Esta política, llamada sakoku, buscaba proteger la soberanía y mantener la estabilidad interna frente a influencias extranjeras, especialmente europeas y cristianas. Pero, ¿Por qué este país rompe con su aislamiento y se convierte en una de la economías más poderosas del mundo? Te contamos de qué nación se trata.
El país que estuvo aislado 200 años y que hoy es la cuarta potencia económica del mundo
Se trata de Japón. No fue un aislamiento absoluto, pero sí extremadamente restrictivo. Solo algunos comerciantes chinos y holandeses podían operar en el puerto de Nagasaki bajo estrictas condiciones, y los japoneses que intentaban viajar al exterior arriesgaban severas sanciones e incluso la muerte. El objetivo era claro: evitar que el país fuera colonizado, mantener el control político y proteger su cultura y tradiciones.
Curiosamente, este aislamiento no detuvo el desarrollo de Japón. Al contrario, permitió que surgiera una sociedad autosuficiente, con avances en agricultura, artes, literatura y educación. El país perfeccionó técnicas de cultivo, desarrolló sistemas de riego eficientes y fomentó la creatividad cultural, con obras de teatro, poesía y arquitectura que aún hoy son admiradas.
Todo cambió con la restauración Meiji en 1868. Japón abrió sus puertas al mundo y, en cuestión de décadas, transformó completamente su economía, sociedad y tecnología. El país adoptó ferrocarriles, fábricas, educación moderna y un ejército organizado inspirados en modelos europeos y estadounidenses.
La apertura de Japón al mundo
Esta apertura estratégica permitió que Japón pasara de ser un país cerrado y feudal a convertirse en una potencia industrial y militar capaz de competir con las naciones más avanzadas del mundo.
El caso de Japón es un ejemplo fascinante de visión y paciencia estratégica. Durante siglos, el país fortaleció su identidad y cultura, y cuando decidió abrirse, lo hizo con la capacidad de adaptarse rápidamente, aprender de otros y aplicar la modernidad a su propio beneficio. En menos de 50 años, Japón pasó de un aislamiento total a una influencia internacional notable, demostrando que la combinación de prudencia histórica y apertura controlada puede cambiar el destino de un país.
Según explica la Enciclopedia Británica: "El crecimiento económico de Japón después de la década de 1940 se basó en una expansión sin precedentes de la producción industrial y el desarrollo de un enorme mercado interno, así como en una agresiva política de exportación"






