el hall central sigue recordando que, aunque el tiempo pase y los locales cierren, la historia y el arte permanecen.

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